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Festividad de las Patronas del APFA, 3 marzo2023

Rafael Reche: «Diario de clase. Los universitarios mayores celebran las Patronas»
Entre tantas cosas que cogen peso a lo largo de la vida, surge el ritual como una muletilla, está hecho de los gestos convertidos por la repetición en cotidiano y personalizado. En realidad, es el rito fijo como la perpetua arruga en la frente que se convierte en imprescindible para iniciar una actividad: el torero que se santigua varias veces al pisar el ruedo, el futbolista que toca con su mano el césped del estadio, el tenista que golpea la raqueta con la bota, no sería justo no reconocer que también sufro de este contagio o manía cuando me enfrento a la hoja sólida, fría y virgen para escribir un artículo, la ceremonia inicial para que fluya el torrente de palabras, las ideas se encadenen una detrás de otra, para que el lenguaje sea elástico y fresco. La liturgia es sencilla, conectar a través del ordenador con la emisora Cadena 100 en un tono suave, soy un hombre enamorado de la radio, una vez, imbuido en mi propia soledad me rodeo de mis libros de poesía y prosa, escritores de antes y de hoy, de siempre, un amuleto que me auxilia cuando me quedo naufrago de palabras, la mente no me habla no me trasmuta la historia. Las frases no pueden vivir sin las células de las palabras.

La primavera aún no se insinúa seguimos pegado al gélido invierno en el mes de marzo, sin embargo, bulle el programa universitario de mayores del Aula unido a las actividades culturales y de ocio de la asociación ALUMA están en pleno apogeo, con un ritmo frenético. A pesar del viento de cuchillos helado no impide que las clases se llenen, las excursiones se saturen de peticiones como a los jardines y exposición de pintura belga en Málaga.
Llegó marzo con ese cielo azul abierto a los blancos de la nieve de las cumbres de Sierra Nevada. El viento abigarrado granadino me acelera el paso, ¡llego tarde al acto! camino por el bulevar de la Constitución, de telón de fondo la foto fija del Albayzín y el pico del Veleta con su sombrero la ingrávida nube blanca. ¡Que hermosura rebosa Granada!

Hoy es un día especial, hoy se viste de gala el Aula Permanente de Formación Abierta de la UGR. Hoy, 3 de marzo celebración de las Patronas Santa Perpetua y Felicidad.
Siglos nos separan, nos remontamos a la época romana año 202, dos jóvenes mujeres cartaginesas condenadas a muerte en el anfiteatro por cristianas. Fiesta y crueldad, extraña unión para la diversión del pueblo, en unos juegos de sangre y sufrimiento, sacrificios y combates cuerpo a cuerpo, condenados a ser devorados por leones o decapitados en la arena, la relación de la humanidad con la historia es una analogía de esclavitud y dependencia. El antagonismo de vidas se fundió con la muerte, Perpetua una mujer rica y su esclava Felicidad, ambas resignadas a morir como parte del espectáculo de los Juegos.
Perpetua y Felicidad dos mujeres que han trasmutado la historia, convirtiéndose en leyenda y en referente como Patronas del Aula Universitaria de Mayores (APFA) de la Universidad de Granada.
Reconozco que el lenguaje es un querer decir y de ahí que los significados sean intercambiables. El sentido de porque fueron elegidas patronas del Aula puede dar lugar a un surtido de interpretaciones, en un atrevido alarde de encender una luz, aporto una opinión ahora que el tiempo se desgaja del tiempo pasados 2 mil años. Las palabras Perpetua y Felicidad adquieren su verdadero sentido de comunicación con los estudiantes universitarios de juventud acumulada embargados en el continuo aprendizaje a lo largo de la vida y en la búsqueda constante de la felicidad, de añadirle vida a los años.
A semejanza de otros cursos con algunas novedosas iniciativas se presentó el acto de celebración de las Patronas. Con un compendio de actos, todos enlazados entre la mañana y tarde: religioso, académico y comida de hermandad.

Allí, estábamos todos, tan guapos, tan elegantes, todos con las sonrisas abiertas y las penas olvidadas: hombres con sus trajes y corbatas y mujeres con su belleza implícita y atractivos vestidos.
En la Sala Máxima del edificio del V centenario de la UGR El acto lo inauguró la subdirectora María del Carmen García Ríos que justificó la ausencia del Director del Aula (APFA) Juan Antonio Maldonado por motivos de salud, y de Rectora Pilar Aranda por motivos de agenda (Nos sentimos agradecidos porque la Rectora tiene a gala asistir a los actos relacionados con los estudiantes mayores). Mª Carmen con su naturalidad y espontaneidad, nos abrió las puertas de la celebración y su significado, a continuación, tomaron la palabra: la subdirectora de internacionalización: Blanca Delgado Márquez quien resaltó la importancia de la formación a lo largo de la vida y el protagonismo que la Universidad de Granada adquiere con la participación en el proyecto ARQUS de universidades europeas y la inclusión de los Senior, cerró las intervenciones el Vicerrector de Extensión Universitaria y Patrimonio: D. Víctor Medina Flórez.

Como innovación este año se presentó la obra de teatro “Hamlet’s performance” protagonizada por el alumnado del primer ciclo del Taller de Teatro, que maravilló al público asistente que reconoció su gran actuación con un cálido y largo aplauso. La profesora Oren Moreno ha sabido revolucionar el teatro en el Aula y sacar a cada estudiante el actor o actriz que lleva dentro.

A continuación, el esperado coro del Aula dirigido por el profesor Pedro Pérez Hinojosa, un docente creativo en el arte del lenguaje musical de la coral, presentó un variado repertorio de canciones que entusiasmó a los asistentes. Pedro ha logrado que el Coro del Aula sea un referente de representación institucional en los actos académicos y fuera de las fronteras de la ciudad.

Con un coctel de bienvenida y comida, alumnos y profesores compartimos una distendida jornada de celebración para sentir el imán del compañerismo y la amistad nacida y mantenida durante años en las clases del Aula y en la asociación de estudiante.

Siempre agradecido, por la presencia del profesor Rafael Pérez Gómez (Alhambra) por su entusiasmo y por la energía positiva que transmite en la clase y como persona fuera de ella, también nos acompañó el profesor José María Roa (Psicología) puro dinamismo y simpatía personificada.
Felicidades a todos mis compañeros universitarios y a los profesores ¡Todos hacemos Universidad, todos construimos el futuro del Aula Universitaria!
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «La Navidad a las puertas. Los estudiantes mayores reconquistan su tiempo»
Llueve, nieva en la montaña, hace frio, parece que ha llegado el invierno a Granada. Miro por la ventana de mi cuarto el espectáculo que siempre me produce ver llover. Las nubes preñadas de palabras vienen, flotando, dóciles y sombrías para suspenderse sobre mi cabeza.
Ahora los jubilados o prejubilados hemos aprendido a mirar con otros ojos y mirar al cielo con más frecuencia y organizar nuestra expectativa del día con las condiciones meteorológicas. Los años nos ha condicionado a respetar al calor, viento, frio y agua, para no exponernos a la intemperie de forma innecesaria. No queda más remedio que el escudo protector, el abrigo, el pañuelo, el paraguas, las botas… para pisar la calle.

Cuando sobrepasamos los 50 años y caminamos descendido la segunda parte de la vida, simplificamos las cosas del mundo en dos dimensiones, sin profundidad, pero también es cierto que, sin espesor, un mundo diario transparente, nítido como si realizáramos un dibujo rápido tipo boceto donde lo esencial es la idea. Por eso dividimos las cosas en placenteras y desagradables. Entre las primeras está que después de sufrir la larga sequía y extremas olas de calor, refresca observar tras los cristales, la lluvia caer, recrearse en el sonido de las gotas de agua, las paredes acogiéndose en su humedad, como se despeja la piel del asfalto de transeúntes, desnuda la calle vemos los silencios que deja, los instantes en donde se unen la tierra y el agua, el placer de aspirar el perfume que desprende de tierra mojada, la hierba fresca, el brillo negro del asfalto.
Llega diciembre y nos aprieta la reconquista del tiempo del espacio vacío de los años de pandemia, al espacio del tumulto lleno de vida de un mes donde todos tienen prisa, siempre hemos tenido prisa, pero este año se presenta más acelerado y complejo, nada vuelve a ser como antes, acabamos de inaugurar un nuevo tiempo donde para ir a un bar tienes que reservar una mesa con suficiente antelación, las aglomeraciones se suceden en los centros comerciales, espectáculos…, las plazas de aviones, trenes se agotan, es evidente que estamos en una especie de locura colectiva con un apego al mundo, en divertirnos en multitud.
La media luz del invierno me hace regresar a la ilusión de montar el Belén y decorar el salón con el árbol de Navidad, pero la verdad es que mi corazón está con los nietos para que nunca se le retire esa magia y fantasía, propia de la infancia en la Navidad, del otro lado social, nos encontramos los estudiantes mayores de la universidad con su talento sutil y rejuvenecida curiosidad intelectual quienes afrontan los últimos días del intenso primer trimestre de clases antes de las vacaciones navideñas y en simbiosis la asociación de alumnos ALUMA, inserta en su programa el cierre del año con una semana grande de actividades sociales, solidarias y culturales.

En este mes Diciembre a los miembros de las asociaciones de estudiantes mayores, de cada rincón de España, se nos pone de manifiesto la realidad de todo lo que somos, todo lo que nos envuelve, nos sostiene y alimenta, es más rica y más viva.
Cuando llega el mes del despilfarro vital: comidas, regalos y festividades con amigos y familia, la asociación ALUMA, practica con la razón de lo colectivo, en la fuerza de ayudar a los más inocentes, a fomentar actos culturales y otros festivos que pongan música y diversión a la juventud acumulada.
En la capa humana donde los polos coinciden, los mayores solidarios con los más pequeños, los niños, con un concierto solidario para el Banco de alimentos, de productos básicos para bebes (leche, pañales, papillas …), dónde actúan de forma altruista en el Aula Máxima de la Universidad de Granada: El Coro del Aula Permanente de la Universidad de Granada, el Grupo musical Más Anchos que Panchos y el Grupo musical la Muralla.

El mundo en que vivimos se revela como real, en su propia historia, de suerte en esta ocasión contamos con un cierre de la Tertulia Poética-Literaria, la fuerza de la poesía capaz de relatar la historia de España en versos cuyo autor nos la presenta en persona, el poeta granadino Juan José Gallego Tribaldos.

El lenguaje de la convivencia entre profesores, compañeros y amigos, en una comida de Navidad. Una música de fiesta dejara su estela entre los estudiantes mayores, vestidos con sus mejores galas para compartir: palabras, sonrisas, risas y bailes, en los huecos que nos deja la vida para divertirnos.
Quiero adelantar el mejor mensaje de Navidad que sale del silencio de nuestros corazones y calienta con amor los corazones de los que nos acompañan en la vida.
En especial para todos los hombres y mujeres, amigos y compañeros, que con paciencia y cariño, leen los artículos de Granada y de otras partes de España, también para aquellas personas que me han conquistado como son los mexicanos y también allá en la querida Argentina donde los lazos de cooperación y amistad se acrecientan.
¡FELIZ NAVIDAD!
(NOTA: Próximamente se publicará el vídeo de la Comida de Navidad)
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Reunión Alcalde de Dindefelo y líderes de Asociaciones de Mujeres. Senegal.Proyecto octubre 2018
EMINENTE, NEGRO: ODA AL COLOR
Ismael Román Moreno
Universidad de Granada
Vivimos en un planeta que favoreció el color en la piel, distribuyéndolo a lo largo de
todas sus latitudes. Hoy, no hay segundo en el que todo sea blanco, un blanco imperante,
impuesto y favorecido. Se ha hecho mayoritario a expensas del exterminio, opresión e
invasión de la diversa gama del color, homogenizando la variabilidad al blanco. Todo
blanco: música blanca, vestimenta blanca, cultura blanca, historia blanca, idioma blanco,
aspiraciones blancas, pensamientos blancos, dinero blanco, casas blancas, medicina
blanca, tecnología blanca, modales blancos… y el problema lo tengo yo; mis
pensamientos son en color.
No quiero esos privilegios manchados, genocidas, mezquinos, desiguales y racistas que
sólo disfrutan aquellos de piel decolorada, inmersos y obnubilados en un confort
desmedido pero exclusivo para unos pocos, para ellos. Hoy, a 22 de noviembre de 2018,
aún color es sinónimo de esclavitud y blanco de libertad, ¡me niego! para mi color es
sinónimo de libertad, de lucha, de felicidad, de calor, de comunidad, de esfuerzo,
superación y sobre todo admiración.
Abrigados en su cobijo blanco, olvidaron la riqueza que brinda nuestro bello hogar, la
Tierra. Es el momento de pintar nuestras casas, nuestros corazones, de color; del color de
la convivencia, del respeto, del compartir, de la diversidad, de la paz, de las risas, de las
penas… de todos los colores, del color del amor.
Ismael Román Moreno
Rafael Reche: «Volver a clase, volver y volver a la Universidad de Mayores»

Llegó de nuevo octubre, llegó la vuelta a la Universidad, dejamos atrás los fantasmas de las restricciones por la pandemia, volvemos a caminar con pasos seguros hacia las aulas de la universidad para buscar la palabra, en la esencia del conocimiento, para encontrarnos con ella: en las humanidades, ciencia y arte.
Un curso diferente, para la mayoría, un curso nuevo para los recién incorporados. Para muchos la Universidad de Mayores es un renacer después de la jubilación, cuando el tiempo pasa y necesitamos resucitarlo, devolverle su contenido, en las materias que seducen, en las actividades que divierten, en apresarnos en la creatividad desnuda del arte.

Hemos saltado a la segunda etapa de la vida, que a partir de los cincuenta se adueña de nuestro ser. Como una fruta madura todos hemos cambiado y no creemos ya en muchas cosas en que se creía o quizás con más exactitud creemos de otra manera.
En este ciclo de la existencia nos convertirnos en universitarios, para algunos la vida no les ofreció esta oportunidad, o para otros un retorno al recuerdo de su juventud como estudiante.

A estas alturas, la conciencia del tiempo fugaz es tan aguda que transformamos la juventud acumulada por los años en un latir que no se detiene, encontrar nuestro sitio después de la jubilación para no sentirnos solos en un mundo lleno de gente. El olvido, un enemigo invisible, que se presenta cuando cruzamos la frontera de lo laboral y retornamos a casa, entramos en un periodo donde el tiempo se muestra como un universo infinito a nuestra disposición.
La Universidad y la asociación de estudiantes son puertas abiertas que nos invitan a pasar, a gestionar nuestras inquietudes, a dar luz a nuestros deseos aletargados por un mundo anterior colmado de prisas: con la familia, el trabajo, los destinos…Ahora más que nunca necesitamos del oxígeno humano, de estar en contacto con compañeros, en las clases, visitas culturales, viajes, con las tertulias en las terrazas de los bares al finalizar las clases…

Sin duda, el Aula Permanente de Formación Abierta y la asociación de estudiantes ALUMA, es un refugio al que me voy habituando en cuando llega octubre. Miro el calendario y me sorprendo cuando descubro que llevo 13 años matriculado y como asociado. He vuelto a sentar en aquella primera mesa donde empecé esta aventura reconozco que la monotonía no ha tenido cabida en mi carpeta. En este periodo de tiempo, he descubierto que el conocimiento no tiene orillas, mi pincel ha pintado la sonrisa de mis amigos y familiares, mis colores en el lienzo han dibujado las sombras y las luces de mis sueños, mi pluma ha descrito: la luz redonda de las bellezas de Granada, la luz clara del mar salado de Cádiz, ha desgranado en palabras dulces y amargas, el amor y el desamor, en las noches densas de luna y en los silencios puros de una ciudad que me acogió, pero sobre todo, he querido hacer sentir el valor de los mayores en la sociedad, denunciar que el mundo nos cristalice, intento recuperar el espacio que nos pertenece, en una humanidad donde todo tiene caducidad, en definitiva escribir para darle años a la vida y aliento a la esperanza.

La vuelta a este curso 2022/2023, en el Aula de Mayores (APFA) ha sido trepidante en todos los sentidos, batiendo record: de estudiantes mayores matriculados, los datos de Granada son espectaculares dada la capacidad de las aulas y presupuesto: 927 estudiantes, con 301 hombres y 626 mujeres. Los varones incrementan su porcentaje poco a poco, quizás sea una señal de un nuevo tiempo donde se cuida la mente y el cuerpo para un envejecimiento activo. Es justo, felicitar al director del APFA Juan Antonio Maldonado y a su equipo de dirección por el programa universitario de mayores de este curso: exigente en lo cultural e innovador en materias.

La asociación ALUMA, desde septiembre ha apretado el acelerador con intensidad, calidad y riqueza de contenido, que daría para varios artículos: como la exitosa celebración en Granada de las XX Jornadas Internacionales sobre Asociacionismo en los Programas Universitarios de Mayores, organizadas por ALUMA, La Asamblea de elección de Presidente donde se ha vuelto a depositar la confianza en el Presidente José Rodríguez Sánchez y su equipo de Junta Directiva, la aprobación de los nuevos Estatutos de la Asociación para adecuarlos al Reglamento de Estudiantes de la Universidad de Granada, el encuentro de convivencia de compañeros nuevos y veteranos en la sierra dela Alfaguara, con senderismo y paella, visitas a pueblos con encanto, retomar el viaje paralizado por la guerra de Ucrania a Turquía y en fase inminente para noviembre el viaje transoceánico universitario a México donde por primera vez compartimos con compañeros de las asociaciones de Asturias, Sevilla, Madrid y Melilla.

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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla
Publicado en:https://en-clase.ideal.es/2022/10/27/rafael-reche-volver-a-clase-volver-y-volver-a-la-universidad-de-mayores/

Rafael Reche: «Memoria de un curso que se acaba»
Cuando llegas a la segunda etapa de la vida, lo primero que cae son las fechas. Cada día inauguramos el tiempo. Observamos como los acontecimientos se deslizan por los dedos sin poder atraparlos, ¡Quizás, tampoco nos importa! Es la ventaja de la edad.
Parece que ayer comenzó este incierto curso en las Universidades de Mayores, cuando desplegamos lentamente e ilusionados la vela del barco en el Aula, aún azotados por las olas de la epidemia, partimos allá por el mes de octubre 2021, las clases se convirtieron en islas, las persianas levantadas, liberaban a las aulas de la pesada y tenebrosa oscuridad, los callados asientos de madera abatibles crujían otra vez deseando mitigar su desesperada condena de silencio, las salas semicircular (aulas de las antigua Facultad de Medicina) que asemeja a un anfiteatro se pueblan de rostros, de ojos brillantes y de sonrisas encubiertas por las FFP2, otra vez la vida renace como una primavera adelantada aunque no hay dos iguales.
Las ventanas abiertas provocan que el aire sosegado en su propia huida hacia las puertas de par en par, se transforme en un biruji fresco que se cuela en los huesos cansados. La mayoría de los estudiantes permanecen enfundados en los abrigos.
El delegado de clase Dionisio, cada espacio de tiempo como un autónomo programado mira con interés una especie de reloj digital colocado en la pared, vigila que los niveles de CO2 no suban de un valor determinado, con suma discreción se levanta para abrir más ventanas, me encojo, me embalsamo en mi chaquetón, miro el reloj falta menos para las 20 h y salir a paso legionario y quedar con los amigos para tomar un vino con sus correspondientes tapas.
En este invierno impuesto que no se detenía, pasaban las horas de las tardes, pasaban los profesores, pasaban las materias, fluían las lecciones magistrales sobre: Los fósiles, el Derecho y sociedad, Tecnología y la Informática, Salud Integral, la Alhambra, Viaje al cuerpo humano… ¡Esta claro! Los caminos de la curiosidad vuelven a converger, el niño por descubrir el nuevo mundo y el mayor porque el mundo le descubra otras facetas.

Entramos en una vida sencilla, donde darles a los años vida se convierte en un guiño a la felicidad. El agua clara nunca se detiene y nuestro deseo tampoco.
Después de los años vividos el estudiante mayor busca al mensajero con la respuesta, acude a la cuna del conocimiento, la universidad, con el firme convencimiento que, a través de la ciencia, humanidades y arte, saciar la sed de saber.
Con los ojos fijos en el presente. Pensamos más en el presente, los años de pandemia nos enseñó la fugacidad de las cosas. El curso 2021/2022, toca a su fin, vuelvo el rostro y huyo con él, con su recuerdo, al final nos quedamos con la nostalgia de cada instante vivido, lo despido con alegría y con el entusiasmo puesto en el curso siguiente. El aula de Mayores con su nombre oficial Aula Permanente de Formación Abierta, no se detiene en su carrera y nosotros nos dejamos atrapar por su singularidad. Saben que volveremos y nos esperan. Con algunas caras nuevas, con renovadas asignaturas y con la solera de los viejos profesores.

Le decimos adiós, a las tardes/noches de cafés y cervezas con los compañeros de clases.
Adiós, al pequeño mundo de las salidas de campo con las asignaturas.
Adiós, a las celebraciones y actos académicos: Patronas del APFA, Jornadas de encuentro en Ceuta, apertura del curso…
Me levanto del asiento en la última clase del curso y la chispa salta cuando el joven profesor de informática termina su exposición y a modo de alago nos comenta “Estaréis deseando terminar el curso” y como un coro a una sola voz resuena un “NO” de los alumnos que peinan canas que en su piel reflejan el paso el tiempo como una fruta madura.
Decirle siempre adiós a un curso universitario como el rio se lo dice a ribera en una interminable despedida. Volveremos más llenos de vida.
En próximo artículo de la memoria de un curso pletórico de la Asociación de estudiantes mayores ALUMA en su XXV aniversario de su fundación.
Nuestro agradecimiento a todos los valientes estudiantes mayores que a pesar del frio de Granada y las aireadas clases, no han faltado a las sesiones. Al planten de profesores que volcaban generosos sus conocimientos, con una plena sintonía con los estudiantes. A la entregada Dirección del Aula APFA por su programación y trabajo y en especial al buen hacer de la Universidad de Granada con las personas mayores.
¡Hasta el próximo curso!
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
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Rafael Reche: «La luz del primer sol ilumina la Tierra»
Salta una noticia en la televisión que me arrebata mi apatía, acelerada: por la cruel guerra de Ucrania, la subida disparada del IPC, el combustible imparable, una notica mala tras otra peor, pero una entra de refilón, sin permiso en el horario de máxima audiencia.
“Se acaba de descubrir la estrella más lejana y antigua del espacio profundo”, en un acto reflejo aprieto el botón del mando a distancia para subir el volumen, como incrédulo, como si las palabras nublaran mis oídos, olvido la dejadez, tomo aliento y escucho: que el ojo del telescopio espacial Hubble, detectó una pequeña señal de luz. Pero lo fascinante es que ya no existe tal estrella, es historia en la historia, una cuenta atrás del viejo universo, un astro que perteneció a los primeros millones de años del nacimiento del cosmos que conocemos. Un sol, de un espacio sin memoria, que se apagó y su luz viaja, atraviesa unas redes de olvidadas Galaxias, sistemas solares, planetas hasta iluminar un planeta azul, aún salvaje hecho de historias sólo de dolores y horrores en una carrera de sálvese quien pueda.
Todavía tenemos algo, aunque el mundo se haga pedazos, todavía tenemos algo, de luz que nos da esperanza para conocer lo que somos, todavía tenemos la libertad que ejercemos en la habitación de los sueños, todavía tenemos algo los mayores que la madurez de los años nos ha depositado; la viveza de la mirada, la capacidad de pulir la realidad para regresar las cosas a su justo lecho, todavía nos quedan los poetas y el amor.
Mientras el universo se expande y se contrae, en su infinito, en un espacio sin fronteras, sin leyes definidas, en un vacío de oscuridad donde vive el silencio. Los universitarios mayores cada día asistimos a clase a descubrir enigmas, de nuestra propia existencia, a preguntarnos una vez y otra: ¿Qué fue primero? ¿Quién tiró la primera piedra? ¿Qué hay más allá? ¿Somos algo más que polvo y energía?
En la rebeldía de los años acumulados, regresamos a la Universidad donde no hay nada que perder, sino que ganar, a una Universidad donde todo respira, vive y fluye en el conocimiento, voraces por aprender, a descubrir otra realidad, a desear una nueva era que nos haga a todos libre.
Miramos hacia abajo, otras hacia las estrellas, a una Tierra viva arañada por los siglos que calla sus secretos, oculta sus paraísos perdidos, a una la Tierra que nos llama a unir presente y pasado y la vista se proyecta al cielo como se proyecta nuestros miedos a encontrar otras vidas en otros planetas.

Vivimos en una emoción perfecta. Buscando como la vida surgió del mar y se expandió por la superficie, como cubrir los huecos de nuestro ADN, exploramos por debajo de la piel del globo terráqueo, en el subsuelo sepultadas en capas desnudas emergen los restos de civilizaciones, de voces de tiempos remotas, recodos de historias en huesos, piedras, cerámicas y tesoros. Dormimos sobre las cenizas de aquellos que nos precedieron. donde los muertos nos gritan en una tierra muda por millones de años. En la península Ibérica, los primeros pobladores, ¡casi ayer !, los primitivos granadinos hacen 1,5 millón de años, caminaban con pasos indecisos sobre el Altiplano, con más certeza científica en Atapuerca (800.000 años), el Homo Antecesor. Y más cercanos Tartesos, Fenicios, Iberos…
La invisible luz fría de la primera estrella desvela la extensísima eternidad del tiempo, la nimiedad propia del ser humano, de su pequeñez dentro de la inmensidad de los abismos de otros mundos. Ahora adentrados en la segunda etapa de la vida, con un deseo de vivir, valoramos más nuestro tiempo y lamentamos la pérdida del mismo que no se recupera.
Hoy vuelve a soplar la brisa del mar salado, hoy vuelvo a la claridad del mes de abril, hoy vuelvo a sentir el vértigo de la explosión de la primavera.
¡Que pase lo que tenga que pasar! ¡No voy a cambiar el mundo! ¡El mundo me ha cambiado!
Miro a la mañana y la mañana me hace una seña y miro con placer: las ondulaciones de las colinas, la luz que madura sobre la geometría de los olivos, la espontaneidad de los geranios en mi terraza, el horizonte lejano de cumbres nevadas, los pájaros de todo el mundo cantan sin saber que cantan. ¡Quiero congelar el tiempo!

Mi agradecimiento a los profesores del Aula Permanente de Formación Abierta, de la Universidad de Granada, que me han despertado el hambre de aprender, sembrado inquietudes y abierto un mar de preguntas.
En este curso en especial a las asignaturas: “Los fósiles nos cuentan su pasado” Elvira Martín Suárez y su equipo, “Arqueología en Andalucía” Francisco Contreras Cortés y Macarena Bustamante-Álvarez, “Tendencias actuales de la tecnología y la informática” Antonio Fernández Ares y su equipo.
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Rafael Reche: «Vivimos en un tiempo insólito: epidemia, guerra en Ucrania, subida de precios»
Cada día vuelvo a las clases de la Universidad del Aula Permanente, atrás se queda el mundo disperso y sus espinas. Entre conversaciones y silencios, risas y bromas, vibra una onda invisible que nos inquieta, que se ha incrustado en nuestras vidas: la pandemia persistente, la subida de los precios de la luz y el gas, la guerra en Europa, el desabastecimiento en los supermercados…
Nos sentimos extraños, sin respuesta, queremos mantener vivo lo que fuimos. Llevamos unos años que miramos al exterior desde nuestra propia ventana y contemplamos en frente un mundo distinto como si el presente y el futuro nos lo arrebatarán sin pedirnos permiso. Sumergidos en un nuevo estilo de vida de incertidumbre permanente. Dos años pasados vividos como fieras enjauladas, en clausura, con las calles desiertas, en un negro mar deshabitado por la distancia social y las muertes. Una sociedad tan distinta en perpetua espera de una ola tras ola del virus, el tiempo madura y se acumula el agotamiento, borramos lo pasado dejamos el espacio en blanco sin memoria, ya flotamos en la pura existencia.
Todas las guerras son la misma guerra. Pasan los siglos, cambian las armaduras, se transforman las armas: las piedras en flechas, las flechas a balas, las balas pasan a proyectiles y estos a misiles. Causan dolor en todas las épocas, cada vez más destructivas, cada vez más selectivas. Crecen las tumbas de mármoles blancos, el aire asesinado, las palabras huérfanas y los sueños perdidos.

Aunque viva 500 vidas, no dejaré de pensar que somos una especie en extinción, no dejaré de ver la misma imagen de horror, de destrucción como en el siglo XX: dos conflictos mundiales, los continentes luchan entre sí, una guerra civil donde los hermanos luchas entre ellos, Vietnam, los Balcanes, el Golfo …un mismo circulo que se cierra una y otra vez, no dejaré de sentirme más indefenso, porque nunca se termina la ambición de conquistar, de imponer por la fuerza. Se repite un rostro se enmascara en otro rostro. Hitler responsable, 17 millones de muertes, Stalin (20 millones), Sadam Hussein… El ansia de poder, arrastra algunos iluminados a invadir a otros pueblos, a destruir otras culturas.
Las imágenes de la invasión de Ucrania nos dejan el sabor amargo de la melancolía. No puedo callar, me duele lo que veo, hay personajes que se mueven por la vida como si hubiese abolido las leyes universales de la razón, capaces de abrir las puertas de infierno donde pisan.
Avanzamos entre piedras calcinadas. Sería injusto quejarse, la mayoría de los jubilados españoles formamos una generación que hemos escrito las páginas de la vida propia en una paz, algo inestable, pero en concordia en un país milagrosamente suspendido, casi desapercibido en el contexto mundial, como aislado en una esfera de cristal. Aunque duele aún, el recuerdo cercano y a su vez remoto del terrorismo de ETA e islamista.

Ucrania, la historia se repite una y otra vez. Un mundo en dos dimensiones, sin profundidad, sin espesor donde hay demasiados corazones sin consuelo, un mundo de miradas transparentes la de los niños y de los viejos, con los ojos fijos en un presente fugaz y en un futuro incierto. Hay miedo, hay infierno, ya no hay prisa por ir al colegio, ya no hay sitio donde huir en el ocaso de la vida.
El silencio reina, la ciudad dormita, detenido el aire, cuerpos yacen en el asfalto cubiertos del polvo gris del hormigón, luces de noche proclaman la destrucción, ventanales abiertos, prende el árbol de la noche sus astillas son estrellas, explosiones lejanas devoran la distancia, el frio arde en la oscura noche, lloran tus ojos secos.
Ucrania, un país donde cuesta sonreír, donde es imposible correr en libertad, donde nadie llora de felicidad.
¡Quiero un mundo nuevo! ¡Quiero creer en el ser humano!
Termino el articulo escuchando la canción universal de John Lennon “Imagine” y me quedo con la frase “I hope some day you’ll join us, And the world will be as one” “Espero que algún día nos unamos y el mundo será uno”.
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Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Artículo publicado en Ideal en clase: https://bit.ly/3JBU62T

Rafael Reche: «Los universitarios mayores escriben cartas de ida y vuelta»
¡Que levante la mano, quien, con más de 60 años, no ha escrito cartas!
Miro y veo el espacio extendido de brazos.
Debo reconocer que 6 años intensos de internado en un régimen de Academia Militar, la carta se convirtió en el instrumento de comunicación, ella misma, me hizo amar y ser amado, convertir el silencio al diálogo. Cientos de cartas, un legado de líneas escritas entretejidas de palabras al mundo exterior. Quizás el peso de las frases y el volumen de hojas redactadas, me llevó a mi afición actual de escritor.
La correspondencia postal con la persona enamorada, con los familiares lejanos, con los amigos. Aquellas cartas y postales, se convierten en el patrimonio imborrable de nuestros recuerdos, se leían y releían, se guardaban en un cajón agrupadas con el elástico o en las cajas de cartón de los zapatos, que servían para todo.
El cartero se convertía en uno más de la familia, con su saca repartía ilusión, pocas veces traía letras de luto como el telegrama con alguna desgracia, del fallecimiento de un familiar.
Con las palabras escritas exhibíamos el talento, de transformar en texto la llama del amor que brotaba en los jóvenes corazones, no importaba lo que tardará en llegar la carta, un día, dos, tal vez semanas, pero siempre estaba actualizada, contenía el fulgor resuelto de la pasión: en el lenguaje del cortejo, en el juego de palabras, en los versos sustraídos a los poetas románticos. Sentado a la orilla de la noche, la luna y la soledad se convertían en aliadas, mientras nuestra mano ligera escribía, en la distancia que el destino nos deparó, la larga palabra de amor que no acaba nunca.
Cerrábamos el sobre, pegábamos el sello con un poco de saliva y esa cápsula cargada de uno mismo, viajaba por carretera, tren, barco, avión, hasta llegar a su destino, a las manos de la amada, de la madre o del amigo. Al abrirla era capaz de hacer: saltar la realidad aparente con una espontánea sonrisa, rodar una lagrima de alegría.

Quiero decir adiós a este pequeño mundo de la correspondencia postal tradicional, adiós aquellos que escribían para mí, adiós aquellos que contemplaban lo que escribía. Me condeno a no escribir a nadie y ya no vuelvo a ser yo mismo.
En la actualidad, el mundo gira a gran velocidad y en pocos años, se desliza a un nuevo estilo de vida, más libre y espontaneo, menos formal donde predominan: lo visual y lo instantáneo, que nos lleva, a otras formas, a otros tiempos, donde la tecnológica se ha impuesto con fuerza, como los mensajes por: Whatssaps, Telegram, Twitter… que vuelan a la velocidad de la luz, al extremo más remoto del planeta, las videoconferencias con varios participantes Un innovador lenguaje telemático de imágenes y texto por Instagram, Facebook . Llegado a este punto, dejo caer, la frase del filósofo Séneca “El destino guía a quien lo acepta y arrastra a quien lo rechaza”.
La aceptación del destino, no implica resignación. La mayoría de los mayores en su sabiduría de los años, admiten lo positivo que supone para sus vidas y su entorno aprovechar las nuevas tecnologías. Está claro que supone un esfuerzo y un sacrificio. No podemos cambiar el mundo, cambiemos nosotros, es la mejor estrategia para adaptarnos a lo útil y disfrutar de las cosas buenas que nos aporta.
No tengo quien me escriba. Hay una puerta cerrada. No hay regreso al pasado.
Pero la puerta se abrió, cuando a miles de millas náuticas de distancia de Granada, me salió al paso una carta escrita por un joven desde la Pampa, Argentina y hubo regreso para revivir el placer de leer la palabra escrita y a continuación remitir una respuesta. Dentro de mí se apiñó la nostalgia de un pasado a veces lejano..
Nadie la detiene, ella escarba inquieta las formas de la integración de los mayores en la sociedad y en esta ocasión, la profesora Susana Rocha de la Universidad de Rio Cuarto de Argentina, junto con su equipo, emprenden el novedoso proyecto de intercambios de cartas vía telemática entre jóvenes y mayores de Argentina, México y España, con el objetivo de crear por medio de la correspondencia el vínculo de la hermandad y enriquecer las relaciones humanas intergeneracionales.

En octubre 2021 se puso en marcha esta idea de cartas de ida y vuelta. Un numeroso grupo de jóvenes y mayores de Argentina, México y España. Los participantes pertenecen:
Por Argentina: Estudiantes del Programa Educativo de Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) y jóvenes de la UNRC. Jóvenes de la murga barrial Mulato Mulé.
Por México: Jóvenes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y mayores de hogar y taller educativo en ciudad de México.
Por España. Jóvenes y mayores de la Universidad de Granada, Aula Permanente de Formación Abierta (APFA) y Asociación de Alumnos Mayores ALUMA. Estudiantes Mayores de distintas Universidades y Confederación CAUMAS (Las Palmas de Gran Canaria, Asturias, Madrid…), Taller de Arte y Creatividad
El joven envía una primera carta a un mayor que le han asignado al azar y quien en periodo de tiempo estipulado le responde.
Ahora las cartas surcan los mares y países, con ida y vuelta y un equipo marcan: las pautas, fechas y el procedimiento del proyecto.
Para más información:
aquiallacartas@gmail.com
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «Lorca un poeta para un tiempo convulso. Mayores protagonistas activos de la propia investigación»
Solo es real el tiempo, intentamos retenerlo, apresarlo, resucitarlo por medio de la memoria creadora. Aprehender la realidad que ya paso, investigando el ayer, de aquellos que en la fugacidad de la vida nos dejaron su legado.
Empezamos a tener conciencia en este siglo que comienza, que los mayores se desvelan como una fuerza vital capaz de cambiar el estereotipo del adulto jubilado, condenado, quieto, obsoleto para una sociedad tecnológica y competitiva. El actual hombre y mujer que ha dejado la vida laboral tiene una mayor exigencia consigo mismo, no se abandona, cuida de su salud y su mente. Sueña, tiene hambre de vida, tiene sed de conocimiento.
Como el día que madura hora tras hora, hasta alcanzar el instante inmenso, madura paso a paso, un grupo de mayores de mujeres y hombres con el espíritu inquieto y ansias de investigar. “Por una senda clara” es su signo de identificación, en recuerdo de los versos del gran poeta Antonio Machado a Don Francisco Giner de los Ríos. “…¿Murió?… Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara, diciéndonos: Hacedme, un duelo de labores y esperanzas”.
“Por una senda clara”, donde la mayoría de sus competentes son docentes jubilados y universitarios del Aula de Mayores (APFA), (En la actualidad 8 autores) que sus potenciales de sabiduría y experiencia, lo vuelcan en rebuscar, en el laberinto de la memoria histórica, la autenticidad del ser humano y su legado.
Ellos, toman la palabra que la dividen en fragmentos del tiempo del pasado en una ciudad como Granada, con su esplendor y sus sombras, sus alegrías y estrecheces. Dibujan a través de los personajes y artistas, (Hermenegildo Lanz, María Gory, María Zambrano, Francisco Giner de los Ríos, Leopoldo Torres Balbá, Federico García Lorca…) vanguardistas para la sociedad que les tocó vivir. Protagonistas, que se movieron por la vida con su grandeza humana y ligereza, como si las leyes de la gravedad nos les afectaran, en unos casos les permitieron potenciar los valores y formas de la enseñanza transparente, y otros como el poeta universal Federico Lorca crear un mundo poético de belleza escritos sobres hojas inmaculadas.
Este grupo de estudiantes mayores deja su impronta en dos libros de investigación publicados “Huellas de la Institución Libre de Enseñanza en Granada en 2019” y “Lorca un poeta para un tiempo convulso, editado en 2020” y presentado con retraso por la pandemia el 2 de diciembre del 2021.

Consolidados como un grupo de mayores universitarios investigadores pioneros, surgen en una Universidad de Granada de las más antiguas de España (1531), de un Aula Universitaria de Mayores (APFA) primera en el país (1994).
En el marco único del Palacio de los Condes de Gabias, en una tarde de frio que llegó sin permiso, con un público que completó el aforo del salón, se realizó la presentación oficial del segundo libro del Grupo de Investigación “Por una senda clara”, “Lorca un poeta para un tiempo convulso. Marco vital y legado” y que se inserta en un proyecto interdisciplinar “Aula Lorquiana” donde participan el Aula Universitaria de Mayores (APFA), los Talleres: de Arte y Creatividad, Música, Coro, Teatro y Club de Lectura “Lo que vale una vida”.

Con un aire de sencillez, la obra escrita se despoja de sus ropajes, descubre su fascinación y el talento de sus autores, con el valor de los testimonios aportados por los ilustres invitados:
-
El Presidente de la Diputación de Granada. D. José Entrena Ávila.
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La Rectora de la Universidad de Granada. Dña. Pilar Aranda Ramírez.
-
Director del Aula de Mayores (APFA). D. Juan Antonio Maldonado Jurado.
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Profesoras del Taller de Arte y Creatividad. Dña. Cristina Pinedo y Gertrudis Román,
-
Coautor de la publicación. Manuel Zafra Jiménez.
El esplendor del acto, enriquecido por las intervenciones se completó con la asistencia de autoridades universitarias y políticas de la ciudad, profesores del Aula y compañeros de la universidad y con un broche musical final, de canciones de Federico García Lorca.
La Universidad de Granada y el Aula Permanente de Formación Abierta, apuesta entre sus objetivos por la investigación que les permiten transcender y avanzar. Pasó el tiempo de esperar la llegada del tiempo en el cual los mayores se alcen protagonistas activos de su propia investigación. El grupo “Por una senda clara” pilotados por los atrevidos compañeros José María Ruiz Rodríguez y Manuel Zafra Jiménez, se presentan ante las puertas del Aula de Mayores (APFA) de la UGR, con un proyecto original de investigación sobre los olvidados miembros granadinos de la Institución Libre de Enseñanza en el periodo de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Su plan pionero, sorprende y despierta el interés de la joven Directora del Aula (APFA), Mª Carmen García Garnica, quien mira sus rostros maduros por la edad, colmados de ilusión y alienta el proyecto de investigación coincidiendo con el XXV aniversario del Aula Permanente de Formación Abierta.

Después del reconocido éxito de su primera publicación, se lanzan en el vértigo de un segundo libro en esta ocasión con el poeta universal Federico García Lorca. Un trabajo arduo de investigación que no pretende ser un libro más, en el universo de publicaciones de García Lorca. Se trata de un viaje por todos los paisajes que caminó el poeta en aquellos tiempos convulsos de España y Europa. Él, partido en dos desde el nacer, peleando contra sí mismo, alcanza pronto el éxito con sus obras y como si se tratara de una tragedia griega, en su plenitud es condenado a muerte por su condición distinta de ser humano.
Para medir el grado de implicación del trabajo de investigación en esta edición, el detallista Director del Aula (APFA) Juan Antonio Maldonado en su intervención nos comenta “sus investigadores han consultado 188 entradas bibliográficas: 39 del marco geográfico, 62 histórico y 87 referentes al legado”.
La pandemia de Covid durante los años 2019 y 2020, desdibujó las intervenciones de los otros actores del Aula que intervenían en el proyecto de Interdisciplinar “Aula Lorquiana”, los Talleres y el Club de lectura, sin embargo, se incorporó a tiempo como Anexo, el lenguaje del lienzo y el pincel que puso en valor el legado literario y de artista polifacético de Federico García Lorca. Las obras pictóricas: al óleo y acrílico de 22 compañeros del Taller de Arte y Creatividad del APFA. Me siento agradecido de colaborar con un cuadro de una escena de “La casa de Bernarda Alba”.
Desde esta sencilla tribuna aplaudo la obra presentada y su trabajo, les deseo suerte para el siguiente proyecto de investigación “Manuel de Falla en Granada: tres conmemoraciones” (Centenario del Concurso de Cante Jondo de 1922. Fiesta de Reyes 6 de enero 1923 y Estreno del Retablo de Maese Pedro 1923)”
Enhorabuena a los investigadores. Enhorabuena a los espacios universitarios que permiten a los mayores desarrollar su potencial. Enhorabuena a los nuevos tiempos donde la sociedad favorece la creatividad y la inteligencia social que acompaña el envejecimiento.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: « XXV Aniversario ALUMA. Con su Presidente José Rodríguez Sánchez»
En nuestro interior conviven las diversas formas de ser que a lo largo de la vida hemos adoptados, hijo, estudiante, trabajador, amigo, amante, marido o mujer, padre o madre… de forma alternativa salen y entran, se asoman y se esconden hasta llegar a jubilado, donde perseguimos ser nosotros mismo.
Ahora apreciamos la proporción de la totalidad de lo vivido, concentramos los fragmentos: dejados en los lugares por donde hemos pasado, con las personas que hemos compartidos parte de lo vivido.
A la edad madura, la balanza se equilibra, la arruga de la frente se perpetua en nuestro rostro, no hay nada fiero en el semblante, ni altivo en la actitud, la gratitud brilla en los ojos, el redoblado entusiasmo y la curiosidad es la lección aprendida. Es probable que encarnemos en la cresta los últimos minutos disfrutado porque realmente el pasado desaparece tragado por el ayer, ese vacío del ahora se convierte en soplo de vitalidad para continuar.
Tenemos prisa por ser natural, ¿Qué es ser natural? Toda pregunta lleva implícita su respuesta. Por esta razón, en este artículo dentro de la serie dedicada al XXV Aniversario de la Asociación ALUMA, se puede hablar y desgranar, a un hombre que la mejor etiqueta que lo define, es su naturalidad, José Rodríguez Sánchez. Él, lleva las riendas como Presidente de la asociación de universitarios mayores más antigua de España, con una cifra de medio millar de socios inscritos y un programa de actividades cultural y de ocio: ambicioso, pleno, abierto e integrado con el Aula de Mayores (APFA) de la Universidad de Granada.

Un redoblado entusiasmo me une a él, al escribir el artículo, como amigo y presidente. Mi amistad se remonta desde el primer día de clase en el Aula APFA, hace 12 años. Han saltados los años enlazados y la unión sigue invulnerable, no hay tú, ni yo, sólo dos amigos.
José Rodríguez Sánchez, de cuerpo ligero, barba blanca de viejo marinero, un esqueleto de huesos vencidos, con su espíritu, simplemente de un joven permanente, sin años, con un humor ingenioso, apasionado con todo lo que emprende, comprometido e incansable trabajador. Nos revela y se revela, la personalidad más oculta y quizás la más poderosa: su humildad inconsistente, la generosidad con quien le pide ayuda, fiel a sí mismo y a sus nobles principios.
Nació en Escóznar, un pequeño pueblo de la vega de Granada, pronto se traslada a vivir al barrio de más solera, el Albayzín. La mayor parte de su actividad profesional ha sido en el comercio y la industria del mueble.
Desde pequeño le apasionó: leer y estudiar. De mayor sació su interés por el conocimiento, a través: de la lectura, del turismo en coche por Europa y conociendo museos.
Rafael Reche. Felicitarte, por los 25 años que cumple la Asociación de Estudiantes Mayores del Aula Permanente ALUMA, la más antigua de España. ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el AULA (APFA) y en la asociación?
Presidente. José Rodríguez. Muchas gracias. En primer lugar, quiero agradecerte sinceramente tu interés por nuestra Asociación y a Ideal en Clase por darnos voz a los estudiantes mayores a través de sus páginas.
Tenía noticias por unos amigos, profesores de la UGR, de la existencia del Aula Permanente y en cuanto me jubilé me inscribí en ella y me afilié a ALUMA, y aquí sigo en la Universidad doce años después.
Con la anterior presidenta de ALUMA, Laly, entré a formar parte de la Junta Directiva como vocal de cultura de la asociación, y al fallecer ella, fui elegido presidente de ALUMA, donde continúo con la misma ilusión que comencé.

R.R. Desde el prisma de Presidente de ALUMA. ¿Cuál es razón de ser de la asociación de estudiantes mayores?
J.R.S. Estoy muy orgulloso de representar a esta asociación que ha venido realizando durante estos 25 años una gran labor para integrar a los alumnos mayores en el ámbito universitario. Uno de sus cometidos es mantener el espíritu universitario muy vívido en las aulas, procurando una conexión de colaboración y servicio con la Universidad de Granada. Nuestra asociación es clave para el enriquecimiento íntimo y profundo y es sin duda el trato personal y el disfrute común de situaciones propicias el gran compromiso de ALUMA, fomentando el interés cultural de sus asociados, mediante actividades que favorezcan su autoestima.
R.R. ALUMA, con el paso de los años ha crecido, se ha transformado y adaptado a los nuevos tiempos ¿Cómo evaluarías la evolución de la Asociación desde 1996 hasta 2021? ¿Cuántos estudiantes y ex alumnos constituyen la asociación?
J.R.S. En el comienzo de la Asociación, los alumnos que se matriculaban tenían unas necesidades muy distintas a los actuales, aunque si la misma ilusión por aprender y de hacer amistades que los de hoy. Actualmente gran parte del alumnado ha trabajado con las nuevas tecnologías y tiene necesidades que hace veinticinco años eran impensables. La Asociación ha ido adaptándose a los nuevos tiempos, afrontando nuevos retos, hemos pasado del fichero manual al digital, los datos están informatizados, ya no se envían correos postales, aunque mantenemos el tablón de anuncios tradicional en nuestra sede.
El número de asociados, en el comienzo de curso con las nuevas afiliaciones y las bajas oscila diariamente. Es imposible dar un número exacto, pero estamos entorno a los 500 asociados.
R.R. La asociación, como organismo integrado en la Universidad de Granada y en sintonía con el Programa Universitario de Mayores del Aula Permanente de Formación Abierta (APFA). ¿Cómo definirías las relaciones con ambas instituciones?
J.R.S. Las relaciones con la UGR y el APFA son de colaboración total, como no podía ser de otra manera, al fin y al cabo, todos formamos parte de la universidad y compartimos unos mismos objetivos. Como Asociación, ALUMA, siempre está a disposición de la UGR para cualquier cosa que se necesite. Tradicionalmente, desde su fundación nuestra Asociación ha mantenido unas relaciones magníficas con el APFA y la UGR.

R.R. En la actualidad, la asociación ALUMA es un referente de asociaciones universitarias de mayores, destacando sus proyectos, organización, relaciones nacionales e internacionales… ¿Qué destacaría del programa de actividades?
J.R.S. ALUMA tiene tres objetivos claros. El primero es integrar al alumnado mayor en la comunidad universitaria. El segundo es difundir el trabajo y dar a conocer las capacidades de los alumnos mayores, y el tercero es poner el mundo al alcance de nuestros asociados a través de visitas culturales, viajes, rutas de senderismo, etc.
Como he mencionado anteriormente, para nosotros, es muy importante que seamos una plataforma a través de la cual se puedan crear lazos de unión entre nuestros asociados y el resto de la comunidad universitaria. Queremos que los universitarios mayores no se encuentren aislados y que se sientan miembros de pleno derecho de la Universidad.
Para ello, desde los comienzos de ALUMA, promovemos encuentros con alumnos de otras universidades españolas y extranjeras. Desde que en el año 1997 que se inició el primer encuentro con la Universidad para Todos de Borgoña, hasta el último con la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, se han sucedido Jornadas Interuniversitarias con otras universidades como la de Salamanca, Murcia, Oporto, UNITRE de Alessandria, Toulouse, Lovaina la Nueva, Oviedo, Lublín, etc.
Además, queremos mostrar a la sociedad cómo somos los universitarios mayores, nuestras ilusiones y capacidades. Con este objetivo convocamos los concursos de relatos cortos, fotografía y pintura, un Premio Nacional de Poesía, Tertulias Poético-Literarias y encauzamos la solidaridad de los universitarios mayores a través de los conciertos que organizamos, donde se recogen productos y alimentos para la infancia que donamos al Banco de Alimentos y material escolar para los niños de los campamentos saharaui.
Desde hace veinticinco años publicamos la revista El Senado, y desde hace 8 una pequeña publicación titulada Creatividad en el Aula que recoge los poemas y relatos de nuestros asociados. En nuestra página web “alumaasociacion.com” se dispone de toda la información de las actividades que realizamos y también disponemos de un canal de YouTube, página de Facebook y un programa de radio.
R.R. Han comenzado la celebración del XXV Aniversario de la fundación de ALUMA. ¿Cuáles son los actos y actividades previstos para este acontecimiento?
J.R.S. Vamos a celebrar actos mensuales durante todo el curso, pero hemos concentrado los principales en los días 11 y 12 de noviembre de 2021. El pasado día 11 ha consistido en una conferencia del profesor D. Miguel Guirao Piñeyro, sobre el origen de ALUMA, un documental sobre la historia de ALUMA, basada en el documento gráfico de las revistas Senado y la actuación de la Tuna de Mayores Universitarios. Para el día 12 el acto principal en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la UGR, presidido por nuestra Rectora Dª Pilar Aranda Ramírez. En él se entregaron el Premio Nacional de Poesía y los premios de Fotografía y Relatos Cortos, a continuación, el Coro del APFA, para finalizar con un coctel variado de tapas y bebidas para todos los invitados.

R.R. Con 25 años de experiencia y madurez de la asociación. ¿Cómo ve su futuro?
J.R.S. El futuro de ALUMA lo veo con mucho optimismo, veo la ilusión y energía de los alumnos nuevos y la experiencia y amistad de los veteranos, las vivencias y el trabajo conjunto conseguirá que la asociación afronte los retos que salgan al camino.
Espero que la asociación, llegue a su cincuenta cumpleaños con tanta energía como ha llegado a este XXV aniversario.
Muchas gracias, presidente por su atención, muy agradecido por su disposición a responder a las preguntas y desearle muchos éxitos para la asociación ALUMA.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Artículo de Antonio de Dios Cubero, delegado de 2º curso del APFA
Es mi reflexión, lo mismo tú la compartes:
´´ Por primera vez soy plenamente consciente de que estoy en una
de las etapas de mi vida´´
Cumplir los 60 me hizo reflexionar sobre el tema, con 61 años, es una de las
expresiones que más oigo en mi entorno: ESTA ETAPA DE LA VIDA.
Ahora he meditado sobre todas las etapas por las que he pasado, y con ilusión veo
que en ninguna de ellas había un aspecto negativo, ni siquiera era consciente de que
las estaba pasando y superando con éxito, disfrutaba.
Me pregunto: ¿esta etapa tiene connotaciones distintas? Yo sigo siendo el mismo,
con más experiencia, mayores conocimientos, un grado de madurez que me puede
permitir vivir la vida, con la justa y suficiente intensidad, para estar satisfecho con mis
seres queridos y con mi consciencia.
De niño recuerdo que jugábamos en la calle, compartíamos todo con los amigos,
incluso la merienda de pan y chocolate.
Llega la pubertad, con los cambios físicos que la caracteriza, haces nuevas relaciones
en el colegio / instituto, adquieres nuevas formas de divertirte, y asumes las
obligaciones-responsabilidades correspondientes.
La década de los veinte, salgo de casa de mis padres para cursar estudios universitarios,
interaccionas con personas de distintas ciudades, culturas, etc.
Termino la universidad y un nuevo reto, hacer el servicio militar.
Ahora toca preparar oposiciones, buscar, encontrar y comenzar a desarrollar una vida
laboral.
La década de los 30, la asocio a formar una familia, evolución y consolidación de la
vida laboral, compañeros de trabajo, invertir en vivienda, la infancia de mis hijos,
colegios, juegos, parques, viajes….
Amplío las relaciones sociales a través de los padres de los compañeros del colegio
de los niños, y las actividades extra escolares de los mismos.
La década de los 40 y 50, con la adolescencia de mis hijos, lo que les enseñas y
aprendes de ellos. Compatibilizar vida familiar y laboral.
No he parado de tener por delante objetivos, retos, cambios profundos, lo que
conlleva planificar, priorizar, socializar, seguir formándome, compartir, enseñar y
aprender.
Todo esto se vive con total normalidad, la sociedad así lo asume.
Que tienen en común todas estas etapas:
Fortalezas:
▪ Las propias personas. Destacar el valor
de las mismas. Son el motor de avance.
▪ Actitud de superación.
▪ Actividades que se comparten.
▪ Desarrollo y consolidación de los grupos
de trabajo y otras actividades.
Oportunidades:
– Aceptar y disfrutar de lo nuevo.
– Socializar.
– Interés en la mejora.
– Agenda a desarrollar.
Todo esto también lo encuentro en esta nueva etapa, salvo que la sociedad tiene una
visión estereotipada de los mayores.
El pasado año, a los 60 años, me matriculo en la Universidad para Mayores de
Granada (Aula Permanente de Formación Abierta), conozco a compañeros,
profesores, y hago nuevas amistades. Encuentro una diversidad tan generalista que
enriquece. Vemos que hay muchos puntos que nos unen, entre ellos los retos y
ganas de encontrar nuevas formas de abordarlos.
Es un año especial por la pandemia del COVID-19, las clases son online y esto
conlleva aumentar la formación no sólo a través de las asignaturas impartidas por el
profesorado, también a nivel de la tecnología. Para todos, las clases online han
sido un reto que hemos vencido con éxito, con actitud de superación, disfrutando y
aceptando lo nuevo. Un ejemplo más de como interactúan tecnología y sociedad.
A través de video conferencias se han compartido experiencias, conocimientos.
El APFA ha demostrado su compromiso en realizar contribuciones significativas a los
desafíos a los que nos hemos enfrentado, generando un valor a este colectivo de
mayores; está siendo un agente activo en pro de una inteligencia colectiva
orientada a un mundo mejor, consiguiendo un desarrollo equilibrado desde una
perspectiva económica y social. La Universidad colabora a encontrar respuestas a las
transformaciones sociales como consecuencias de los cambios en la sociedad.
Voy a seguir aprendiendo, mantener la capacidad para sorprenderme por las cosas
nuevas, rapidez en olvidar las cosas negativas, mi manera de sonreír con una
mirada limpia. Adoptar iniciativas y tomar decisiones, mirando al futuro de cara a
afrontar los retos.
Ser alfarero de mis sueños, lo mismo que fui artífice del ayer, de mis raíces, creador
de mi hoy.
Vivir hoy y ahora y vivirlo en proceso progresivo y positivo para ser feliz y hacer un
mundo más feliz.
Este es mi camino y mapa de ruta. Debo asumirlo e intentarlo.

Rafael Reche: «XXV Aniversario de ALUMA. Un curso de celebración»
El mes de noviembre despierta la asociación ALUMA con las banderas ondeadas al viento, con la música que suena de fiesta y las palabras dicen y proclaman el XXV Aniversario de la Asociación de Alumnos del Aula Permanente ALUMA.
El 2021 una fecha joven para un corazón en plenitud que late a sus 25 años, en unas cabelleras desatadas que resplandecen los cabellos de plata, para unos rostros forjados por el paso de las estaciones, para unos socios que vibran en la sabiduría que el tiempo les dejó.
El 1996 y 2021 unas fechas que transcienden que unen el ayer y el hoy. El pasado con la fundación de la primera Asociación universitaria de mayores en España, a un presente con la solera madurada, las imágenes y los recuerdos grabados en la memoria, que avienta un camino de futuro aún por escribir. Un recorrido inscrito en letras de oro, de pasos que han tenido sabor a veces dulces, a veces agrio. De pasos decididos para cubrir los huecos de nuestros deseos, borrar las sombras, proyectar ilusión a los mayores universitarios a partir de los 50 años.
Todo comenzó, igual que surge del mar, una ola que se sostiene entre todas, sobrevive, esbelta y en su movimiento va creciendo en el reposado oleaje. En el mar espacioso de la Universidad de Granada, se creó un mar dentro del mar, el Aula de Mayores denominado Aula Permanente de Formación Abierta en 1994. En el activo océano sopló el viento de la necesidad, para organizar una asociación que complementase los espacios de la formación universitaria, rellenase el tiempo de tedio de las horas de jubilación, se apartarse la soledad compartiendo actividades en grupo.

Un puñado y atrevidos de soñadores le proporcionó forma a la pequeña ola de ALUMA. En 1996, entre unos pocos construyeron el proyecto de Asociación ALUMA: la joven Pilar Aranda Ramírez, actual Rectora de la Universidad de Granada, el nuevo Director del Aula APFA Miguel Guirao Pérez, y el primer presidente de la asociación, José Luis Andrade Jiménez.
En esta ocasión, la ilusión cabalgaba sobre la ola adolescente navegaba en agua desconocidas, donde el mayor jadeaba una mayor visibilidad en la sociedad actual, de la prisa, competitividad y la tecnología. Un colectivo de mayores, silenciosos pero muy vivo. La asociación ALUMA se muestra como un soplo vagabundo sin contornos que se esparce en el aire universitario y en la ciudad. Cada año que transcurre, cada nueva Junta Directiva, inaugura un prometedor futuro con innovación y adaptación a las exigencias de los nuevos socios.
En la madurez de la ola nos encontramos con la actual Junta Directiva, presidida por José Rodríguez Sánchez, y en este movimiento que no reposa abre los contornos de la Asociación a otras dimensiones.
Escalera de horas y meses y años: Allá arriba nos encontramos en el descansillo de los 25 años. Con una Asociación, renovada, inquieta y en continua transformación. Establece los lazos de hermandad con intercambios universitarios anuales con Universidades y Asociaciones de mayores, sénior, de la experiencia, de la tercera edad … de ámbito Nacional e Internacional en Europa.

Activa el espacio creativo con concursos literarios, de arte en pintura y fotografía y con el mecenazgo de la actual Rectora de la Universidad de Granada Pilar Aranda en el 2020 se funda el Premio Nacional de Poesía de ALUMA donde todas las asociaciones de universitarios mayores españolas pueden participar.
Despierta el amor por la propia tierra, con visitas culturales en la misma ciudad “Desgranando Granada” y abre fronteras para conocer otros lugares en España “Conociendo nuestra tierra”. Siente la solidaridad con los más frágiles: los niños, con conciertos solidarios anuales.

Este curso universitario 2021/2022, nos vestimos de celebración para el XXV Aniversario de ALUMA. Comenzaron los actos de celebración el 11 y 12 de noviembre en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. Queremos ser agradecidos. En la amplia lista “ni están todos lo que son, ni son todos los que están”
Hoy rendimos un merecido homenaje a los fallecidos que construyeron la asociación ladrillo a ladrillo, aquellos que se fueron año tras año y nadie sabe en qué silencio se hayan. José Luis Andrade, Lali Vargas, Charo Ruiz …
Hoy rendimos un especial homenaje a la Universidad de Granada y al Aula de Mayores (APFA), que dieron y mantiene el cuerpo y el espíritu universitario de ALUMA. Pilar Aranda, Miguel Guirao, María del Mar Morales, Concha Argente, Juan Carlos Maroto, José María Roa, María del Carmen García Garnica, Juan Antonio Maldonado…
Hoy rendimos un afectuoso homenaje a las instituciones públicas y políticas que han multiplicado su apoyo y abierto puertas. Ayuntamiento y Diputación de Granada, Parlamentarios de la Junta de Andalucía y de Europa… María José Sánchez Rubio, Francisco Cuenca, Clara Aguilera, Rosa Baena Olvido….
Hoy rendimos un efusivo homenaje a las empresas, negocios y particulares, siempre dispuestos a cualquier hora para trabajar por la Asociación. Agencias de Viajes, Autobuses Leo, Imprime con Yolanda, Guía Rafael Villanueva…

Hoy rendimos un tierno homenaje a las Asociaciones, Federaciones y Confederación de estudiantes mayores de España, que han fomentado la hermandad y la amistad. Asturias PUMUO, Gran Canarias PERITIA ET DOCTRINA, Sevilla Aula de la Experiencia, Madrid, CAUMAS…
Hoy rendimos el más grande homenaje a todos los socios, desde el socio Numero 1 al último incorporado 2.600. Un ejército de jóvenes mayores que le han echado vida a los años y son la esencia y alma de la Asociación ALUMA.
Durante el curso 2021/2022, tendrá un amplio programa de actos para conmemorar el XXV Aniversario de la fundación de ALUMA.
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Rafael Reche: « XXV aniversario ALUMA. Los concursos alimentan la creatividad»
Hay una edad de oro que duerme en cada uno de nosotros y solo espera un signo para despertar. Los universitarios mayores en su segunda etapa de la vida, disponen de la oportunidad de moldear el tiempo a sus gustos, de regenerar la experiencia de toda una vida para encausarla en expresiones artísticas, conscientes de convertir un sueño en una realidad, sin pretensiones algunas.
Nos llega el momento de descubrirnos, hemos dejado de ser multitud en esa multitud en el trabajo, hemos dejado la inestabilidad del estrés y las prisas en un mundo competitivo, hemos conseguido quedarnos quieto en el centro del circulo que dibujamos nosotros mismo. La quietud no significa pasividad si no poner en pie al joven que tenemos en el interior, atravesar el puente al otro lado para descubrir nuestra sensibilidad, reactivar la creatividad y disfrutar de nuestra propia obra.

La Universidad con su programa universitario para mayores, nos siembra inquietudes, capacidad para investigar, técnicas para desarrollarla, como la pintura, fotografía, historia… La asociación de alumnos ALUMA, lo materializa en muestras públicas, en salas de exposiciones, difusión a través de redes sociales y el universo de internet, publicaciones en revistas y libros, tertulias y recitales.
Cada mañana cuando me levanto, pienso que hoy es el día uno, me toca inaugurar el tiempo. Lo primero que cae son las fechas, las hojas del calendario en un otoño permanente y me pregunto en mi propia soledad ¿QuÉ huella vamos dejando? ¿Cuánto la huella hablará de uno?
Desde este muro donde escribo cada semana, he aprendido de los demás, del caudal de riqueza de mis compañeros y amigos universitarios mayores. Ellos, han expresado con nostalgia y orgullo, sus historias de vida, de su pueblo, sus aficiones, saltando con esfuerzo la barrera de la timidez, deleitándonos con la sencillez de su lenguaje, el esplendor y la desdicha del mundo impasible que les tocó vivir, dejando una parte de ellos mismo en su relato escrito, su pequeña huella grabada ha quedado en nuestro recuerdo. Ella, me habla de su paraíso perdido en las montañas de Asturias (Tiñana). Él dejaba su sabor canario en sus letras (Arucas). Ella, vuelve su mirada de su infancia en el remoto pueblo de La Carlota (Argentina). Él, deja su estela de sufrimiento y soledad en parte del guion escrito de emigrante en Alemania. Relatos tras relato de hombres y mujeres, de nuestro tiempo que nos trasmiten sus estelas de vida.

La asociación de estudiantes ALUMA, en esta década, crea unos espacios artísticos para sacar de la isla del anonimato a los compañeros con inquietudes, sacudiéndoles el miedo y proyectando su creatividad artística, promoviendo cada año diversos concursos.
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La vista se proyecta en imágenes, crea tensión, crea pasión, crea belleza. “Concurso de Fotografía”.
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La sujeción del arte a un realismo fundido por la paleta de un pintor. “Concurso de Pintura”.
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Las palabras tienen sabor, una redondez a veces agría, a veces dulce en pequeñas historias “Concurso de Relatos Cortos”.
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El poeta de ayer y de hoy, escribe con la misma fuerza vital en un canto a los sentimientos “Concurso Nacional de Poesía ALUMA” .

A los mayores universitarios aún nos queda un largo camino por escribir, pintar, fotografiar. Las asociaciones ponen el escaparate y nosotros el contenido interior, unos como artista y otros como espectadores amantes del arte.

Los concursos literarios y de artes plásticas, asciende y descendiente por la geografía de nuestro país, en un intercambio de hermandad donde los alumnos de Granada pueden participar en certámenes organizados por otras asociaciones, como ha sido el caso de la Asociación AUDEMA de Alcalá de Henares con el concurso de Microrrelatos “José Vicente Marqués Martín” o el concurso de poesía y relatos cortos de la Asociación de Alumnos PUMUO de Asturias, y otros más que sería extenso mencionar.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «XXV aniversario ALUMA. Viajes interuniversitarios en Europa»
¡Qué hermosas las montañas con la espesura de bosques, qué hermosas las ciudades esculpidas con la sobriedad del pasado y la rebeldía de lo moderno, qué hermosura traspasar fronteras y encontrar una cara amiga!
Confieso que al acabo de vivir de tantos años, siento que tengo que vivir más, que he sido absorbido por el tiempo, por ese tiempo implacable que nunca se ha detenido, que me ha ignorado, que no me ha dado mi espacio de libertad. Necesito salir de mi escondite para viajar, conocer algo más lejano, asaltar un mundo distinto al mío, con otras costumbres, con otras formas.
Ojeo el álbum de imágenes de los 25 años de la asociación de universitarios mayores ALUMA. Allí están, los veo de frente agrupados en una piña dentro del marco de la foto, con unas sonrisas, los veo en el recalo de una plaza, de espalda a un monumento, los veo envueltos en la magia del lugar dándole sentido a la vida.
Uno de los atractivos de las actividades de la asociación son los viajes culturales y turísticos. Pretendo daros a conocer la fascinación de los viajes interuniversitarios europeos con otras universidades y asociaciones de mayores, una iniciativa de la asociación con su toque especial y genuino.
Está claro que vivimos en una sociedad abierta, en Europa las fronteras se han diluido y que los mayores de hoy disponemos de una fuerza vital y lucidez que nos permiten asumir retos y aventuras, como decía Nietzsche “No la vida eterna, sino la eterna vivacidad, es lo que importa”.
Cada viaje a un país y Universidad de Mayores europea nos adentra en los primeros pasos a lo desconocido, en abrir una vía nueva no explorada anteriormente. Un año antes se inicia los tibios contactos en el idioma nativo de ellos, o en el inglés universal para todos. Mes a mes se madura el proyecto con un amplio equipo de trabajo desde ALUMA en coordinación con el Aula de Mayores (APFA), se une por vía telemática los responsables de la Universidad europea y se le da forma en una Agencia de Viajes de Granada al programa de viaje. Todas las mentes y manos unidas para hacer que un sueño se convierta en realidad, que estudiantes mayores de la Universidad de Granada compartan días de convivencia con sus compañeros homólogos extranjeros, se visiten parte de las riquezas culturales, turísticas y gastronómicas del país.

En el año 2014, con una nueva Junta Directiva en ALUMA, con un espíritu renovado e inquieto, la sorpresa de lo inesperado no tardó en aparecer. Visitaba la ciudad un grupo de compañeros de la Universidad Senior de Oporto y en su agenda de visita la asociación le programó asistir a la exposición de pintura homenaje al Greco, obras realizadas por alumnos del Taller de creatividad del Aula. El destino caprichoso me dio la oportunidad de presentarle la muestra. La novedad y bellezas de los cuadros cautivaron a los portugueses. En una ocasión única se presentó la oportunidad de proponerle una exposición en Oporto en su Universidad. Llevamos a las imágenes en la creatividad y añadimos la musicalidad de las voces con el Coro del Aula Permanente.
La promesa se convirtió en una realidad tangible, partiendo casi de cero, al no tener precedentes recientes. Los recuerdos de los socios más antiguos suben y bajan como una ola, la distancia en el tiempo cubre de niebla los datos concretos de visitas al extranjero. En la revista Senado se recoge que, en el año 1997, nos visitaron en Granada los universitarios mayores franceses de la ciudad de Dijon, años posteriores un grupo de mayores belgas de la Universidad de Mayores de Lovaina la Nueva.

El primer encuentro universitario en Oporto en abril 2015, se transformó en el puerto inicial de una ruta de navegación por otras ciudades europeas, cada año partíamos como jóvenes Erasmus a conocer y hermanarnos con los estudiantes mayores, no importó la distancia, no importó el idioma, no importó la idiosincrasia de su país, todos compartíamos ilusión, todos rebosamos de juventud acumulada en nuestros rostros, todos dimos amor y recibimos más amor. En nuestra maleta de vuelta a Granada llevamos la riqueza de la amistad y la satisfacción de conocer un país con otra mirada.
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2015. Oporto. Universidad Senior de Porto.
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2016. Alessandria (Italia). Universidad de la Tercera Edad. UNITRE.
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2017. Toulouse (Francia). Universidad de Mayores.
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2018. Lovaina la Nueva (Bélgica). Universidad de Mayores.
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2019. Lublin (Polonia). Universidad de la Tercera Edad.
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2020. Salzburgo (Austria). Suspendida por la epidemia COVID.
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2021. Oporto y Portugal. Alumnos mayores de la Universidad Senior (se inicia el viaje el 31 de oct. No se visita al Universidad por las medidas COVID).

Las anécdotas cobran vida en la memoria. Compartimos incontables horas: de visitas turísticas, comidas de hermandad y celebraciones con nuestros compañeros europeos, su contenido llenaría las páginas de un libro. Algunas relataré para saciar la curiosidad del lector.
Con un recibimiento espectacular en la Universidad de Lublin, después del acto académico de presentación pasamos al comedor de estudiantes. Me llama la atención como un grupo de granadinas se tronchaban de risa con varias polacas. Las observo a ellas de espalda y no daba crédito a lo que veía ¿Cómo se pueden entender si no saben polaco? Me acerqué con sigilo y las sorprendí con un móvil en la mano, le hablaban en español y el traductor google le respondía en polaco.
El día de la fiesta granadina de la Cruz, nos sorprendió en la agraciada ciudad italiana de Alessandria. Los italianos con su carácter abierto latino, elegantes y hospitalarios, nos preparan una cena de hermandad, en una sala de una belleza exquisita con techos acristalados, un lugar con el encanto de los palacios. Antes de salir del hotel, les recuerdo a nuestra expedición, el uso de la ropa adecuada al acto. Me quedé con la boca abierta, de asombro, cuando veo desfilar algunas granadinas, con su paso firme, el clavel en el pelo y el mantón de Manila sobre los hombres. Como dicen en mi Cádiz, un auténtico “pelotazo”. Al finalizar la cena, no pude evitar que las lágrimas colmaran mis ojos, cuando en un coro de españoles e italianos, cantábamos “Granada, tierra soñada por mí”.

La tarde caía sobre Lovaina la Nueva. Nos citaron los belgas a la merienda. Con sus manos elaboraron un repertorio de dulces y pasteles, con café e infusiones. Las bandejas pasan y su contenido volaba, repetían y repetían, sin tregua alguna, el apetito de los españoles era insaciable. Los belgas felices del éxito de sus agasajos y nosotros en agradecimiento arrancamos a tocar las palmas, cantar y bailar el folclore andaluz: La Reja, Alegrías de Cádiz, Sevillanas…y el salón se convirtió en una improvisaba caseta de feria del Corpus.

Un millón de gracias a nuestros amigos y compañeros de Oporto, Alessandria, Toulouse, Lovaina la Nueva y Lublin. Por la horas de felicidad que nos habéis proporcionado.
En otra ocasión retomaré, con más historias de los viajes interuniversitarios europeos y nacionales.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
INTIMIDAD
Álvaro Ramos
Me ha costado mucho trabajo coger la pluma y transcribir las líneas que siguen,
por que no se trata de plasmar un relato que la musa ha puesto a tu
disposición, no, es una reflexión que me ha calado hondo y que, en cierta
forma, va a cambiar mi vida. Es mi intimidad
El otro día, cuando íbamos unos cuantos compañeros de ruta por la sierra de la
Alfaguara, les decía que intentaran estar en silencio y ver el paisaje que se
extendía a sus pies. Un valle de vegetación con sus tonalidades verdes en una
inmensa gama, desde el más oscuro al más claro, y todo ello salpicado con
otros colores que se desprendían según la planta donde la luz del sol se
reflejara. Todo ello envuelto, bueno no, envuelto no, inmerso, en una atmósfera
de neblina presente, casi transparente, casi asible, que le daba al conjunto la
vida que ese paisaje desprendía. Les hacía hincapié que ese marco se
magnificaba cuando al frente, la sierra estaba nevada. Su blancura, casi
hiriente por el reflejo del sol, contrasta con esa neblina del valle y te embarga
una sensación de vida que no puedes percibir en otro lado. Es vida y no la
vives con frecuencia; es tan distinta a tu cotidianidad que crece el deseo de
disfrutarla.
Íbamos muchos para que el silencio fuese efectivo y también creo que lo que
yo describía era tan personal, que solo tenía el valor de anécdota. Cada uno lo
vería de una determinada forma y le llegará como vivencia diferente. La belleza
existe, pero la percepción de ella es diferente a cada individuo.
Siempre he disfrutado de la naturaleza y son muchos los sinsabores y
problemas que se han aliviado solo con su contemplación. La vida me ha sido
más llevadera desde que empecé a internarme en esos bosques de
repoblación, a observar el rastro de los jabalíes en su búsqueda de comida, en
la ardilla correosa y ágil, en el paisaje, casi marciano, de nuestra sierra y por
eso el ir con muchos compañeros no era el mejor disfrute para mí. Solo era
enseñar mi felicidad a los demás. ¿Egoísmo puro?. Tampoco es eso, compartir
lo que te gusta con los demás y de forma gratuita, es parte de mi concepto de
vida. Esa era mi intención. Pero si hoy doy las gracias a todos es por el gran
descubrimiento que he realizado en mi interior. Cuando trataba de describir el
paisaje no encontraba las palabras para hacerlo porque yo era parte de ese
paisaje, veía diferentes colores, era yo esos colores, mi interior albergaba la
vida que se intuía allí abajo, yo era la atmosfera cargada y densa de esa
mañana, que sentía fresquita. La sierra, aún no nevada me arropaba y me
mandaba algún que otro viento fresco. Era el topillo, el jabalí. Nada me era
ajeno. Yo era parte de todo.
Esto me ha turbado y me ha hecho sentir sensaciones indescriptibles. Pero lo
que más me ha llamado la atención es que sintiéndome todo, lo que más me
llenaba era la conversación con mis compañeros de ruta. Escuchar y
conversar.
He descubierto que el compañero fulano hablándome de sus aficiones me
estaba diciendo que sentía añoranza de amistad; la compañera equis que con
tantas amigas sale y entra, está muy sola; que aquella que no deja de asegurar
lo sola que está, no es así, es simplemente que ya no impone su deseo al que
le rodea.
He descubierto que mis carencias las cubro con la presencia de mis
compañeros, que unos con otros, llenamos esos huecos que todos tenemos y
que muchas veces ignoramos y la mayoría no sabemos cómo cubrir. Es verdad
que la naturaleza me ha cambiado, me ha cambiado tanto que me he dado
cuenta de la necesidad que tenemos los unos de los otros. Esto no es un
concepto académico y abstracto, lo puede ser a otra edad, a nuestra edad la
necesidad es tan real que el que la rechaza enferma y con un poder de
contagio máximo.
Sí, he cambiado. He empezado a leer “Escuchar para ser” de Franz Jalics.
Quiero que mi relación con los demás sea una escucha para ayudar y ser
ayudado, en definitiva, para realizarme. Quiero ser naturaleza, pero también
complemento de mi compañero, quiero que me ayuden en mis deficiencias y
faciliten mi vida y yo con la mía, facilitar la vida de los demás.
Álvaro Ramos
Rafael Reche: «XXV Aniversario ALUMA, el reencuentro y comida de convivencia»
Me sumergí en el aire gozoso del reencuentro, olí el tomillo, sentí el rumor codiciado de las fuentes y los arroyos, la música cercana del trinar de los pájaros, la luz efímera del día entre pinos. Salimos al campo los universitarios mayores después de la pandemia y allí seguía la vida.
Pretendo seguir como hasta ahora, trazando cada semana una historia, con la misma mirada serena, con los mismos ojos tallados por los años, con el saber que me ampara los 12 años de estudiante y asociado en el Aula Universitaria de Mayores (APFA) y en la asociación de alumnos ALUMA.
Pretendo pararme y compartir contigo, mis fieles palabras sobre los 25 años de una asociación, echa sobre si misma años tras año, curso tras curso. Abrir un reconocimiento a los hombres y mujeres anónimos que desde 1996 hasta el 2021, constituyeron y construimos el armazón de una asociación de estudiantes mayores: madura, moderna y plural.

Mi puño vivo, anota día a día, cada nueva inscripción en el veterano libro de socios convertido en un testigo mudo del paso del tiempo y de nuestra herencia. Un listado sucesivo de nombres y apellidos. El número 1 el socio José Luis Andrade deja su huella de nostalgia y con la tinta fresca anotó a la socia 2.560 María del Pilar L.R. Un espacio en páginas donde el olvido no tiene cabida, donde el reloj no ha parado en 25 años.
A esta edad, nos damos cuenta que las cosas de valor no lo eran tanto y que las cosas sencillas guardan más atractivo, nos dejan su dulzor y frescura. Ahora miro al pasado y al presente de la asociación ALUMA y vuelvo la mirada a cada principio del curso en el Aula de Mayores, al mes de octubre, en una Granada bajo un otoño sin edad que se precipita de árbol en árbol, en un manto colorido y vivo.
La asociación rompe la inercia en una primera actividad, en una llamada para todos. “La comida de Convivencia”. Avivar de nuevo la vida en sociedad, despertar el espíritu universitario aletargado por el estío, en un lugar de encuentro fuera de la ciudad. Llegan los nuevos socios con su ligero atavío de incertidumbre ante lo ajeno, llegan los veteranos con su cimentada amistad, con el destello de la alegría en sus rostros.
En los umbrales de ALUMA, el lugar de reunión se situaba en un restaurante aislado en la carretera del pantano de Quéntar. Asomado a un balcón de la naturaleza se convertía en un santuario donde la quietud y el tiempo dejaba paso a la charla distendida con una fluida relación entre grupos de estudiantes. El establecimiento servía las bebidas gratuitas, como una barra libre en cervezas y refrescos (Un paralelismo con los barriles de los jóvenes universitarios). Desde aquel mirador abierto donde latían las montañas en la lejanía y la plenitud del espacio abierto en la cercanía.
Acabado el ritual del aperitivo, se pasaba al comedor. Un universo variado de platos y olores cubrían las mesas, cada socio contribuía con su exquisitez culinaria para compartir con los demás. Un auténtico festín de manjares preparado con cariño y esmero.

En los últimos años, para que la monotonía no se adueñara de uno mismo, repitiendo lo mismo de ediciones anteriores. La comida de convivencia cambió en una rotación completa, para permanecer en el deseo e incrementar la ilusión de los socios universitarios. Avanzamos, renovamos a las nuevas realidades de las manos de las nuevas generaciones que se incorporaban a la asociación. Darle crédito a la imaginación ha sido el criterio de la Junta Directiva de ALUMA.
De la solidez de un restaurante pasamos a la plenitud de un hábitat abierto y natural como La Fuente de los Potros ubicada en el corazón del Parque Natural de la Sierra de Huétor en Granada. De la quietud sentado en una mesa cambiamos a caminar por senderos a retomar juegos de la infancia por equipos: “la sogatira”, “el pañuelo”, “la comba”, “el Quema” con la pelota …. De la comida en el recipiente táper, a la paella para más de cien comensales elaborada en pleno campo. Sentados en mesas rusticas de maderas a la sombra de los chopos, álamos y pinos, compartimos el arroz, las viandas caseras y sobre todo la amistad y las risas que se espacian como el viento entre los árboles. Al final el espíritu competitivo surgía en la creatividad y el arte en un concurso de postres entre los más reposteros, con el predominio claro de las chicas.
Llegó la epidemia y todo se paró. Llegó el otoño 2021, con miedo e incertidumbre emprendimos el retorno de la Comida de Convivencia. Con un estudio de las limitaciones sanitarias, fundimos la experiencia del pasado y la reciente para sacar adelante el reencuentro de los nuevos y veteranos socios de ALUMA.

Buscamos una fecha viva, buscamos el sol de la mañana y buscamos en el 8 de octubre, aquello que tanto anhelábamos. Con el ansia de retomar a la normalidad y del reencuentro con los compañeros, la llamada encontró una generosa acogida. 2 autobuses completos y algunos vehículos, nos dimos cita en la Sierra de la Alfaguara en el Parque Natural de Sierra de Huétor, en una jornada que calentaba el sol el aire fresco de las alturas.
Divididos en 2 grupos, en 2 miradas distintas para la misma naturaleza. Unos partieron para el jardín botánico, un área de rica biodiversidad de plantas y árboles: cedros, pinsapos, árces… El otro grupo más dinámico emprendió un recorrido sinuoso entre pinares. A cada paso se esculpe la belleza del entorno en una claridad pacifica, el camino se repliega para llegar al fantasmagórico Sanatorio de Tuberculosos que renace de su ruina.
Al regreso, la amplia terraza nos acoge, las frias cervezas Alhambra calma la sed del andarín. Ha llegado el momento de compartir los aperitivos elaborados o encargados por cada asociado. Una gloria de sabores y variedades se extiende entre las mesas, no falta el toque granadino. Manuel Alcalá, amigo y compa, sugerente y original, trae del pueblo de Jun una inmensa saladilla, cuyo tamaño desproporcionado digno de un record Guinness, pero mesas más adelante Ana Jiménez nos sorprende con un colosal pan elaborado en el pueblo de Zagra, con su aceite virgen. Ella siempre tan integrada, abierta y solidaria, disfruta como una joven repartiendo trozos del rico pan al horno con la inscripción “XXV aniversario de ALUMA”. En plena euforia, nos sorprende el exquisito arroz campero, confeccionado por el restaurante.
La comida de convivencia es un tesoro de amistad y compañerismo que conserva y mantiene la Asociación ALUMA. Digno de recordar en su XXV Aniversario.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «Vuelta a clase en la Universidad y el XXV Aniversario ALUMA»
No nací aquí, no era mi ciudad, pero la volví mía. Granada lo es todo, sueño y vivo en esta ciudad de acogida.
Llega el otoño, se deshoja el árbol de la epidemia, renace la pura vida de las cenizas del volcán. Fluyo en las calles con los ojos abiertos entre las galerías de colores resonantes del verde al amarillo, subo los peldaños que me conducen al pórtico de columnas majestuosa, la puerta acristalada se abre al templo de la sabiduría, los corredores relucen bajo los arcos de la luz que penetra por los ventanales, un rio humano se desliza por él, el murmullo de conversaciones asciende, se expande en palabras incompresibles y jadeante, voces amortiguadas por las mascarillas. Nos queda solo una brizna del pasado reciente. Las aulas permanecen clavadas en su sitio, los asientos alineados en espera, la pizarra pulida sin pensamiento alguno. Todo se ha abierto sobre sí mismo para los estudiantes mayores de la Universidad de Mayores de Granada.
En la libreta de mi memoria, busco porque siguen vivas, las sonrisas, bromas, anécdotas, instantes, los rostros de los amigos y compañeros, que guardé hace casi dos años cuando el virus nos asaltó sin aviso y las clases se clausuraron.
Después de tanta vigilia, nos incorporamos a las primeras clases, aún con medio rostro, la mascarilla nos mantiene el trazo de lo perdido y no recobrado. En el primer encuentro con compañeros, igual que cuando salimos de la oscuridad a la luz, los ojos nos desfiguran la realidad. Él o ella, se nos acerca con sus ojos translucidos de alegría ante el reencuentro.
Desliza un cálido saludo: ¡Hola! ¿Cómo estás? ¡Qué alegría verte!….
Un enjambre de dudas hace irrupción, por los corredores sin fin de la memoria:
¡Se parece a esta persona y si no lo es! la mascarilla te deja el 50% de incertidumbre y el otro 50% de tus neuronas que se han vuelto vagas en la pandemia.
En segundos se recobra la consciencia de quien es, la felicidad se vuelca en una amplia sonrisa y se inicia el nuevo ritual de cortejo de presentación en sus diversas formas: choque de codos, juntar los puños, inclinación tipo oriental y con los más atrevidos el abrazo o apretón de manos de toda la vida.

Yo estoy quieto, expectante, sentado en el semicírculo de la clase escalonada. Cada curso vuelvo a donde empecé a sentirme un discípulo con ansias de aprender. La profesora levanta su voz, nos devuelve su mirada resuelta y satisfecha a la constelación de rostros que la contemplan sumergidos en un remanso de silencio. Alrededor de cien alumnos. Ella, proyecta su primera imagen y lanza una pregunta viva en el tiempo al auditorio ¿Qué es un fósil?, como asciende una columna de humo, la interrogación se expande cubriendo todo el espacio y no puedo evitar una risa espontanea cuando un compañero, en voz baja comenta ¡algunos de los que estamos aquí!. La chispa de humor espontanea, se convierte en el mejor síntoma de salud y del joven que aún sale y habla desde el interior.

Elvira Martín, estrena asignatura en el Aula de Mayores “los fósiles nos cuentan su pasado” y en su maestría docente, nos revela el arte de la vida que sobrevive a los millones de años. ¿Qué insignificante me siento? Cuando la medida del tiempo en Geología es de millones de años y la Tierra existe desde hace 4.500 millones de años.
Termina la sección del seminario y asignaturas. Una marcha incontenible de alumnos ocupan los pasillos de salida, en la puerta entre las mastodónticas columnas se agrupan en pequeños corros, desciende la noche, algunos aceleran el paso para no perder el autobús para los pueblos, otros prefieren la conversación, el café o las cervezas para recupéralas del vacío que nos dejó la pandemia.

Todavía subyugado por los efectos de la clase de Paleontología ante el sincronismo del universo tan perfecto y tan libre, me hace ajustar los sentidos del tiempo y me pongo a escribir sobre los 25 años de la Asociación de Alumnos del Aula Permanente ALUMA.
En este amarillo otoñal del 2021, se avivan los colores de la Asociación ALUMA que celebra el XXV aniversario de su creación.
Quedan distantes los sueños de sus fundadores, pequeños dioses que en 1996 dieron el soplo de vida a lo que constituye hoy día nuestra asociación de estudiantes y ex alumnos del Aula Permanente de Formación Abierta. Una joven de 25 años y a su vez la más veterana de las asociaciones en España. La actual Rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda dos años antes, puso la primera semilla en nuestro país de la creación de una Universidad pensada y diseñada para los mayores a partir de los 50, donde el conocimiento y la cultura fuera universal para este colectivo.
En una simbiosis perdurable Aula de Mayores (APFA) de la Universidad de Granada y ALUMA han caminado, entrelazadas, sintiéndose juntas avanzando en proyectos y quizás en lo más importante en crear ilusión en los mayores.

Hoy disfruto a la orilla de los XXV años y desde esta ventana al mundo digital, fluye el deseo de escribir y evocar los pilares que sostienen a lo largo del tiempo una asociación en continua evolución y en paralelo conservadora de sus tradiciones. Resulta indudable que para sobrevivir hay que adaptarse, abrirse a las nuevas generaciones de mayores que en 25 años han cambiado sin dejar de volver el rostro aquellos primeros socios fundadores que continúan con nosotros.
Desde nuestra humilde posición queremos darle la vuelta al mundo distorsionado con que miran a los mayores, algo ha girado en nuestro favor en 25 años. Las asociaciones de universitarios mayores le han dado visibilidad en la sociedad y protagonismo.

Cambiar la soledad por la compañía con actividades colectivas, cambiar la sombra de la habitación por la luz del sol en el campo y paseos culturales, cambiar la quietud y abatimiento por la creatividad y el arte en la escritura, la pintura, la fotografía, cambiar el sillón del salón por el asiento del avión o del autobús viajando a países sin fronteras.
25 años soñando y despertando ilusiones en los mayores de juventud acumulada. ALUMA es algo más que una asociación como miles que existen, Es una manera de sentirse, amable y familiar de un grupo de hombres y mujeres que son universitarios mayores o lo fueron.
Cumple años ALUMA y desde esta ventana de IDEAL EN CLASE, quiero navegar entre el pasado y el presente, dibujaros la geometría de una asociación rica en proyectos e historia, siempre al compás de la Universidad de Granada y de su Aula (APFA). En ese abanico: La revista El Senado, los viajes interuniversitarios europeos, los actos solidarios, las comidas de hermandad y convivencia…

Rafael Reche: «Ante las puertas del nuevo curso universitario, con el subdirector del Aula, Juan Antonio Maldonado»
Llega el otoño, llega octubre y llega el nuevo curso para los maduros estudiantes universitarios. Nos sentimos un hombre o una mujer nueva que ha atravesado la tupida tiniebla de la pandemia para adentrarnos en una sociedad transformada en lo colectivo y lo individual, consecuencia de los reflejos colaterales de un virus.
Iniciamos las clases con la ilusión en nuestro rostro, con la pasión en el corazón del reencuentro con los compañeros del Aula y prendidos por la vitalidad ante la hermosura de la vuelta a la vida.
Es el momento ideal de presentaros al subdirector del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada. Juan Antonio Maldonado Jurado. Él desempeña su labor principal en el desarrollo del Programa Universitario de Mayores en Granada y sus sedes (Ceuta, Melilla, Baza, Guadix y Motril).

Juan Antonio, un hombre cercano en el trato, con una fuerza vital que contagia, de mente lúcida que lo convierte en resolutivo para cualquier dificultad, dotado de un sutil sentido del humor que prende las sonrisas en su compañía. Como persona, natural y abierto, amigo de sus amigos, como docente volcado con sus alumnos y en especial con los universitarios mayores del Aula Permanente (APFA). Ha practicado la seducción sobre nosotros como arte para conducirnos a las nuevas tecnologías aplicadas en el Programa Universitario (Matriculación, Videoconferencias, aplicaciones como Ecampus…).
Con un amplio currículo que en dos palabras intento definirlo:
Torrecampeño afincado en Granada desde que llegó a estudiar Matemáticas a la UGR, lugar en que se doctoró y es Profesor Titular de Universidad, y donde lleva ejerciendo desde hace ya treinta y cinco años su labor docente a futuros matemáticos y estadísticos. Subdirector en el Aula Permanente de Formación Abierta, cargo que ocupa desde el curso 2018/19, aunque ya colaboraba con dicho Centro en tareas de evaluación.
Él se considera: Marido, padre, abuelo y amigo de sus amigos.

Rafael Reche. En primer lugar, expresarte el agradecimiento de los estudiantes por el esfuerzo y dedicación de la Dirección del Aula por mantener el Programa Universitario de Mayores ante las restricciones de la pandemia. ¿Cómo evaluarías la experiencia del curso anterior, para los profesores y los alumnos?
Juan Antonio Maldonado. Tengo que empezar diciendo que la principal lección aprendida es que el alumnado del APFA ha demostrado una vez más su capacidad y valía para afrontar cualquier tipo de dificultad. Y a la que se enfrentaban el pasado curso académico no era la de menor envergadura, pues suponía todo un reto no solo el cambio de sistema docente presencial a digital, sino su implicación en tareas hasta ahora desconocidas por una gran parte (conferencias online, webinars, etc.), sin olvidar su lucha constante por superar los indeseables efectos que nos ha dejado y nos está dejando la pandemia, sobre todo la pérdida de seres queridos.
Igualmente tengo que decir del profesorado, que tuvo que cambiar de chip de la noche a la mañana, siempre con predisposición, motivación, entrega y responsabilidad sin límites. Y no menos importante ha sido la absoluta implicación y disponibilidad del equipo de administración del APFA.

R.R. Una ola de optimismo nos acoge, ante la vacunación y el descenso de los contagios. ¿Es posible afrontar un curso con la normalidad habitual?
J.A.M. Ese es nuestro mayor deseo, si bien somos conscientes de que no hay que bajar la guardia en la situación en la que aún nos encontramos. Seguiremos siempre las directrices que nos vayan marcando las autoridades sanitarias y académicas en cada momento.
A día de hoy, aplicamos la máxima presencialidad posible, como en el resto de titulaciones de la Universidad de Granada, con las medidas de precaución a las que ya nos adecuamos a principios del curso pasado (mascarillas, gel, medidores de CO2, ..), pero esta vez con todo el alumnado en clase presencial.
R.R. En una primera impresión, el Programa Universitario de Mayores se presenta con un contenido variado, atractivo y de calidad, para los niveles del primer y segundo ciclo. ¿Qué novedades nos puede resaltar?
J.A.M. Nuestro Programa Universitario de Mayores mantiene su carácter globalizador de materias de todas las áreas de conocimiento (Ciencias, Ciencias de la Salud, Ingeniería y Arquitectura, Ciencias Sociales y Jurídicas, Arte y Humanidades), y cuenta con el respaldo de la evaluación recogida en los cuestionarios de opinión, que se tiene en cuenta para confeccionar los programas sucesivos.
Como novedades, respecto del programa presencial, cabe destacar un seminario con un marcado carácter intergeneracional y de inclusión, o uno dedicado a las novedades en nuevas tecnologías e Informática que, como dice nuestro alumnado, “han llegado para quedarse”.
La principal novedad tiene que ver precisamente con la formación online. En este mes de octubre hemos lanzado una experiencia piloto, atendiendo a diferentes peticiones recibidas desde muy distintos ámbitos y lugares.
Se trata de un programa exclusivamente virtual, que responde a la necesidad de contar con un programa abierto a personas mayores que deseen recibir este curso 2021-22 solo enseñanza virtual, evitando de esta forma tanto cualquier tipo de salida de riesgo, dada la especial situación en que nos encontramos, como cualquier problema de movilidad o distancia.
Partiendo de esta base, proponemos un programa paralelo al programa presencial existente en el APFA, que sea accesible a toda persona con la única condición de tener 50 años o más, sin importar procedencia, estudios, o cualquier otra.
Consta de 12 asignaturas que intentan cubrir las diferentes ramas de conocimiento.
Cada asignatura se impartirá virtualmente en 8 sesiones de una hora y media de duración cada una y los materiales para su seguimiento estarán disponibles en la plataforma de apoyo docente eCampus. Las clases virtuales se impartirán mediante Google Meet.
El programa se desarrollará de forma virtual durante los meses de noviembre de 2021 a mayo de 2022, dividido en dos cuatrimestres: el primero, de noviembre a febrero, con un total de 6 asignaturas; y el segundo de febrero a mayo, con un total de 6 asignaturas.
Toda la información disponible se encuentra en nuestra web: https://apfa.ugr.es y animo a todas las personas que se inclinen por esta tipología a que se matriculen durante este mes de octubre.

R.R. Enhorabuena por los premios concedidos al Aula Permanente (APFA) a nivel Autonómico, local y de la Universidad de Granada. ¿Qué nos puedes contar sobre estos reconocimientos de la sociedad a la labor del Aula de Universitaria de Mayores?
J.A.M. Los premios, los reconocimientos, como estímulo y como incentivo, refuerzan nuestra labor, a la vez que nos implican enormemente en responsabilidad.
Y todos los que ha recibido el Aula Permanente de la Universidad de Granada, durante su dilatada trayectoria, son compartidos por esta gran familia formada por el alumnado, el profesorado, las asociaciones de alumnos y el equipo de dirección y administración del APFA.
No tenemos más que palabras de gratitud para todos los que nos acompañan en este proyecto, y para quienes de alguna forma dejan constancia de su reconocimiento a nuestra labor. Es una fuente más de nuestra ilusión, responsabilidad y ganas de crecer.
R.R. Como experto en el análisis y evaluación estadísticos, me gustaría preguntarle: ¿Cuál es el grado de satisfacción de los alumno y profesores del Programa Universitario?
J.A.M. Con el auxilio de la Estadística, es posible conocer, aunque sea parcialmente, la realidad cuando esa realidad se desarrolla en ambiente de incertidumbre, tanto de manera cualitativa como cuantitativa.
Los resultados de las encuestas de opinión del alumnado dan una aproximación de su satisfacción con las asignaturas, con el profesorado y con el propio alumnado, tal y como se recoge curso tras curso en las preguntas del cuestionario de opinión/valoración. Cuestionarios cuyas respuestas se recogen y procesan una vez finalizadas cada una de las asignaturas.
Tengo el placer de haber colaborado activamente en esta tarea desde el curso 2015-16, y tengo que decir que las decisiones que se han producido se han tomado teniendo en cuenta como principal criterio estos resultados objetivos.
Y aún mayor es mi placer cuando curso tras curso, se ha producido una valoración muy positiva que va en aumento, lo que además nos ha resultado llamativo que se diera en periodo de enseñanza virtual, como así ha sido.
En entrevistas personales realizadas a una muestra de nuestro alumnado tanto en los proyectos PIISA de cursos anteriores al confinamiento, como en el trabajo fin de grado que se ha realizado este curso pasado, se han recogido manifestaciones de absoluta satisfacción con el APFA, tanto con el programa, como con lo que supone para su bienestar físico, psíquico y social. Lo mismo tenemos que decir del profesorado, que coincide casi unánimemente en que es el espacio donde más disfruta impartiendo docencia y, como añaden, aprendiendo día tras día de la experiencia, predisposición, interés, curiosidad y ejemplo de su alumnado.
Por ofrecer solo unos mínimos datos de tipo numérico, el programa del curso pasado ha recibido una media de 8.23 puntos sobre un total de 10 en valoración de asignaturas (con valoraciones comprendidas entre 6.90 y 9.65); una media de 8.78 en valoración del profesorado (entre 7.63 y 10) y una media de 7.05 en valoración del alumnado (entre 6.10 y 8.40); más de medio punto en todas, si las comparamos con datos anteriores a la pandemia. Y trabajamos para que sean cada vez mejores los resultados.

R.R. Muchas gracias, subdirector por su atención, muy agradecido por su disposición a responder a las preguntas.
J.A.M. Muchas gracias a ti, Rafa, por la labor que desempeñas jueves a jueves en este espacio que nos hace reflexionar y disfrutar de la forma de hacer visible vuestra experiencia tanto vital como la de este Proyecto que es el APFA. Gracias a todas y a todos por dar sentido a nuestra actividad diaria, tan enriquecedora e ilusionante.
Dice Carl Honoré en su ‘Elogio de la experiencia’, en referencia al mensaje tan popular de cuanto más joven, mejor:
“… Nos aferramos a la idea de que envejecer es una maldición, de que a partir de un momento determinado cada cumpleaños nos hace menos atractivos, menos productivos, menos felices, menos enérgicos, menos creativos, menos saludables, menos abiertos de miras, menos adorables, menos fuertes, menos visibles, menos útiles…, en suma, menos nosotros mismos.” Y aquí va la pregunta: ¿Por qué no cambiar en ese párrafo los “menos” por “más”? ¿Puede el APFA ayudar a conseguirlo?
Nada, absolutamente nada de los “menos” que aparecen en el párrafo anterior los he siquiera intuido durante mi etapa más activa en el Aula Permanente de Formación Abierta, donde he tenido y tengo el placer de compartir todo lo contrario con cada una de las personas que forman la tripulación de este maravilloso barco, entre la que se encuentra de manera tan activa el alumnado; en todas ellas he visto personas más atractivas, más productivas, más felices, más enérgicas, más creativas, más saludables, más abiertas de miras, más adorables, más fuertes, más visibles, más útiles …, en suma, más ellas mismas. Seguro que el Aula Permanente de Formación Abierta de nuestra universidad les supone una gran ayuda para conseguirlo.
Con mis mejores deseos para con el curso que acaba de comenzar, recibid un caluroso y fuerte abrazo, y toda mi disposición.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Juan Francisco Aceña: «XXV aniversario de la Asociación de la Universidad de Mayores»
Observar el pasado de la Universidad de Mayores de Granada (Aula Permanente de Formación abierta) y su asociación Aluma al cabo de 25 años es como contemplar un bello paisaje desde la cumbre de una montaña. Bien es verdad que quedan alturas superiores, la de los 50 años, la de los 100, pero la conseguida por ahora, ante su riqueza de contenidos, es una montaña tal de recuerdos, vivencias y actividades que su perspectiva es incomparable, manteniendo, además, la seguridad de que se irá incrementando con el paso del tiempo, pues su ascensión hacia una mejor convivencia no ha terminado todavía. La Universidad de Mayores de Granada creada en 1994 y su asociación de alumnos en 1996, que cumple en este año su 25 aniversario, nacieron gracias a la iniciativa personal de Dña. Pilar Aranda, rectora actual de la Universidad granadina, conforme a su concepto de servicio público universitario a la sociedad. Dicha novedad tuvo su origen en Francia, siguiendo el lema de «universidad para todos», siendo la de Toulouse -la primera que funcionó-. Su primer director en Granada fue Don Miguel Guirao, catedrático de la Facultad de Medicina, de imborrable recuerdo como persona y como docente.
Su finalidad se ha cumplido ampliamente, superándose cada vez más y practicando en cierta manera la psicoterapia de grupo por variedad de contrastes, tales como los viajes culturales, senderismos, comidas de aniversarios, convivencias, visitas guiadas, concursos, conferencias, etc., cultivando la ilusión creativa y enmarcando la actividad principal, como es la de renovar los estudios universitarios, según el concepto de servicio público abierto a la ciudadanía creado por su fundadora en nuestra ciudad.
La Asociación de Alumnos Mayores (Aluma), de cuyo nacimiento se cumplen 25 años, ha sido y es para sus socios un acogedor escenario en donde lucir sus habilidades artísticas y culturales, ha representado una familia en la que expresar libremente sus relaciones sociales y sentimentales, constituyendo para quienes la han conocido el crisol en donde se han fraguado grandes amistades, o algo más.
La prolongada fase de pandemia no ha logrado borrar su actividad, más bien lo contrario, ha servido de impulso para llegar más lejos y más alto con objetivos renovados, sin olvidar la huella de un feliz pasado.
Demos pues la bienvenida a la Aluma del futuro y la Universidad de Mayores, ambas dependen de nuestro interés. No se puede olvidar que el porvenir es la incertidumbre de lo desconocido y por eso viene en pequeñas dosis para no deslumbrarnos, en cambio el pasado es la experiencia de lo conseguido, usemos pues este patrimonio para cristalizar el futuro en éxitos e ilusión.
JUAN FRANCISCO
ACEÑA CABALLERO
En los siguientes enlaces, los artículos de nuestro compañero Rafael Reche sobre el Aula Permanente de Formación Abierta, que los jueves se publican en el Ideal Digital, con el fin de difundir las actividades del APFA.

Rafael Reche: «’La flecha de la muerte me rozó’ y ‘Tiñana, en Asturias, por Soledad González»
Hay recuerdos que se precipitan que viven atrapados en uno mismo, que nunca escapan. El tiempo los congelas, pero están ahí, aún vivos. He hablado mucho de la vida y poco de la muerte. Aunque esta se disfrace hay que aceptarla. En mi temprana juventud sentí por primera vez que la muerte era una flecha que no sabes quién la dispara y en un parpadeo de ojos mueres.
Llovía ante mis ojos, una lluvia quieta y fría en aquella noche cerrada segoviana. La vida dependía de cada zancada, como un animal que huía herido, corría en mi propia soledad, con una lentitud como si los huesos fueran de plomo, el pueblo parecía a siglos de distancia. Marchaba en una burbuja de vacío, a mi alrededor silencio y negrura, me guiaba por los despojos de luz que desertaban del tupido cielo, en aquella perdida carretera comarcal olvidada del tráfico.
Respiraba con la boca abierta como un pez que se ahogaba, desde mi frente manaba sangre como lava roja. El miedo y la tenacidad se aliaron en mi mente. En cualquier instante podía caer desmayado en aquel desértico paramo, un mundo deshabitado sin testigos, con un cielo frio, donde un grito se congelaba, pero una fuerza inquebrantable me movía las piernas en aquella carrera para salvar la vida a mis compañeros heridos y al entrañable amigo Manolo Pujante que yacía inconsciente en el duro asfalto.

Volaba lentamente, borrando: la curvas, las subidas y bajadas de la ruta. Alcé la vista al frente y las pálidas luces dibujaban las esquinas de las casas de piedras del pueblo. A las 21 horas el pueblo de Santa María de la Real de Nieva, parecía abandonado en su propia soledad. El ladrido de un perro le daba la bienvenida al fantasma que me había convertido.
El agua de lluvia y la sangre tatuaban mi rostro y el uniforme de campaña un cuadro abstracto de manchas y roturas, como un harapiento salido del inframundo. Golpee con fuerza la puerta del médico. En sus ojos leí el sobresalto ante la aparición de aquel soldado resucitado de una guerra perdida. Mi voz atropellada y acelerada por las palpitaciones de un corazón dolorido por la tragedia y agotado del esfuerzo. Más que hablar, gritaba:
¡¡ Urgente, hemos tenido un accidente con vuelco del vehículo, varios heridos, uno muy grave! ¡¡ Estamos a unos kilómetros del pueblo!!
Ante el sombrío panorama que se presentó, el médico me descubrió su secreto indecible, la serenidad. Me sentó en un sillón de su casa, con un flexo enfocó mi cara, su mujer apareció en la escena con un vaso de Coca-Cola. El doctor, me miró con su rostro contrariado:
“Tienes en la frente una herida abierta llena de cristales, antes de salir necesito curarla. Bébete el refresco que te tranquilizará”.
Las pinzas extrajeron una a una cada esquirla en el improvisado quirófano del salón, cosió la piel y cesó de sangrar, sin embargo, mi alma seguía rota en mil fragmentos. Regresé a mi mismo y el estado de ansiedad despareció en un instante, siempre he pensado que aquella bebida debía contener algún relajante.

El haz de luces del Mercedes. marcaban el ennegrecido camino entre la fina lluvia, el zumbido del limpiaparabrisas, multiplicaba nuestro silencio, en mis manos sostenía el salvador maletín del doctor.
Allí seguían, el grupo de compañeros, aturdidos, he impotentes, la radio no conecta con ningún corresponsal para pedir auxilio.
Con la única luz de los faros del vehículo, inmóvil reposaba el cuerpo de Manolo, como un soldadito de plomo abatido, su pulso latía con insistencia, en su rostro la placidez del sueño. La fina aguja de la jeringuilla de cristal penetró en su piel. Todos nos mirábamos y cambiamos silencio por silencio.
Un Land Rover conducido por dos jóvenes que regresaban al pueblo se paró en seco. Evacuamos en la parte trasera a Manolo y a otro compañero J.S.S. con una clavícula rota para el hospital de Segovia.
El vehículo se alejó y regresó la noche pesada sin esperanza, en aquel paramo sin nada, en una carretera sin nombre. El vehículo volcado, como náufragos olvidados y abandonados sin rescate ¡Oh mundo cruel!
Entre todos, levantamos el vehículo Jeep y lo devolvimos a la vía. Regresamos al lugar de acampada de la patrulla, partidos por el dolor, hundidos por la pena, esperamos en vano hasta el alba que nos evacuaran.
Nuestro compañero Manolo a los pocos días falleció, un joven alférez cadete que solo le quedaba unos meses para salir teniente, al resto de la patrulla nos sellaron los labios. Callamos siempre, dejamos un espacio sin memoria en lo más profundo de nuestra mente. Una cicatriz que perdura desde el año 1979. Al escribir vuelve a sangrar.

El tiempo madura y hoy, con mis palabras, brindo mi reconocimiento al gran amigo Manolo Pujante, compañero de aventuras y desventura desde el primer día en la Academia Militar y que aquella noche me despedí, diciéndole ¡Hasta luego, amigo!
Tu corazón, tu voz, tu abierta amistad, detenidos y rotos por la muerte.
Mi afecto, a los compañeros de la patrulla que sobrevivimos aquella flecha mortal que nos rozó y dejó una huella imborrable en cada uno. Lo dieron todo en aquellas horas infinitas y en los días posteriores pasamos el duelo juntos con la libertad tapiada. A la 267 de Artillería y XXXIV promoción de la General, que nos trasmitieron el calor del compañerismo, cuando más lo necesitábamos.

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Tiñana en Asturias contado por Soledad González Menéndez.
Poco a poco, semana tras semana, del largo verano hemos descubierto lugares rurales y urbanos donde nuestros compañeros universitarios mayores nos abren las puertas y nos llevan de la mano por sus calles y tradiciones, con sus ojos de niños o jóvenes son capaces de convertirnos en sus vecinos o compañeros de juego. Acabamos de estrenar otoño y aún no han empezado las clases en la Universidad, queda tiempo para continuar viajando por España.

Hablar de Soledad González es hablar de Asturias, ella apegada a la tierra, fundida con la naturaleza y una mujer polifacética, deja el campo y se adentra como estudiante en la Universidad de Mayores de Oviedo o se viste con el traje de flamenca. Amiga de sus amigos y querida por todos. Ella nos habla siempre de su pueblo Tiñana y le solicité que lo compartiese con nosotros.
Soledad con sus perros en Tiñana.
Siempre fui de ciudad, aunque desde pequeña mis padres me llevaban al pueblo, lo veía como algo lejano a mí, las gallinas me parecían dragones, los perros dinosaurios y las vacas me aterrorizaban.
No le encontraba sentido al cariño que tenía mi padre por los árboles, por los frutales. Con el paso de los años todo cambió, el pueblo, el de mi padre, de mi abuela, de mi bisabuelo Rafael del monte se convirtió en mi hogar, en mi paraíso.

Ese pueblo se llama Tiñana y está a 12 minutos en coche de Oviedo, a 18 de Gijón. Es una zona rural donde conviven gente de toda la vida y los urbanitas que están descubriendo la felicidad de vivir en el campo (como yo).
En Tiñana hay siete lagares que producen sidra, riquísima y algunas plantaciones de manzanales porque la sidra hecha con manzana autóctona tiene denominación de origen.
Cuándo florecen los manzanos por abril el colorido es precioso, después va cambiando y se convierte en un verde intenso, llega el verano y los árboles se llenan de sabrosas manzanas que se recogen en septiembre y octubre para trasladarlas a los lagares y ahí mayar la manzana…primero sale la sidra dulce que esta riquísima. Con castañas asadas en noviembre hacemos el amaguestu, en colegios, con los amigos…el caso es celebrar algo, los asturianos somos muy fiesteros.
Empieza el trabajo en el lagar con el trasiego de la manzana que culmina por semana santa y se celebran las espichas, la sidra se sirve del tonel porque aún no está corchada y comemos (de pie) tortillas, chorizos a la sidra, lacón, huevos cocidos, tortos de maíz, picadillo, frisuelos, casadielles y sidra, mucha sidra, como decimos aquí “sidra asgaya”.
Ahora comprendo a mi padre, todo el amor que tenía por sus árboles, ahora está conmigo, cuándo los pido hablo con ellos y me responden cuándo llegan a su esplendor y me regalan con sus frutos.

Ahora tengo gallinas y gallos, mis perros son mis compañeros y el miedo a las vacas desapareció cuando un vecino me llamó para que le ayudase porque estaba pariendo una vaca y el solo no podía sacar al ternero. Ese día me mezclé con la tierra, vi la vida de otra forma y sé que estoy en el lugar exacto.
Y os invito a visitar Tiñana y Asturias y tomaremos unos culetes de sidra con una tortilla hecha con los huevos de mis gallinas.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
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Premiado en Relatos Cortos en los concursos
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Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, Huétor Tájar por María José García»
Bajo mi piel estaba la primavera de los 18 años, fue el principio de mí, una fecha viva, que me llevó donde las coplas de carnaval se esparcen entre las olas azules, los veleros se mecen en un golfo de luz, cada puerta da al mar, cada ventana a la brisa marinera ¡Mi Cádiz!
¡Al fin! Dejo mi rostro de opositor atrás y fluye el futuro esperanzador con el ingreso tan anhelado en la Academia General Militar de Zaragoza. Comencé un tiempo nuevo, de instantes densos.
Me sentí como el viento, liberado del estrés que supuso la oposición de entrada, dos años intensos cuya única compañía eran los libros de ciencias, estudiar día y noche, en una diaria lucha contra el desaliento. Si dudarlo ni un minuto, quise poner tapones aquel ruido competitivo que no me representaba donde tu compañero de mesa era un opositor a una plaza. Salvado ese destierro intencionado, mi nueva patria nacía en Cádiz.
Mis primeras vacaciones de Navidad, como Caballero Cadete, aterrizaba en una nueva ciudad con mi espíritu franco a las emociones, abierto de par en par al amor.
Mi cuerpo chupao y ágil, con la piel pegada a los huesos por el esfuerzo físico y no comer, se identificaba plenamente con el galgo de Don Quijote “rápido y flaco. Pasa mucha hambre”, un rostro de crio sin bigote, los alumnos de primero, llamados “los nuevos” no podíamos tenerlo, una tradición y un símbolo de veteranía.

Cádiz en 1975, un balcón de júbilo, de placeres invisibles traídos por el mar, la claridad de su luz, sus calles cantan coplas de carnaval con el rumor de las olas, la mujer gaditana un torbellino que derrama alegría y poderío. Ellas, pasión y coraje fundidos en el amor, como dice la popular canción “Con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”.
Aquel plomizo día del húmedo invierno, el viento mecía los arboles de la Plaza España ya pesaba la noche, doblé la robusta e impenetrable muralla y encontré semiescondido el mesón de la Piconera. Respiré sin más y escuché el goce dentro de mi corazón. Un lugar que curvaba el tiempo, lleno de recodos con sabor de la mar, con la nostalgia de las voces quebradas de los marineros que partían para hacer las Américas en galeones. Con paso decidido caminé hasta el fondo, allí en una mesa alargada estaban mis amigos con un novedoso grupo de chicas universitarias, algunas de la Facultad de Medicina.
Atraje la atención como un maniquí en un escaparte, las miradas rompían la frontera de la curiosidad, ¿quién era aquel chaval? de pelo muy corto en contraste con las melenas de mis amigos y que estudiaba militar en Zaragoza.
Ella, estaba ahí. Un soplo guiado de interés y atracción me llevó aquella dulce joven de 17 años, de larga cabellera, ojos azabaches que hechizan, y sonrisa agazapada. Abolida la distancia, me senté a su lado y en un cortejo reciproco con los corazones palpitando rompimos la inercia de la timidez. En aquel mesón gaditano, empezamos a escribir las primeras letras enlazadas de una larga historia de amor.

Deja que recuerde aquellos primeros compases. Cuanta osadía, cuanto atrevimiento, dicen que el amor es ciego y algo de cierto debe ser. Nada me detenía, cuando en los permisos de la Academia, me sentaba a su lado, para sentir su cercanía en los ceñidos asientos abatibles de madera de las clases de la Facultad de Medicina, un aula anfiteatro tan similar a la actual Aula Universitaria de Mayores de Granada, cuanta aprensión acumulaba pensando que el profesor se fijará en mí y desvelará al polizón enamorado metido de aprendiz de médico.
Cuanto amor, cuando el reflejo plateado de la luna se sumergía en las aguas de la Caleta, el faro espacia su haz de luz y le miraba sus ojos puros, susurraba su nombre, besaba sus cándidos labios.
El silbato del tren y la voz sonora del altavoz de la estación “Tren expreso con destino a Madrid, próximo a efectuar su salida…” La velocidad que sucede todo y de pronto lentamente se deslizaba por la vía, pesadamente como si una fuerza lo anclara a Cádiz, desde la ventana, la miraba y ella, en el andén empequeñecía y su pañuelo se agitaba al aire y el silencio se instalaba en el vagón, hipnotizado observaba el cielo estrellado sobre el invencible mar….
Dos enamorados frente a frente, dos olas en un océano colmado de traslados. ¡Cuánto hemos rodado juntos antes de asentarnos en Granada! Tantas cosas dulces, tantas amarguras compartidas, tantos imperios visitados, tantas lágrimas derramadas al llegar y salir de cada ciudad.
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María José García García nos relata de su pueblo: Huétor Tájar (Granada)
María José García, compañera del Club de Lectura y estudiante del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada. Ella, una mujer apasionada por la vida, apasionada por la lectura, apasionada por su profesión de Ginecóloga y realmente apasionada por su pueblo Huétor Tájar. Nos describe con precisión y detalles la riqueza del patrimonio histórico y cultural, nos lleva de la mano a un paseo por su infancia y sus costumbres.
Reconozco mi apego a Huétor Tájar donde es natural mi yerno y nieto Martín, comparto vivencias agradables en este entrañable pueblo granadino.
Situado en la margen derecha del rio Genil, que atraviesa de este a oeste su término municipal; en una fértil vega, a pocos kilómetros de la sierra de Loja, en el poniente granadino; rodeado de cerros en los que predomina el olivo y algunos almendros y chaparros; se encuentra Huétor Tájar.
Es el pueblo donde nací. Allí predomina el verde de los campos de la vega y la línea de bosque de ribera que acompaña al río en su trayecto. En tiempos pasados estaban muy presentes las choperas, pero como tantas cosas, esto ha ido cambiando. Ahora es frecuente ver casetas de aperos y algunos árboles frutales diseminados aquí y allá. Aunque siguen observándose manchas blancas de cortijos en los cerros. En la distancia, a más de 50 kilómetros hacia el este, Sierra Nevada está presente.
En estas tierras se han encontrado restos de civilizaciones que nos precedieron: íberos, romanos y árabes. La primera constancia escrita de la existencia del pueblo data del siglo XV con la expedición llevada a cabo por Don Álvaro de Luna en la Vega de Granada. El nombre compuesto del pueblo se debe a que en su origen eran dos aldeas próximas, Huétor y Tájara, más al norte, destruida tras la toma de Alhama por el rey Fernando el Católico (1). El 25 de febrero de 1489 se produce el reparto de estas tierras por los Reyes Católicos siendo concedidas a D. Álvaro de Luna, quien fue nombrado alcaide de Loja y de la Torre de Huétor, así como la entrega de 400 fanegas de tierras en sus inmediaciones (2).

El rio y el Torreón árabe son el emblema de este pueblo. Se trata de una Torre-Alquería de 4 plantas, atribuida a la época nazarí; último vestigio defensivo y citada en crónicas escritas por primera vez en 1431 en la Crónica del Halconero de Juan II, de Pedro Carrillo de Huete. Fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1949. Afortunadamente ha sido magníficamente restaurada y actualmente puede ser visitada, cosa que os recomiendo. SE REALIZAN VISITAS GUIADAS. Una magnífica excursión de un día se puede dedicar a visitarla junto a la Villa Romana del Salar, distante tan solo 10 kilómetros.
Nací en este pueblo en 1953 mediante parto domiciliario y natural, atendido por matrona (entonces se las llamaba comadronas). No estuvo presente el médico, que era mi abuelo, y a mi madre no debió de irle mal porque a los 20 meses repitió trayendo al mundo a mi hermano. Yo seguí adelante sin grandes complicaciones. Tuvimos mucha suerte ambas dada la alta mortalidad materna y neonatal de la época.
Toda mi infancia está ligada a este pueblo, del que salí a los 13 años para ir a estudiar interna en un colegio de religiosas y al que desde entonces vuelvo insistentemente de forma periódica.
Allí me reencuentro con viejos amigos, con mis compañeros de juegos de la infancia y adolescencia, con la memoria antigua que cada vez está más presente a medida que avanza la edad. Siento que el rio subterráneo de la vida me dirige hacía allá, donde reposan mis padres y su, mi, memoria.
Allí los juegos en la acera, con dos hermosas moreras, el Chevrolet de lata que hacía un ruido infernal, los gatos, siempre amigos, las noches de verano en la puerta de la casa tomando el fresco y charlando los mayores con los vecinos, las primeras palpitaciones del sexo, los primeros amores. También el inicio de la rebeldía con la fuerza y el desconcierto que me ocasionaba. Observar la emigración de aquellos que se iban buscando trabajo a otras partes de España y del extranjero, la soledad en que quedaban las familias, el retorno en los veranos de los ya afincados fuera y a los que cruelmente en el pueblo llamaban “rebañaorzas”.
En un microcosmos social como este se observan mejor los cambios de la época, y el cambio en los últimos 50 años ha sido fabuloso, como en el resto del país. No obstante, aún se conserva el paisaje y algunos ecos del pasado. La escasa personalidad de sus casas, que no presentan ningún estilo arquitectónico definido, se ha ido haciendo más ostentosa, según mejoraba el nivel económico de sus habitantes; el aumento de automóviles hace en ocasiones difícil el movimiento en algunas calles, el número de divorcios es muy elevado, la influencia de la Iglesia Católica representada en la Parroquia, aparentemente ha disminuido, aunque siguen predominando las bodas y entierros religiosos, incluso entre aquellos que nunca fueron practicantes.

Ahora el pueblo es receptor de inmigrantes: marroquíes, subsaharianos, pero fundamentalmente hispanoamericanos, mayoritariamente ecuatorianos y bolivianos; también de países de Europa del Este. Acuden para las tareas agrícolas y vuelven a marcharse; algunas familias de habla hispana se están estableciendo aquí.
En la década de los años setenta del pasado siglo comenzó el cultivo intensivo del espárrago y surgieron las primeras cooperativas esparragueras, creciendo el cultivo del mismo hasta convertirse el espárrago de Huétor en un producto de fama internacional, exportándose a la mayor parte de los países europeos siendo grandes clientes Alemania, Francia, Suiza y Holanda. En el año 2000 la Comisión Europea ha registrado el Espárrago de Huétor Tájar como Indicación Geográfica Protegida, hecho que ha impulsado su desarrollo y extensión a gran parte de la Vega de Granada.
La gastronomía de la zona está ligada a diversas formas de preparación del espárrago, recetarios estimulados especialmente durante los años 1987-1991 en que se celebró una Feria del Espárrago para promocionar el producto. En el año 1989, coincidiendo con dicha Feria, nació un festival de música denominado Espárrago Rock, tuvo un gran éxito llegando en su segunda edición a llevar al pueblo 35 autobuses de toda Andalucía. El éxito fue tan incuestionable que hizo necesario trasladar el festival a la Feria de Muestras de Armilla en su quinta edición. Se convierte, en su sexta edición, en un festival internacional y en el año 1999 cambió de sede para celebrarse en el circuito de velocidad de Jerez de la Frontera.
También tenemos en el pueblo un cronista local que ha escrito un libro, que he consultado, titulado “Una mirada a Huetór Tájar”: Víctor Ayllón Cáliz, al que desde aquí muestro mi agradecimiento y admiración por la tarea de recopilación tan notable que ha realizado.
Al médico y poeta Manuel Jesús Gámiz Gordo, enamorado del pueblo, debemos varios libros de poemas.
La peña flamenca Juan Pinilla cuenta con importante número de socios y organiza concursos de cante y trovos; entre los miembros del jurado nunca faltan cantaores de la talla del maestro Alfredo Arrebola, José Calle además del propio cantaor que da nombre a la peña.
Es éste un bosquejo del pueblo en el que nací, que dejó de ser pueblo y se convirtió en ciudad. Muy deprisa. Sin embargo, aún conserva ecos del pasado y su resonancia me inunda a veces y me hace sentir más próxima a lo que perdí, proporcionándome una cierta sensación de íntima alegría, de pertenencia e identidad; porque allí se ubica la memoria, es el sustrato físico de la infancia, la familia original. Es un punto de anclaje. Siempre consideré una riqueza contar con este patrimonio nuclear alrededor del cual se han ido añadiendo otras identidades.
Si con estas líneas he despertado vuestra curiosidad para conocer este pueblo, me sentiré muy honrada y os aseguro que seréis bien recibidos si os decidís a visitarlo.
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(1) Según la crónica de Alonso de Palencia. Guerra de Granada. Libro III.
(2) Barrios Aguilera Manuel. (1986) Moriscos en la tierra de Loja : El apeo de 1571-1574:estudio y edición. Granada
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
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Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo. Firgas, Gran Canaria. por Pepa Lorenzo»
Déjame contarte con mis propias palabras, una a una, todo lo que tengo, todo lo que tenemos, la generación nacida en mitad del siglo XX. Aquellos que perseguimos un sueño y nos entregamos en conseguirlo.
Salí de un ciclo en la vida, salí de ese niño que coleccionaba “bichos” del campo, ese adolescente que perseguía una pelota en un mar de arena, ese chico enamorado platónicamente de la chica de la pastelería, me quedé con ese estudiante de ojos limpios, desbordado de energía y con tiempo para amar.
Las raíces enlazadas de los años de colegio, las ramas entretejidas de la amistad quedaron suspendidas. Los amigos eligieron otros caminos: Medicina, Arquitectura, Navales, Ingeniería…las letras del destino me llevaban a otra manera de ver la vida.
Llegó el tiempo de abrir la puerta a la ilusión del hombre que quería ser, pertenecer a “una religión de hombres honrados” como dijo Calderón de la Barca, me embargaba la vocación de servir a mi país en el Ejército Español. Decirle adiós a la vida cómoda, convertir el cielo y la noche en mi techo, el viento y el sol en compañeros del camino, el destino donde me necesiten, en mi mochila la bandera, adentrarme en tierras ajenas, defender un mundo en paz, calmar el llanto de hoy y del mañana.

Los corredores del tiempo me transportan aquel instante de año 1973 en la antesala del verano, donde todo parecía pausado, las gaviotas suspendidas en el aire, el círculo de sol se precipitaban en la bahía, el tren permanecía estacionado en el puerto, no tenía prisa por salir. El ferry de Ceuta “Virgen de África” atracó a escasos metros, de su vientre salían en tropel una oleada de chilabas con abultadas maletas, asaltaban los últimos vagones, la Policía Armada con la porra en la mano, ponía orden en la multitud de emigrantes marroquís.
Subí los peldaños del vagón, un joven colmado de entusiasmo, armado con todas las armas del adulto. Me volvía a reencontrar con los designios inexorables de mí ser nómada, la permanente y constante orfandad. Al fin la máquina silbaba y el expreso de la noche “Estrella del Sur” emprendía su interminable viaje rumbo a Madrid. Mi destino final, Zaragoza.
Pasaban las horas huecas en aquel lúgubre compartimento de segunda, el asiento pegajoso de eskay celeste, la extraña ventana de madera de apertura vertical, me acompañaba el sincrónico traqueteo de los raíles y en las estaciones de parada, el golpe seco metálico del mazo de ferroviario sobre las ruedas. Frente a mí, se quedaba atrás “la mili”, el futuro próximo me llevaba al examen de oposición de ingreso en la Academia General Militar en Zaragoza.
Un primer acorde se escapaba, un manto de innovación se desplegaba, se extendía en la formación de los próximos oficiales y futuros generales del siglo XXI, quizás revolucionario, quizás atrevido para aquella época.
Una vez más me sentí convertido en conejito de indias, de nuevos experimentos, del primer COU al original sistema selectivo para ingreso en la Academia Militar. Una experiencia de un año completo, duro, con una presión intensa y continua de oposición para seleccionar a los mejores, a los más capacitados. Una criba progresiva, en una marea continua de pruebas físicas, militares, psicológicas e intelectuales.

La milicia y la Universidad de Zaragoza se fundieron en un esfuerzo para seleccionar los candidatos idóneos a Caballeros Cadetes, de los 4.000 aspirantes solo pasaron casi 300 (los 270, no éramos espartanos, éramos jóvenes españoles con espíritu de superación).
Todo era real e instalado en su realidad, todo estaba dispuesto a cambiar, en aquel curso selectivo del 73 al 74, se produjo la metamorfosis, los profesores de la Universidad de Zaragoza ocuparon las clases del recinto militar e impartieron su docencia en las materias del primer curso de Ingeniero Industrial. Solo el 50% de las mejores notas pasarían.
Un fragmento de sol entre el cielo nublado, daba vida al verde del campo de rugby, alrededor los anillos de circuito de la pista de atletismo. Una gota de sudor resbalaba por el rostro, un temblor detenido en mi interior, los nervios del primer día de aspirante a las pruebas previa, a mi alrededor miles de caras desconocidas, cuerpos ligeros en pantalón corto y camiseta blanca de deporte. Hay miradas entrelazadas entre los rivales. Hay una sola mirada fijada en la esperanza.
Era como unas olimpiadas sin medallas y sin récord, un cronómetro o una raya en el suelo marcaba tu pasaporte para continuar a la siguiente prueba. Los eliminados con el gesto contrariado y lágrimas en los ojos, abandonaban el recinto, regresaban cabizbajos a sus casas, con el sabor agridulce del fracaso. Un mérito o una osadía, en un país con escasez de instalaciones deportivas, gimnasios, piscinas…

Los agotadores 1.000 metros en menos de 4 minutos, en tandas de más de 20 corredores, dos vueltas y media interminables al circuito. Corrí como si los fantasmas del cementerio de Algeciras me persiguieran cuando cruzábamos a toda velocidad con los amigos para ir a la playa.
Un largo de piscina, nadé tan rápido como si un tiburón tintorera del Estrecho me acosara.
Velocidad, 50 m en 8 segundos, las piernas volaban sobre la pista como cuando salíamos al recreo para coger los primeros el campo de futbol.
Lanzamiento de peso, una bola maciza de 5 kg, a pie parado lanzarla a más de 6 metros. Aquello tenía “guasa”, no se asemejaba a una piedra que lanzaba en las guerrillas en el barrio. Las horas de instrucción de recluta con el pesado fusil me dieron la fortaleza en el brazo para superar la raya en la arena.
El salto vertical, aquel engendro de ejercicio consistente en flexionar las piernas y brincar, dándole un palmetazo con los dedos llenos de tiza a una tabla. Salté al cielo como si fuera a volar.

Las pruebas físicas de selección fueron un auténtico exterminio de candidatos, los supervivientes cambiamos de escenario. Como gladiadores luchábamos. Partimos a otras arenas: el reconocimiento médico, la prueba de idioma, los novedosos test psicológicos, y las pruebas de conocimiento científico basadas en el COU.
Aquí nació la madre, de soldados duros y formados, se crearon los vínculos del compañerismo de una sólida Promoción de la General la XXXIV. Me siento orgulloso de pertenecer a esta legión de amigos que peinan canas y que mantiene su espíritu jovial, pronto culminaremos la cima de los 50 años de salida de la Academia.
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Mi pueblo Firgas, en Gran Canaria, contado por Pepa Lorenzo González

Cuando hablo de Gran Canaria, la emoción me embarga, cuando escribo sobre los compañeros de la Universidad de las Palmas una súbita satisfacción me guía mi mano. En un corto periodo de tiempos se han reforzado los vínculos de hermandad y amistad entre Granada y Gran Canaria, su gente, su amabilidad, su cariño, nos ha conquistado. Pepa Lorenzo, se desnuda en el sentido literario y con su prosa nos relata sus vivencias, corriendo por sus recuerdos de la infancia, nos dibuja el rostro de su pueblo.
Pepa una mujer valiente que ha tomado las riendas como Presidenta de la Asociación Peritia et Doctrina
Yo vivo en una Isla. Según el poeta, la definición de Isla es ‘pedazo de tierra rodeado de horizonte’.
Pues ahí nací yo, en Gran Canaria, en un pueblo situado al norte y llamado Firgas. Corría el año 1953. Su enclave en lo alto de una montaña le da el plus de mirador del Atlántico y esa es una de las cosas que más me gustan de mi pueblo.
Mi infancia transcurrió en el seno de una familia humilde y trabajadora, y fui educada en valores. Mis recuerdos de la escuela son imborrables, con unos maestros que me inculcaron el amor por el conocimiento, respeto a la naturaleza y desde pequeña me aficionaron a la lectura, teatro, música y deporte. Eran como mi otra familia.

El tiempo transcurría entre mi casa, la escuela y la plaza del pueblo. Nos pasábamos las tardes jugando niños y niñas en armonía y siempre pendientes de las campanas. Cuando tocaban oración era el momento de volver a casa, donde me esperaban mi hermana, padres y abuela. Rezábamos el rosario, cenábamos y las veladas terminaban junto a la radio. Así transcurrió mi niñez.
La llegada del verano rompía la rutina. Empezaban las fiestas de San Roque, el pueblo se llenaba de gente foránea y mi casa de primos, que venían a disfrutar de las celebraciones.
En la actualidad Firgas, al estar a 20 kilómetros de Las Palmas de Gran Canaria, se ha llenado de gente joven, que prefiere vivir en un pueblo que no en una gran ciudad. Tiene 7.500 habitantes y dispone de todos los servicios.

Se dice de Firgas que es la Villa del agua y de la música: el agua gasificada de manantial es la principal fuente de riqueza, donde trabajan muchos vecinos. En segundo lugar, la agricultura y ganadería: sus cultivos más importantes son las papas y los berros. El plato gastronómico por excelencia es el potaje de berros.
Actualmente conservo la casa de mis padres, que he restaurado junto a mi hermana, y puedo disfrutar todos los fines de semana y los veranos de este entorno donde soy feliz, paseando por sus senderos, cuidando mi jardín o sentada a la sombra escuchando el cantar de los pájaros.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, Colomera por Silvia Cañete»
Dentro de mí se apiñan las vivencias tan comunes a tantos jóvenes de los años 70. Hay piedras que no ceden y recuerdos que no se borran. Una de ellas, la conocida popularmente como “mili”, el Servicio Militar Obligatorio, que hoy es pasado y forma parte de la historia de una larga época, significó un salto a otro estilo de vida de chicos que se desprendieron temporalmente de su ámbito familiar, amigos del pueblo, plegaron el mapa de España en su bolsillo para adentrarse en un universo de caras nuevas, con compañeros de otras regiones, adquirir otros valores, defender la porción de historia heredada.

La guerra fría como una ola avanzaba y se hinchaba se desplegaba de oriente a occidente, el muro de Berlín una barrera entre dos partes en litigio, ante dos estilos de vida contrapuestos. La Tierra giraba convulsionada ante un posible conflicto con armas nucleares, mientras España crecía encerrada en una isla, fuera del Mercado Común y la OTAN, con un frente exterior abierto en el sur en el protectorado del Sahara con Marruecos y el Frente Polisario y con otro en el interior, un ramillete de grupos terroristas recubrían el territorio de sangre inocente: ETA, FRAP y GRAPO, un azote sin sentido de muertes.

El territorio Nacional un freno que retenía el avance rápido de los rusos y una gran base logística para Europa. Las Fuerzas Armadas disponían de más de 300.000 hombres que servían de refuerzo y de muro de contención, en sus filas jóvenes valientes de todos los pueblos de España, hoy convertido en un ejército profesional con 80.000 hombres y mujeres.
Mientras el tiempo cierra su abanico, merece el homenaje de nuestra admiración aquellos jóvenes que se formaron durante 18 meses en el Ejército Español.
El chirrido metálico de las ruedas del tren, en su frenada me despertó, en mitad de la noche me sobrecogió la oscuridad cerrada del exterior, solo campo y negrura se divisaba desde la ventana. El silbato agudo y las señales de la linterna del teniente nos invitaban abandonar el vagón. Los cincos voluntarios del compartimento, cruzábamos las miradas interrogantes, hacia la nada, solo incertidumbre ¿Que sucedía? Los cinco chicos de 17 años que termínanos el curso de COU, cruzábamos una frontera en nuestra vida al anticipar la entrada al servicio militar.
Vestidos de paisano con el único equipaje el saco petate, aquel artilugio verde, multiuso, con una boca de arandelas que se cerraba a través de una pieza metaliza en arco, con un candado. El tren parado en un páramo, un silencio transparente roto por la pisadas sobre la gravilla de la vía, comenzamos a caminar por un sendero, el cielo nos daba la bienvenida con una fina lluvia, el 14 de octubre de 1972 en Cerro Murriano en Córdoba. Las piernas pesaban, la sangre suspendida, un letargo circulaba por el cuerpo, las palabras se congelaban, las primeras sensaciones del novato, del recluta, del mozo, que se adentraba a lo desconocido, en la mente horadaba las leyendas contadas por los más mayores, con frases ¡Cuando yo, hice la mili! ¡Aquello si era duro!
Un mundo deshabitado nos recibió en la desnudez de la noche, tenues postes de luces iluminaba la inmensidad del llano, un desierto fantasmal de largas calles y bloques de barracones que se sucedían uno tras otro.
Las puertas de un colosal comedor se abrieron de par en par, las largas mesas metálicas se multiplicaban perfectamente alineadas hasta el final, reverberaban con la luz fría de los fluorescentes. Los impávidos ojos del grupo de reclutas observaban con asombro cada detalle. Bandejas de huevos fritos, patatas y chorizo, acompañada de agua y chusco de pan, un manjar para el hambre que se precipitaba en cada uno, tras largas horas sin comer en un trayecto eterno de paradas desde Algeciras, devoramos sin contemplaciones nuestra primera cena en el CIR 4 (Centro de Instrucción de Reclutas).
A los cinco voluntarios nos separaron del resto de la expedición, a una compañía diferente. Guiados por un Cabo 1º, penetramos en una nave dormitorio, donde todos dormían en literas a derecha a izquierda, en medio, el largo pasillo tragado por la oscuridad.
Deseos y temores tiraban de mí, arropado sólo por el calor de los compañeros, latía la inquietud en aquel extraño mundo. El cabo nos indicó unos colchones en el suelo para dormir, a la mañana siguiente nos asignarían la cama y taquilla.

Extenuado me arroje vestido a la colchoneta, con los ojos incapaces de cerrarse, se establecían en mis orejas el concierto de ronquidos y el crujido de las literas. Tumbados bajo la luz roja del fondo del pasillo, con los rostros enrojecidos, parecíamos espectros escapados de algún infierno. No sabía si gritar o partirme de risa. El sueño y cansancio me venció, y desperté sobresaltado con un toque de trompeta seguido de voces: ¡¡¡Diana!!! ¡¡Diana!!, anegó el dormitorio un estrepitoso ruido metálico al saltar de las literas. Fornidos hombres de 21 años, rudos en el lenguaje, de algunas bocas salpicaban tacos: ¡Me cago en…!! La hostia..! en un repaso a todo lo divino. Unas groseras expresiones que nos abrían oquedades en la conciencia moral y religiosa. Ellos nos miraban sorprendidos de ver a unos chavales andaluces de 17 años como aparecidos en medio del pasillo. La compañía formada por mozos vascos y los 5 voluntarios gaditanos. Vuelvo el rostro y no puedo olvidar mi primer día, inexorablemente pasé de estudiante a soldado.
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Mi pueblo y yo, Colomera contado por María Silvia Cañete Romero

María Silvia Cañete Romero
Realmente es una satisfacción presentaros a una mujer que conquista con sus palabras en verso y prosa. Ella tan vital a sus 50 años, desnuda la belleza de la vida, la condición de ser humano a través de sus poemas. El escribir no es transmisible por que no está hecho de recetas sino de creatividad y a Silvia, la admiro por su arte, porque nos contagia su espíritu joven. Bienvenida a este espacio compartido con tantos compañeros. Silvia forma parte de la tertulia literaria de la Asociación ALUMA.
DE DÓNDE SOY: TIERRA DE MIS ANCESTROS Y DE MI INFANCIA.
Soy de Granada. Aquí nací, aquí trabajo (soy orientadora) y aquí vivo.
Aunque el peregrinaje por diversos lugares al que nos somete la Administración cuando se aprueba una oposición de funcionarios del Estado, es más que seguro, puedo decir que la suerte me ha acompañado desde siempre, pues jamás he ejercido mi profesión fuera de la provincia de Granada.
Pues sí. Soy de Graná; así es como se dice aquí.
Granada es, como decía Manuel Machado, “agua oculta que llora…” pues no hay un rincón en sus calles, donde no susurre el verso del agua, o donde no se hayan posado los ojos de un inquieto Federico, desgranando la esencia de estas gentes y esta tierra, transformándola en Arte.
Sin duda es tierra de arte, de cultura y de contrastes… Aquí se disfruta por igual la playa y la nieve, las avenidas espaciosas y las callejuelas empedradas, el bullicio de la ciudad y la calma de la Vega, la modernidad y lo tradicional, la ciudad y el mundo rural.
Yo creo que soy un poco, una compleja amalgama de todo ello; el resultado de la historia vivida en los lugares que me han acompañado; porque cada lugar es un escultor acompañante de vida, que inevitablemente cincela y moldea lo que somos en cada momento.
Cuando pienso en las vivencias de mi infancia, los recuerdos más bonitos me llevan hasta los dos pueblos de mis padres: Colomera y Olivares.
Los dos están en la provincia de Granada, a poco más de media hora desde la capital; y a los dos los separa una distancia de catorce kilómetros; esos que recorría mi padre en moto o andando, solo por ver a mi madre en el pueblo vecino. (A falta de redes sociales en aquellos tiempos, buenos eran los caminos…y las Fiestas Patronales.)

Colomera es el pueblo de mi madre. Pertenece a la comarca de los Montes Orientales y es un pueblo agrícola que se dedica principalmente al aceite de oliva.
En mi familia, hemos disfrutado desde niños el contacto con el olivar en los fines de semana que el tiempo lo permitía: la recogida de la aceituna; las comidas caseras sentados en el campo tras el vareado y recogida de suelos (ensalada campera, chacinas, huevos cocidos…); el tiempo de descanso y juego, oteando el horizonte desde las ramas de los olivos y los almendros o explorando en las lindes del vecino; y la visita a la cooperativa al final de la tarde para pesar la aceituna recogida. (Todo el día era una increíble aventura.)

En la casa del pueblo, situada en la calle Oro, hemos pasado muchos días de verano.
Calle de empinada pendiente, no apta para el juego con pelotas. (…Más nos valía, si no queríamos estar corriendo calle abajo todo el día, en busca de la reincidente fugada.)
Lo mejor sin duda era estar en la calle todo el día, con la puerta abierta y la cortina echada (para que no entraran las pesadas moscas); y sentarse por la tarde en el tranco de la puerta, para comerse un trozo de pan con aceite y Colacao (…que ríete tú de las actuales marcas comerciales de “crema de chocolate”) o tomarse un pimiento verde sin tapadera (relleno de aceite, vinagre y sal) comiendo a mordiscos sus refrescantes orillas y bebiendo pausadamente el mejunje interior…

Recuerdo ir a la vaquería en lo alto de la calle, con mi lechera de metal para traer la leche recién ordeñada; y nos relamíamos solo con pensar en comernos la nívea nata después del hervido, untada en pan con azúcar. (Una delicia.)
A la caída de la tarde, me asombraba ver la vuelta del cabrero con toda la algarabía de cabras de los vecinos, subiendo la calle en una bulliciosa (y olorosa) marea oscura, y dejando a cada una en su correspondiente cuadra. A mí me parecían todas iguales, con lo que me resultaba sorprendente que las conociera una a una, y las devolviera sin equivocación alguna; y no dejaba de reconocer todo un talento, en que un solo hombre sencillo, con su repertorio de divertidos sonidos, pudiera dirigir tan inmenso y jovial rebaño.

Las noches tenían encanto y misterio. Mis hermanos, mis primos, y los hijos de los vecinos jugábamos al escondite, correteando por las calles y callejones de envolventes nombres: callejón de Pimienta, Calle de la Amargura, callejón del Cuartel… Bien valía cualquier cortina para disimular la silueta y esconder la punta de los pies tras ella, cualquier frondosa maceta de la calle, o el quicio profundo de alguna ventana, oscurecido por la tenue luz de un solitario farol titilante. Los nuevos contra los del pueblo. (Y se notaba nuestra poca pericia en eso de correr como gamos, trampear, escalar, o camuflarse.)
Mi amiga Mari Carmen también era de Granada. La casa de su abuela estaba en lo hondo de la calle, y a veces coincidíamos de fin de semana en el pueblo y nos juntábamos a escalar el barranco de detrás de su casa para buscar tesoros: pedacitos de azulejos multicolores de algún derribo nos bastaban como botín. (Dos niñas de ciudad algo patosas, en busca de aventuras…)
El verano finalizaba al debutar septiembre (preludio del inicio de las clases del nuevo curso y de la vuelta a la monotonía de la ciudad) con la fiesta grande del pueblo y con la solemne procesión del 14 de septiembre en honor al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, una talla de una sobrecogedora belleza incluso para la mirada de una niña.
¡Gracias, compañero Rafael Reche, por invitarme a rescatar tantos recuerdos!
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
- Ramón Burgos: «Con voz y sin acento»
- Jesús Fernández Osorio: «Política y redes sociales»

Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, Jaén, por Antonio Jesús Montilla»
Parto una vez más al encuentro del que fui, de aquellas generaciones de jóvenes que nos tocó vivir un mar de cambios en una España llena de sombras de los 70. Piedras nuevas se asentaban poco a poco, para construir un futuro que avanzaba irremediablemente hacia otro sistema político a otra manera de vivir. A los 15 años demasiados bisoños, para asimilar el desconcertante mundo que se avecinaba.
Algeciras en su destellante expansión económica, industrial y urbana, crecía sobre los montes de matojos. Sobre un espacio puro y silvestre, se construyó el instituto, que se asemejaba a un rancho americano, los estudiantes rápidamente lo apodamos “La Ponderosa” por su similitud con la primera serie televisiva del Oeste americano “Bonanza”.
La realidad despertó aquel año con la implantación del COU (Curso de Orientación Universitaria), que bien sonaban las siglas, para los primeros chicos de COU. El fin del colegio religioso y el paso al instituto público. Llegamos con unos ojos inmensos adormecidos por los años de rectitud y sobriedad pero aún destellantes ante los paisajes abiertos y resplandecientes de profesores y compañeros. Al día siguiente no quedaba nada, de los fantasmas del pasado reciente, apareció la fascinación por la nueva realidad que nos traía el COU, una congregación de sensaciones: ser sujeto de uno mismo, una emancipación de estudiante sin temor al correctivo, una llama tallaba en responsabilidad al joven preuniversitario, fluía un nuevo dialogo distendido entre el docente y los alumnos, un himno de libertad se respiraba en el ambiente, brotaba la rebeldía en las melenas, en las formas de vestir y el yo, reacio se abría paso.
A principios de los años 70, se abrieron las compuertas de la pasividad embalsamada durante años, las revueltas estudiantiles en las Universidades, se expendieron como la pólvora. Con retraso llegaban los efectos de las revueltas espontaneas de los estudiantes franceses, en el llamado Mayo del 1968.
La desazón llegó aquel día, cuando un grupo de estudiantes procedente de Sevilla, nos convocaron a los chicos de COU (los institutos se separaban por sexo), apiñados en una clase. Ellos, con sus cabellos sueltos, barbas recortadas, su aire liberal, chocaban de frente con nuestra inocencia e ingenuidad de chicos de ciudad, centrados en estudiar y divertirse. En su extraña y esporádica incursión hablaban un idioma ajeno: de romper la pasividad, revelarse contra el nuevo COU, lanzarse contra el sistema, cerrar el instituto… Sus proclamas e intenciones no fructificaron entre los alumnos. Continuamos siendo fieles a los principios de estudiar para ingresar en una carrera universitaria.
La ciudad se poblaba, se volvía más espesa. El viento a veces arreciaba en forma de vendaval, los amigos seguíamos como una piña, la pandilla siempre activa buscaba emociones fuertes, en los espacios que dejaba el estudio, como un volcán necesitamos liberar energía.

El deporte copó una parte del tiempo. Desafiando el invierno corríamos agrupados a campo través desde la ciudad a la playa, en mitad del camino, invariablemente nos topábamos con el aislado y siniestro cementerio, tapias blanqueadas y verja de hierro, puerta que dejaba traslucir las enmudecidas tumbas, el viento entre los cipreses desataba el lamento de los difuntos, el miedo arañaba nuestro sudoroso rostro y apretábamos el ritmo de la carrera.
Un espacioso mar de olas blancas, en una playa infinita de arena dorada se transformaba en un campo de futbol, el sol naciente recortaba la silueta del peñón de Gibraltar. La pelota rodaba veloz por la orilla húmeda y pesada por la seca arena. Al finalizar el partido, agotados y sudorosos, nos lanzábamos en tromba al mar, sin bañador, el delirio se desataba en el agua, chapoteando, cantando. La desnudez nos hacía inmensos e invisibles ante lo prohibido. Aquel joven transparente, inquieto y feliz, vuelve a los 66 años a guiar mi mano con palabras que me arrancan unas sonrisas.

En otras ocasiones el riesgo se sentaba a nuestro lado y nos hacía temblar. Con un equipo rudimentario, gafa, tubo y aletas, nos sumergíamos entre rocas y corrientes marinas, en las peligrosas aguas de Punta Carnero, abiertas al Estrecho de Gibraltar. Descubrí el mar por dentro, la bienvenida al ámbito del silencio, al inquietante mundo poblado de seres, un escenario irresistible a los ojos, colmado de belleza y paz, un lugar de luz tamizada que transforma el azul en cristalino y un fondo de infinitas cavernas. El vaivén de los campos de algas, la fascinación de la placidez de los peces pequeños. Uno suspendido, nadie a mi lado, convertido en un intruso en aquel paraíso. El huidizo pulpo inyectaba sobre mí su carga de tinta negra, entre rocas aparecía la perturbadora boca abierta de finos y encorvados dientes de la morena, advertencia de zona vedada, más al fondo, en el vacío más absoluto, clavado y desarticulado en la arena, el pecio de un barco pesquero, descansaba para la eternidad, ya sin rumbo, ya sin marineros. El sentido común aconsejaba no aproximarse, deambulaban hambrientos tiburones “Tintoreras”.
El mar una energía que cambia en cualquier instante, aquel día después de sobrepasar sumergido una muralla de rocas, una fuerza extraña me impulsó sin control, como un rio desbordado, sorprendido y con la adrenalina en mi torrente sanguíneo, me dejé arrastrar, el destino de colisión lo formaban unas rocas, giré mi cuerpo, para que las aletas y las piernas frenaran el golpe. La rugosa piedra me paró en seco, escalé como una araña. Respiré profundo y grité a los amigos para que me ayudaran. Mi cuerpo mostraba un sembrado de pequeños cortes sangrantes, por el afilado de la roca y la piel reblandecida. Lo que viví, lo estoy sintiendo, aquel miedo invisible que no me paralizó.
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Antonio Jesús Montilla García y su ciudad de Jaén.

Antonio, alumno de la Universidad de Mayores de Jaén, un hombre llano, en su personalidad se transmite la huella de los años de maestro, amabilidad y expresión oral. Servicial y comprometido, en el mismo instante que le propuse colaborar con un texto para amenizar el verano, no lo dudó. Reconozco el cariño especial que le propenso a Jaén y a su gente, cuatro años inolvidables de mi vivida en aquellas tierras. Gracias Antonio, la Universidad estrecha lazos.
– ¿Por qué es especial esta ciudad para ti?
– Cuando me pides Rafa, estas reflexiones, tengo cierta incertidumbre en escribir pues podría decir que nací en Jaén y no es verdad, nací en Melilla, allá por el tiempo que era parte de la provincia de Málaga, desde los tres años vivo en Jaén, soy giennense desde mis primeros recuerdos, pero te tengo que confesar que soy aficionado al fútbol, socio del Real Jaén, pero ojo me molesta cuando el equipo de Melilla pierde.
Entenderás porqué siento algo especial por Jaén, conocí a mi compañera de toda la vida, nacieron nuestros hijos, tengo nietos, son tantos que son innumerables, pero sobre todo destaco que he sido y estoy feliz en Jaén
– ¿Cómo fue tu infancia y que recuerdos te trae el lugar?
– Crecí, para mí en el mejor barrio de Jaén, LA ALCANTARILLA, una de las principales puertas de entrada a Jaén, antiguamente no era más que un sendero que, tras pasar por el Castillo de Otíñar, se introducía en la Sierra y llevaba a Granada, el barrio está lleno de historia viva de Jaén.
Una infancia de juegos en la calle y grandes amigos, donde he pasado casi 40 años de mi vida.
– ¿Qué destacaría de tu ciudad, que lo hace diferente a otros?
– Jaén es la provincia desconocida, y olvidada por quienes tienen la responsabilidad de reconocerla como propia, eso la hace diferente, pero derrocha humanidad, amiga de los amigos, el refranero es muy sabio y dice “En Jaén se entra llorando y se sale llorando”, no habrá visitante que quede descontento de estar en esta mi tierra.

– ¿Cómo son sus fiestas y gastronomía?
– La principal es la llamada feria de San Lucas, se celebra en octubre, con sus antecedentes como feria de ganado, se llena de visitantes principalmente de paisanos de los pueblos de Jaén, donde pueden disfrutar de la gastronomía y comidas típicas de Jaén se caracteriza por platos con influencias de las diferentes culturas que han pasado por nuestro territorio y de la gastronomía de las provincias cercanas, la gran estrella es el aceite de oliva y el plato la pipirrana.
– ¿Qué te hace sentirme feliz cuando estás en tu ciudad?
– Los que somos de Jaén, decimos que es una ciudad tranquila, segura, en la que casi todos nos conocemos y que tiene unos paisajes y unos alrededores que invito a visitar, pues descubriréis un mundo diferente pero no por ello cercano.
Muchas gracias
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
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Rafael Reche:« ¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, Purchil por María Santos»
Mis padres como la mayoría de aquella época de los 60, quisieron buscar lo mejor para sus hijos, en lo que ellos denominaban “Los estudios” “Una carrera”.
La disciplina, la calidad de la enseñanza, obtener un buen expediente académico se convertían en los lemas de prestigio, del centro educativo privado. Me debía sentir orgulloso de pertenecer al colegio, detrás pesaba el esfuerzo que suponía para la familia. Estudiaba y me esmeraba en cada curso por obtener buenas notas para mantener la beca.
Así, vuelvo los ojos, a los primeros años de ir y volver del colegio, de caminatas de cuatro kilómetros, cruzaba el rio la Miel por una pasarela estrecha de hormigón sin barandillas, a veces el torrente de agua lo sobrepasaba e impedía su paso. Algeciras crecía pero los barrios seguían en su letargo.

Aquel colegio, nos recibía con el sonido de la campana. En filas ordenadas y en un silencio de convento, los curas de sotana negra y cara solemne, nos acompañaban al templo, para la misa diaria.
El colegio significaba una bocanada de frescura, con instalaciones modernas de reciente construcción, atraía la irrupción de los blancos en sus paredes y de espaciosos lugares dedicados a patios de recreo o instalaciones deportivas.
Allí, descubrí el tesoro escondido que llevaba en mi interior, la misteriosa fuerza del deporte. Disfrutaba con la actividad física, seleccionado para el equipo de saltos de aparatos del colegio, volaba, giraba, piruetas mortales sobre potro, caballo, plinto y combinaciones de ellos. Al final del curso, se poblaba el patio de escolares de pelo corto, camiseta blanca y calzón azul, todos sincronizamos como autómatas movían brazos, piernas al toque de silbato, en una exhibición gimnastica. Allá, al otro lado andaban los ojos de los padres y hermanos, buscando en las filas uniformada el rostro conocido y aplaudiendo.

Todavía al cabo de los años, mi memoria cuarteada, me trae el pasado hirviente, que habla de silencio, de sombras, del universo de castigos físicos y psicológicos que llevan el mensaje sin respuesta, del orden, la obediencia y la formación. Una cicatriz que no se cerraba, se extendía desde el domicilio al colegio, la correa y la regla, se convirtieron en herramientas de escarmiento a los menores.
Nos situamos en la década de los 60, donde la violencia todavía formaba parte cotidiana de la sociedad, que despertaba de una crisis profunda y se adentraba con fuerza en la modernidad. Una España cerrada y encerrada en sí misma. Incipientes turista nos visitaba.
La ferocidad de una minoría del profesorado rayó en la salvajada. En la actualidad, chirría nada más pensarlo. Dentro del muro del colegio privado y religioso, también coexistieron otros docentes excelentes educadores y respetuosos con el alumnado, pero ellos miraban hacia otro lado, no les quedaba otro remedio.
Allí, los chicos en clase aprendimos a esconder nuestro yo, a lograr una ruptura ficticia de la personalidad como medida de defensa ante el castigo. El mimetismo, pasar desapercibido, como arma de defensa.

Ante el lema de la letra con sangre entra. Un profesor colocaba los alumnos de pie en un semicírculo alrededor de las paredes de la clase, he iniciaba una inquietante competición, de preguntas sobre geografía, ciencias naturales..: Cabos, ríos, montes, músculos, huesos… y si no acertabas, pasabas a la cola pero antes te reciba en su mesa con otra pregunta ¿cómo te gustan las tortas? Inglesa, francesa, rusa… elegías una, y te abofeteaba la cara de diferentes formas según el tipo de nacionalidad. Al principio nos resultaba gracioso con su carácter bromista, pero empezamos a sentir pena por los compañeros más torpes que poblaban la cola, por las raciones de golpes que reciban diariamente. La sofisticación llegó a extremos de presentar un tarro de cristal vacío el primer día de clase y finalizar el curso lleno de pelos de las patillas de los alumnos.
Niños en formación que lo desmedido se convirtió en algo normal. en la mesa del profesor se apoyaba, la larga regla para golpear las palmas de las manos, el borrador de mango de madera para la pizarra y objeto arrojadizo contra el alumno distraído, la pelota dura que regalaban con los zapatos Gorila, otra arma de lanzamiento que con la errónea puntería alcazaba a cualquiera.
Aún resuena en el laberinto de mi memoria, el eco del sonido seco de la bofetada. Su cuerpo largo, embutido en la sombría sotana, gafas oscuras y gesto severo, me señaló con el dedo índice, para que saliera del banco de la iglesia, cuando llegue a su altura, con la mano abierta descargó un golpe en mi rostro que me desplazó del sitio, y un pitido agudo perforó mi oído, perdiendo temporalmente la audición.
No teníamos derecho a llorar, era un signo de blandura. No teníamos derecho a contarlo en casa, el miedo al castigo añadido lo impedía.
Aquellos años nos invitó a cambiar y a ser otros sin dejar ser nosotros mismo. Una vacuna antiviolencia inoculada en el colegio, para no levantar la mano contra nadie, para no permitirlo. Vacié mi ser de todo aquello negativo que me llenaron, un fragmento de mi pasado que hoy se cuenta como anécdota.
El sabor amargo de los tirones de orejas y patillas, palmetazos, bofetadas, cocotazos… un lema de aquel tiempo en los colegios masculinos mayormente, se compensó con una magnifica preparación intelectual y de compañerismo, en el ámbito personal me sirvió para aprobar unas difíciles oposiciones.
Reconozco que no ha sido fácil, tejer en palabras estas sombrías historias. Hoy el derecho de los alumnos está consolidado.
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María Santos y su pueblo Purchil en Granada
Hay personas con encanto y simpatía y una de ellas es María Santos Rodríguez, compañera del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada y asociada en ALUMA. Buena escritora, nos deleita con sus narraciones llenas de fantasía y calidad. Ella, con su fácil palabra nos lleva al mundo rural de la Vega de Granada, una niña en su pueblo, encontró la felicidad en lo tradicional y la sencillez de las cosas. Gracias María por tu colaboración y refrescar el caluroso verano con tus recuerdos.
Purchil, mi querido pueblo está ubicado en el centro de la Vega, muy cerquita de Granada.
Desde que nací nunca me mudé a otro sitio. Es por ello, que todos mis recuerdos están en sus calles y en sus rincones. Bonitas vivencias de mi niñez y mi juventud para mí muy importantes
Cuando era niña el pueblo era más pequeño y nos conocíamos todos los vecinos, éramos como una gran familia. Las puertas de las casas siempre estaban abiertas para todo aquel que necesitaba alguna cosa a cualquier hora. Por la tarde, las mujeres cada una con su canasta llena de ropa y su silla, salían a coser a la calle; y la chiquillería, después de salir del colegio, inundaba todos los rincones con sus gritos y juegos.
En verano, muchos días, nos íbamos a jugar a la Era. La Era era donde los agricultores llevaban el trigo. Cada uno portaba su cosecha, la extendían formando una parva, encima de esta ponían una trilla a la que enganchaban una o dos mulas y comenzaban a trillar dando vueltas y más vueltas hasta que quedaba el trigo fuera de su vaina. A mí lo que más me gustaba era cuando mi vecino José me subía con él a la trilla y me tenía un ratito dando vueltas, siempre me parecían pocas. ¡Qué feliz era yo en aquellos momentos!, me imaginaba subida en un maravilloso columpio.

Después de trillar, los hombres recogían la parva en un gran montón y la tenían que aventar. Esto consistía en echarla al viento para que al caer lo hicieran separados, el cereal caía a un lado y la paja al otro. Era un trabajo muy duro.
Además de este bonito recuerdo, hay en mi mente cantidad de momentos imborrables que son el motivo de que me guste tanto vivir en él.
El Jueves Lardero o Día de las Merendicas, todos nos íbamos al campo, generalmente a las alamedas; pues era el lugar en donde se podían colgar de los árboles los meceores en los que nos subíamos y volábamos por los aires. Cada uno llevábamos nuestra merienda que consistía en: una rosca, un huevo duro, un trozo de chorizo, pasas, higos y una naranja. Jugábamos al corro y cantábamos las tradicionales canciones del meceor: A los olivaritos/ voy esta tarde/ a ver como menea/ la hoja el aire… Todos, grandes y chicos, disfrutábamos de lo lindo.
No menos disfrute había en las fiestas patronales. Eran tres días intensos. Me sentía afortunada porque vivía en pleno centro donde ponían los columpios y hacían todas las actividades (carreras de cintas en bicicleta, cucañas, partidas de dominó, bailes regionales…).
Por la noche hacían una gran verbena. Venían a cantar los conjuntos de moda y bailábamos todos hasta las tantas de la madrugada, hora de tomarse el chocolate con churros y retirarse a descansar para estar dispuestos el día siguiente.
Ahora Purchil ya no es el mismo, ha crecido mucho, como casi todos los pueblos del cinturón granadino. Algunas de sus tradiciones se han perdido y otras se han transformado. Sin embargo, sigue teniendo su esencia de pueblo acogedor y amable con todos nuestros nuevos vecinos (no forasteros) que conviven con nosotros en este paraje tan fértil y encantador llamado Purchil
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, Soto del Barco, por María del Mar Morales»
No es extraño, que ahora en la jubilación, no sujetos a tanta presión de una vida ajetreada, el tiempo deja de fluir con la velocidad normal, los lunes se parecen a los martes y éste a los miércoles, los días de la semana van perdiendo relieve y vuelan los años sin remedio. Toca unir los paraísos perdidos del pasado al presente. Me convierto en el testigo de mi propia infancia y adolescencia, retomó con ilusión la radiografía de aquellos adolescentes (década de los 60) llenos de vida, que no vivimos la guerra civil ni mundial, pero atados en una España encerrada en sí misma. Almas exigentes, entregados a un mundo austero, sencillo, con el espíritu de estudiar o trabajar para labrarse un porvenir mejor que nuestros padres.
Abandoné el barrio perimetral para vivir en el centro de la ciudad de Algeciras, con mucho esfuerzo mis padres compraron un piso con ascensor, todo un progreso. Allá se quedó la escuela de libertad, aquel paraje, de ventanas abiertas, del silbido del aire cuando la cometa volaba en contra del vendaval arrastrando su pesada cola de trapos anudados, allá se olvidó los adversarios en las guerrillas a pedradas, allá, permaneció tomando el sol, las lagartijas en una paz merecida y mis queridos “bichos” agazapados en sus escondrijos, allá quedó el hueco del juego del escondite, el agujero sin mi canica. Cuantos adioses a los amigos de la pandilla, cambiar de barrio, se convertía en un naufragio en vida, me queda sin nada, con el chaleco salvavidas de la familia. Pero yo, avanzaba en mi propia adolescencia, penetraba en los corredores de las transición a hombre. Un rio hormonal empezaba a circular como un torrente por mis venas. Las pelusillas del bigote, el rostro con espinillas, un tono de voz extraña, más grave, ¿Qué ocurría en mi cuerpo? Nadie explicaba nada, todo era tabú.
Simultáneamente, las chicas transformaban su cuerpo del contorno de niña a mujer, y su vibrante presencia nos comenzó atraer, ya eran visibles, hasta ahora pasaban desapercibidas, ellas con su comba y nosotros con el trompo. Ahora, su magnetismo y alegría no resultaba indiferente ¡Qué fascinación ocultaban en su interior!

Agrupados en pandillas de chicos y chicas compartíamos aficiones comunes. Una de ella, el cine de verano, al aire libre, con sillas de madera plegables, las bolsas de pipas y los mosquitos incluidos en la entrada. La memoria del pasado nunca acaba de pasar. Los chicos adolescente ante la presencia de las amigas en la fila de atrás, nos aceleraban el lado travieso y bromista, en la oscuridad sonaba una sorda colleja al compa del lado, la imitación de un gato maullando, la explosión de la bolsa vacía de pipa, el ingenio emergía en cada sección, nunca terminamos de ver la película, el acomodador con su haz de luz de la linterna nos apuntaba y acto seguido salíamos expulsados del cine y las chicas nos despedían con unas cómplices y socarronas sonrisas. Hay una dulzura innata de nostalgia en aquello que el tiempo difuminó y nos convirtió en singulares, las generaciones de los cines de verano. ¡Yo, también estuve allí!

En otras ocasiones, surgían los improvisados “guateques”, cualquier lugar era idóneo: un garaje, un piso o la azotea de una casa.
El mundo del sexo femenino era un campo desconocido, la timidez brilla en ambos lados, el baile se convertía en un punto de acercamiento y contacto corporal. El picú o tocadiscos de la época, una tenue bombilla iluminaba el recinto, que solía apagarse accidentalmente cuando sonaba el disco prohibido ¡demasiado escandaloso, por su carga erótica! “Je t’aime… moi non plus” de Jane Birkin, 1968.
Las fragancias de las noches de veranos, el flujo vivo de los ritmos, bajo el mismo cielo estrellado, chicos y chicas, rompíamos la frontera de cristal que nos separaba. El sosiego de la música lenta, transformaba el espacio definido, en siluetas de parejas. El instante compartido con la chica que te gustaba, bailar pegados, sumergidos en un silencio esperado, cuerpo con cuerpo, el corazón palpitaba y la marea de la excitación subía, en una sensación desconocida hasta ahora.
¡Ay de aquel amor platónico! La miraba, me miraba, le sonreía, me sonreía. Ella me cautivaba, solo le decía quiero ese pastel y ella tan dulce me lo entregaba. Todos los días entraba en la pastelería, para verla, para buscar ese instante inmenso, para desearla. Ella, trabajaba, yo estudiaba, dos líneas divergentes que no se encontraron.
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¿Quién es María del Mar Morales Hevia? Creo que no necesita presentación, para los estudiantes de Granada del Aula Permanente (APFA), pero para los lectores foráneos, comentaros, que ella es una institución como persona y docente en la Universidad. Médico y profesora en materias de salud corporal y mental. Su figura estilizada, melena suelta, ojos vivos, su elegancia al vestir y su acento asturiano, provoca en nosotros la atención, acentuada por su fácil palabra y su alma sensible. Ella, siempre dispuesta, siempre amable y correcta, siempre inquieta en un desafío permanente con la enseñanza. Hoy nos muestra su lado interior, su alma poeta. Gracias María del Mar por tu colaboración.
María del Mar Morales en su pueblo del Consejo de Soto del Barco, La Corrada, Asturias.
Mi mayor placer en las mañanas de agosto es desayunar a la puerta de casa, saboreando praderas y niebla que desciende de los montes. Solo se escuchan trinos y al aire entre los manzanos. Huele a hierba. Soy granadina de adopción desde los seis años. Nací en Oviedo. Del Norte al Sur y del Mediterráneo al Cantábrico, vivo entre dos maravillosas tierras. Aunque me gusta decir que soy asturiana de aldea; una del Concejo de Soto del Barco, que desde praderas desciende suavemente hasta el mar y la ría del Nalón: La Corrada.
A pesar de las vueltas que da la vida, ni un solo año he dejado de volver a mis raíces. Continúo una tradición de veraneos familiares desde 1875, en la casa que construyó mi tatarabuelo Bernardo Carreño cuando volvió de Cuba. Seis generaciones después, remodelando casa y vidas, el reencuentro familiar es en las fiestas de San Lorenzo, el 10 de agosto. Rememoranzas genealógicas y convivencia con vecinos queridos de toda la vida. Esos días suenan las gaitas, se tiran voladores, la Procesión sube hasta La Capillina, donde merendamos el bollu preñau en la romería. Y por las noches, verbenas en el prao, sin lluvia de estrellas porque estos cielos aman las nubes. En estas fiestas, el himno de Asturias emocionando hasta la médula diluye límites espaciales y temporales.

Aquí disfrutamos además de una bellísima y tranquila naturaleza, para jugar, pasear, contemplar. Cuando era pequeña, había un bar y una tienda en la que Lucita vendía de todo y se mezclaban los olores de tejidos, harina, legumbres, piensos, clavos. La leche, manteca y queso de afuega´l pitu íbamos a comprarlos a casa de Maruja. Hacíamos cabañas, tallas de palos, los juegos de policías y ladrones duraban horas. Todo el día al aire libre, corriendo sin límites ni peligros. No importaba la lluvia con aquellas maravillosas botas verdes de goma para pisar charcos y barro. Una infancia sin televisión.
Ir a la playa con los primos a pasar el día era otro disfrute inmenso de arena fina, agua helada y pozas con rocas llenas de “conchitas”. Nuestras madres llevaban grandes cestas: invariablemente, tortilla de patata, paraguas y chaqueta. Con una familia muy cantarina, no solo de ópera y coro, muchas canciones han llenado de alegría y nostalgia las reuniones. También resonaban historias y cuentos de los abuelos, narrados a media voz los días de tormenta. Y el fascinante miedo infantil lo invocábamos para subir al desván y las excursiones nocturnas por los caminos del monte, al mando de las linternas de los mayores.
Ese universo emocional y sensorial de la infancia se me quedó pegado a la piel del alma. Y como nos ha hecho felices a todos, seguimos manteniendo y celebrando el espíritu de La Corrada. Es un ambiente que permanece casi inalterable a pesar del tiempo y las sacudidas vitales. Porque, extrañamente, aquí sigue sin llegar el turismo. Será que no hay bar ni tiendas, y solo un par de casas rurales para amantes del caminar y el sosiego. Ahora, con la pandemia, respiramos los días con mucha seguridad. Podemos mantener distancias enormes, verdes y húmedas. Asturias sigue siendo para mí un paraíso en el que me encantará recibirte con los brazos abiertos. Que no te lo cuenten. Ven y vívelo.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
http://en-clase.ideal.es/2021/07/29/rafael-reche-de-donde-eres-mi-pueblo-y-yo-contado-por-domingo-santana/
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Rafael Reche: «¿De dónde eres? Universitarios mayores en su pueblo o ciudad»
http://en-clase.ideal.es/2021/07/08/rafael-reche-un-verano-para-los-universitarios-mayores/
Rafael Reche: «Una cena universitaria de fin de curso, con encanto»


Rafael Reche: «Viajan a otros mundos, viven otras vidas. (Parte I)»
Mi querido y respetado lector: El calendario nos recuerda en este mes al libro y a los lectores. El libro, que ha paralizado y suspendido las horas de nuestro tiempo, como un latido que no se detiene, convertido en un Dios sediento que refresca en cada obra la eterna sed de lector. Por cada uno, asciende y desciende ese vértigo y prende la llama de la curiosidad, la intriga, el misterio, en busca del desenlace igual que sintieron las mujeres y los hombres de todas las épocas, que a través de la lectura han vivido en muchos interlocutores, incontables pasiones, capacidades, debilidades y fantasías. No hay nada, como permanecer clavado en el silencio y en el espacio, absorto viajas a otros mundos y vives en otras vidas.
El 23 de abril, es justo este día cuando los lectores de todo el mundo celebran su día grande. El Día Internacional del Libro. Es el momento, es la ocasión de que compañeros mayores universitarios españoles y de la Universidad de Rio Cuarto de Argentina nos dejen sus testimonios, nos cuenten las experiencias que han desarrollado por el mundo de las letras, nos desnuden con sus palabras las bondades de esta afición tan intelectual y cultural.
Al pie de mi jubilación, busco un hueco inexistente en mi biblioteca, donde reposan los libros de toda una existencia. Mi vida está pausada en dos etapas; la adolescencia donde los libros de aventuras descubrieron mi espíritu inquieto y curioso, y la madurez, del sosiego del retiro, de libros que adquieren el sabor inmenso de los sentidos, me asoman al balcón de la vida, de historias hecha de las miradas de otros hombres y de otras mujeres.
La vida fluye en línea recta, franqueada por esos dos periodos extremos, ajenos a la existencia acelerada, con la maleta a cuestas sin echar raíces en ninguna ciudad. A esta hora dorada de los años, se ha desvanecido el errante caminar y como un mar rodea a una isla, me encuentro en el paraíso de Granada. Disfrutamos de un tiempo extra, una prórroga de espacio para romper los barrotes, con un libro en las manos y obrar el milagro de leer página a página para que desaparezca el instante tragado por sí mismo.
He vuelto el rostro a releer libros que han permanecido inmóviles y callados, por años en los estantes de la librería. En ese limbo han envejecido conmigo mismo, han regresado para hablarme, con otro lenguaje de cuando lo leí, en ellos observo la vibración amarilla de las hojas por la longevidad, las letras se han encogido de tamaño o más bien, los pliegues de la realidad nos devoran a ambos, la propia vivencia me ha dejado la huella de la vista cansada.
Siento deciros que no hay recetas para leer. La afición no es transmisible, porque no está hecha de recetas sino de descubrimientos personales. Cada obra es irrepetible y conquista a sus lectores.
Dejo a mis compañeros en la Universidad quien nos descubre su condición de lector:
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Beatriz Ballesta Martínez. Estudiante del Aula Permanente de Formación Abierta (APFA) de la Universidad de Granada. Nació en Baza (Granada), jubilada como docente e inspectora de Educación. Participa en el club de lectura “Lo que vale una vida” del APFA.

Beatriz Ballesta, no relata su experiencia con la lectura y ella misma se define a través de sus palabras.
Los libros son vida, la lectura es un valor que debe comenzar en edades tempranas favoreciendo situaciones creativas en las que surjan el gusto por la lectura, la sensibilidad literaria se aprende leyendo, y leer, es una actividad mental que nos aporta conocimientos y experiencias enriqueciendo nuestro mundo interior.
¿Cuándo te nació la afición a la lectura?
Siempre he tenido algo para leer, un cuento, tebeos…al salir del colegio me quedaba con mi madre en nuestra tienda y cuando no despachaba, se sentaba al calor del brasero con una novela de Corín Tellado, cada semana me enviaba a cambiarlas por otras, ella en silencio con su novela y yo con un cuento o tebeo que releía, tardes de invierno cuya imagen mantengo en la memoria.
Un verano, con 10 o doce años, cayó en mis manos, Ana Karenina y comencé a leerlo, siempre buscaba momentos en el que continuar su lectura, ¡raro! libro “gordo”, largo, su temática y me fascinó. Ya no faltaban libros en mi reducida estantería…
¿Qué tipo de lectura te gusta más y por qué?
Me gusta la novela histórica, ese viaje en el tiempo, recreando momentos históricos con datos relevantes sobre la época.
Narrativa, la forma, el estilo de contar historias e imaginar situaciones y acciones de los personajes.
Ensayo sobre educación por ser uno de los factores más influyentes para el progreso y avance de la sociedad.
Poesía, expresión de sentimientos, emociones, amor…
Beatriz, si te fueras a una isla desierta ¿Qué libros te acompañarían?
Me gusta el bullicio, observar la calle, sus gentes, el trasiego diario, pero a una isla, me llevaría:
“Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar y
“Obras completas de Federico García Lorca”
¿Qué nos puedes contar sobre tu experiencia en la lectura y que nos recomendaría?
La lectura, nos brinda conocimiento, creatividad, mantiene la mente viva, mayor capacidad verbal. Con la imaginación se llega a cualquier parte, se sienten emociones que favorecen entender mejor a los demás. Es un hábito que proporciona beneficios para la salud y libera la mente. Deja a un lado la soledad convirtiéndose en el mejor compañero de camino, nos enseña a ser críticos y en definitiva mejores personas.
Acabo de finalizar la novela “Lluvia fina de Luis Landero” y de los libros que os recomendaría:
“El infinito en un junco” de Irene Vallejo
Es un viaje a distintos lugares, épocas, contrasta distintos géneros, desde lo clásico a lo contemporáneo.
Es un aprendizaje cada capítulo, cada texto por la información que aporta.
“El Principito”, refleja sentimientos de amor, esperanza, reflexiones que alimentan nuestra vida.
——oooOooo——
Antonio Jesús Montilla García. 70 años. Estudiante del Programa Universitario de Mayores de la Universidad de Jaén. Maestro jubilado.

El destino o más bien las conexiones on line que tan usuales se han puesto de moda en la pandemia, me permitieron conocer a Antonio Jesús, quien ante mi propuesta se ofreció encantado de participar hablándonos de la lectura.
En la lectura no existen las limitaciones físicas ni la edad, millones de personas mayores son expertas en la lectura, ellos alcanzan edades cada vez más avanzadas, en unas condiciones de salud física y mental impensables anteriormente, en definitiva, la lectura nos ayuda a aumentar nuestra capacidad cognitiva.
Antonio, ¿Porqué de tu afición a la lectura?
Creo sinceramente que nacimos juntos, mis primeros recuerdos, me sitúan junto a mi madre o mi padre leyéndome cuentos en la cama, o realizando las tareas escolares que siempre contenía una lectura o resumir algo. No puedo olvidar las distintas celebraciones de Reyes Magos, cumpleaños o santo, cualquier regalo iba acompañado por un libro, normalmente corto, ejemplo que seguimos haciendo con nuestros hijos.
Los tebeos, comic y libros de aventuras estaban en nuestra casa, como cosa habitual.
Desde la infancia, hoy es toda una necesidad, después de una jornada laboral, que a pesar de estar jubilado es intensa, busco en la lectura un rato de tranquilidad y placer que no me da la TV o internet.
¿Cuánto tiempo le dedicas?
Podría decirte que no lo controlo, pero no menos de una hora y media diaria, hay muchos momentos (las tardes especialmente), a la vuelta de clase de la Universidad y antes de acostarme, siempre.
¿Qué lees?
La novela histórica, quizá por la deformación profesional, para mi es la más atractiva para poder contarla.
¿Eliges un libro, para que te acompañe donde fueras?
Sin lugar a dudas “El Principito”.
¿En la actualidad que lees?
“Aquitania”, de Eva García Sáenz de Urturi, premio Planeta 2020
¿Algún libro o novela que recomendarías?
“El infinito en un junto”, de Irene Vallejo, no comento nada, pues merece la pena leerlo, te asombrará.
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Electino Bermejo Mateos. 71 años, Estudiante de la Universidad de Mayores de la Autónoma de Madrid. Jubilado de la Administración de Empresas.

Electino, durante la conversión telefónica, se mostró un hombre cordial, abierto y con un sentido del humor fresco. Al final he encontrado un paralelismo de los gustos literarios que compartíamos.
Reconozco que me llamó la atención dos cosas de él, su acento de voz que distaba del clásico madrileño y su nombre “Electino”, tan poco corriente, la razón bien sencilla y coincidente, él conserva sus raíces de Zamora en su entonación y en el original nombre.
Electino, ¿Háblanos de que significa la lectura par ti?
Podría decir que soy un desertor arrepentido de la lectura. En mi niñez y juventud fui un gran lector, me encantaba la novela y la poesía, después por motivos que no vienen al caso, dejé un poco de lado la lectura como distracción. Mi lectura se limitó a la prensa diaria y a temas profesionales.
En mi persiste el recuerdo de uno de mis primeros libros leídos, “Sinuhé el egipcio” (Mika Waltari). De ahí mis recuerdos pasan a “Los renglones torcidos de Dios” (Torcuato Luca de Tena).
Un inmenso y largo periodo de sequía lectora regada por las lecturas en vacaciones, Best Sellers del momento. Me vienen a la memoria, “Los pilares de la Tierra” de Ken Follett, “El tiempo entre costuras” de María Dueñas, “La catedral del mar” de Idelfonso Falcones, “Los seis tomos del Clan del oso cavernario” de Jean M. Auel, que me acompañaron durante algunos veranos, y alguna lectura esporádica que no ha permanecido en mi recuerdo.
Dando un salto en el tiempo, en noviembre de 2016, tuve el acierto de adherirme a la Tertulia Literaria de la Universidad Autónoma de Madrid, y no olvidaré el primer libro leído, “Intemperie” (Jesús Carrasco), al que siguieron entre otros, “Nada” (Carmen Laforet), “Los restos del día” (Kazuo Isiguro), “El hombre que amaba a los perros” (Leonardo Padura), Doña Perfecta (Benito Pérez Galdós y un largo etc.
La lectura me relaja, me permite viajar, me hace héroe o villano según mi simpatía por el personaje, puedo, por unas horas, vivir en el siglo pasado, en el antepasado, en el presente y trasladarme al futuro.
Y por medio de la Tertulia Literaria, darme cuenta de lo pequeño que soy sacando conclusiones de una lectura, y en lo grande que me convierto cuando comparto con los demás mis experiencias y escucho las del resto de los tertulianos.
Quiero finalizar este articulo como empecé con las palabras: de mi querido y respetado lector, cuando termines de leer, cierra los ojos y deja que la imaginación obre por si sola. Continuaremos la próxima semana con más testimonios de lectores.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
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Rafael Reche: «Un año on line en la Universidad»
Un año a la deriva, un año que huye sin prisas, que sólo pide olvido. Una guerra mundial, no declarada, que ha traído un arma resonante que multiplica sus efectos de un extremo a otro del planeta. El virus con nombre extraño COVID, persiste aún feroz, exprime la vida sobre todo de los ancianos y más sensibles de salud.
Sin saber cómo, el invasor se reajusta, se adapta, del frío al calor, del bosque al desierto, de un ser a otro y en el tiempo que dura un parpadeo, ya nada es igual al ayer, los días de vida perdurable se volatizaron en el mundo. Un año por vivir nos queda. La soledad y la quietud cubrió las ciudades, calles sin presencias, el aire contagiado, mascarillas que filtran las sonrisas de los rostros, cayeron en el olvido los abrazos y besos, sólo se abrió el espacio a la luz y al trinar de los pájaros sin el desvarío ruidoso del tráfico diario
Hace un año, en marzo 2020 se cerró el espacio presencial universitario y al mes siguiente comenzaron las primeras clases con videoconferencias (La Universidad de Granada pionera en España). Un año que nos mira y que no se olvidará, un año que nunca acaba, un año inmortal que asciende, crece, cae, se aplana y sube, en olas continuas. En puerta estamos de la 4ª ola. Empieza a precipitarse la impaciencia y el agotamiento en cada uno de nosotros.
¿Somos de veras los mismos? ¿La vida es otra? Preguntas clavadas en nuestro yo, ante el vértigo y el vacío del paso del virus, nos queda las muecas del tributo que todos hemos pagado.
Déjame ver el rostro de este día, déjame ver el rostro de aquellos días en donde se cerraron todas las puertas de las Facultades y se abrieron todas las ventanas y el aire circulaba libre por las clases y los estirados pasillos del edifico del Aula Permanente de la Universidad de Granada.

Busco en los corredores sin fin de la memoria, lo que ha sucedido en un año antes que se desvanezca el recuerdo de lo vivido.
Ante la presencia de un virus desbocado como un viento que azuza un incendio el 12 de marzo 2020, la Universidad de Granada suspende todas las clases presenciales, los estudiantes mayores nos quedamos en casa y el domingo 15 de marzo entró en vigor el estado de alarma en todo el territorio nacional. La epidemia se escapaba de las manos, sin mascarillas, las UCI saturadas, los muertos sin contar se apilaban en improvisadas morgues. Noches de insomnio y de preocupación se sucedieron en prórrogas de 15 días. La geometría del virus como una pelota de golf llena de tentáculos inexorable se cebaba con el colectivo de los mayores.
La vida y la muerte son mundos paralelos, que conviven dentro uno mismo. Las horas pesan con su intangible pesadumbre, en el vacío del encierro. Una guerra sanitaria nos mantiene en vilo. Buscamos la protección más allá de la lógica normal, entramos en una paranoia colectiva, compras compulsivas de alimentos, litros y litros de lejía en la desinfección de casas y enseres, rollos y rollos de papel higiénico, la sociedad había entrado en una diarrea sin control.
El 5 de mayo 2020, aún confinados en los domicilios, blindadas las ciudades, se abrió paso la iniciativa valiente y emprendedora de la Rectora Pilar Aranda Ramírez, de iniciar las clases por videoconferencias online, en la Universidad de Granada.
Este discurso para los jóvenes estudiantes cala sin problema, generaciones nacidos en la era digital, que manejan sin dificultad los videojuegos, smartphones, tablets…. Pero este mismo discurso se hace incomprensible para la mayoría de los estudiantes universitarios mayores de 50 a 90 años, que habitan en un limbo ajenos a las tecnologías informáticas que nunca acaban de actualizarse, con un lenguaje propio de siglas e inglés (Apps, cookies, chat, megabyte, USB…).

Ante este reto sin precedente para los mayores, del salto virtual, la dirección del Aula (APFA), con la joven catedrática de Derecho, una estrella caída del cielo para los universitarios mayores, de espíritu abierto y comprometida, la directora María del Carmen García Garnica, decidió virtualizar la docencia de los mayores, para ello puso a pilotar el proyecto al subdirector del Aula Juan Antonio Maldonado Jurado, para salvar las barreras que suponía pasar de las clases presenciales a videoconferencias on line y continuar con el Programa Universitario de Mayores de Granada y sus sedes (Motril, Guadix, Baza, Ceuta y Melilla). J. Antonio Maldonado se enfrentó a una compleja situación de formación e información tanto para los profesores como para los alumnos, no le resultó fácil quitar las vendas de los ojos que les impidan abrir la ventana a lo virtual, tallar con paciencia las voluntades que se resistían y oponían a lo incomprensible y al medio a desconocido.
La piedra Roseta, que obró el milagro consistió en enviar mensajes por correo electrónico y WhatsApp, herramientas que los estudiantes mayores les resultaba usual, un enlace que conectaba directamente con la sala de la asignatura, en la aplicación de Google Meet.
Ordenadores y móviles se encendieron, los profesores aparecían en pantalla y los alumnos mayores sentimos a la vez, la cercanía y la lejanía, la inmediatez de la imagen próxima del docente y compañeros ante la distancia fría de cada uno en su hogar o en otra ciudad. Es de reconocer que los más jóvenes (hijos, nietos, sobrinos…) ayudaron a los más mayores.
La idea había calado, pero ascendía poco a poco. Recuerdo las primeras clases online del Seminario de Música, con la presencia de 40 alumnos, supuso un cambio significativo de más 100 que asistían sentados en el salón de acto.
Todo un logro, romper la inercia que te paraliza, como dice nuestro refranero “se clavó una pica en Flandes”

Una brizna de luz de expectativa se consolidó cuando en la sesión de clausura on line el 10 junio 2020 del curso académico 2019-2020 del Aula Permanente de Formación Abierta, de forma simultánea para todas sus sedes, presidido por la Rectora Pilar Aranda Ramírez se superó los 180 asistentes, un verdadero récord de asistencia.
Por fin. el 21 de junio 2020 termina el estado de alarma, aunque se prosigue con medida sanitarias de prevención. La Universidad continuó cerrada hasta el curso siguiente.
El virus repliega sus velas en verano en Europa, baja su intensidad y se interna con fuerza en otros territorios transoceánicos del planeta.
Terminado el periodo vacacional, la Universidad de Granada, con un decidido liderazgo en pro de la enseñanza la Rectora Pilar Aranda, decidió comenzar las clases presenciales y el 5 de octubre 2020 el Aula (APFA) inició las clases en una modalidad mixta, presencial y online a la misma vez.

Los tambores cercanos de guerra seguían sonando, la marejada de la epidemia continuaba latente y a los mayores se les hiela la sangre, ante el panorama de incertidumbre de futuro que se presagia. Alrededor de un 35% de los 1300 alumnos mayores, no se matricula en el curso 2020/2021 en el Aula (APFA), a pesar de las estrictas medidas sanitarias impuestas en las aulas y espacios universitarios: Aforo limitado, separación física entre alumnos, ventanas y puertas abiertas, uso obligatorio de la mascarilla, pasillos y entradas en un solo sentido para evitar cruces, cafetería cerrada.
Me sentí feliz, al retornar a clase, como un náufrago superviviente volviendo a ver los semblantes de mis compañeros de nuevo en aquella isla protegida de la Universidad. Rostros sin facciones, con la sonrisa en los ojos, nadie se incomodaba si le dices que con las mascarillas no le reconoces. Descubrimos el nuevo lenguaje del movimiento de los ojos. La paciencia se instalaba en el nuevo estilo de vida, esperábamos con tranquilidad las colas para entrar, pasábamos por el ritual del lavado de manos con gel hidroalcohólico, indagábamos con orden el circulo de color del respaldo donde sentarte. La clase escalonada se completaba y fuera para los rezagados le esperaba el aula “espejo”. Unos alumnos ordenados en la simetría de las filas e hileras de asientos de la clase, otros los menos, sentados plácidamente en sus casas conectados on line por ordenador. Dos mundos contrarios se unían en un mismo espacio del aula, lo virtual y lo real. Confieso mi sorpresa y la de muchos, ante el acúmulo de novedades, nada dejado a la improvisación en una organización milimétrica que me recordó mi etapa castrense.
Como el perfume que asciende en una columna, se esparce y desaparece al poco tiempo. A los 10 días del comienzo de las clases presenciales, se cerró la Universidad el 15 de octubre de 2020 y se continuaron con las clases on line en videoconferencias virtuales.

Esta vez la indecisión se quedó en una esquina y los alumnos mayores se volcaron con las clases, batiéndose marcas de asistencias on line en algunas superando los 200 estudiantes y con un promedio medio diario de unos 70 alumnos por clase. Todo un éxito. Anécdotas para escribir un libro, surgían en las clases. Una tarde en la clase aparece en pantalla nuestro compañero José Rodríguez Sánchez conectado por el móvil, acostado en la cama con su mascarilla y el suero al lado, estaba ingresado en el Hospital y no se quería perder la asignatura. Unos más presumidos se arreglaban y maquillaban para aparecer en pantalla, otros desde la playa o el campo nos enseñaba su entorno.
Es cierto que la puerta digital es más alta y cerrada a cada año. Pero los mayores de 50 a 90 años sabemos buscar la llave que la abre. El tiempo nos deja la sangre más endurecida pero el espíritu de los jóvenes maduros sigue intacto. En esta crónica, no he querido dejar en el olvido, las fases y la metamorfosis pasadas en un año y que nosotros mismos nos sorprendimos.
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de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Descubrimos la Biodiversidad de manos de profesor Juan Lorite

Rafael Reche: «En San Valentín, los universitarios mayores conmemoran su amor. (Parte II)»
Rafael Reche Silva: «En San Valentín, los universitarios mayores conmemoran su amor» (Parte I)
Rafael Reche Silva: «En San Valentín, los universitarios mayores conmemoran su amor» (Parte I)

Rafael Reche: «Las pasiones de los universitarios mayores» (Parte I )
Aún gira en el laberinto de nuestra mente, la seducción y curiosidad que destapó en nuestra niñez, el coleccionar todo tipo de cosa: Cromos: de futbolista, de la flora y fauna, minerales, de arte, los sellos de correos, banderines y postales de ciudades, vitolas de puros ….
Hoy nadie se atreve a negar que aprendíamos y a la vez nos divertíamos en una competición, sin ganador para completar las hojas de los álbumes. Una afición contagiosa que transcendía, cautivaba y enganchaba a los demás miembros de familia y amigos, quienes nos ayudaban en el continuo trajín de intercambios de cromos, al final la impaciencia nos devoraba para completar aquellos huecos vacíos de estampas que en vano se resistían a salir de los sobres.
Aún se pule aquella pasión y se transfigura en actividades que nos vuelven a rellenar ese espacio, que nos llenan el tiempo libre, descargan nuestra energía, una invitación a que fluya la creatividad y consolide la otra parte de nuestro ser.

En cada hombre y mujer, duerme el inagotable deseo y sólo espera un signo para despertar, para hacer saltar el mundo interior, su otro ser que convive con él y completar esa necesidad en un hobby, como un mecanismo de salvación para afrontar la realidad del día a día.
Ahora, en la edad madura que el tiempo se nos escapa, he encontrado unos testimonios de compañeros universitarios mayores de Granada y de otras Universidades de España de como mantienen viva la llama de la pasión. Ellos, se redescubren, nos dan fe, de cómo han desarrollado su talento creador y la consciencia artística. Ahora después de los años desvinculados de la vida laboral, en la plenitud de la jubilación, sin obligaciones familiares, nada les constriñe o coacciona, excepto su propia libertad.
Desvelaré unas variopintas gamas de aficiones, hobbies, entretenimiento, en los mayores inquietos que han encontrado su otro yo en: Cantaor de flamenco, coleccionista de Bonsáis, youtuber con recetas de cocina, bailarina de tangos, actriz cómica, apasionado de la informática, decoradora de paraguas….
Los encontramos de Norte a Sur, en ciudades como: Gijón, Oviedo, Madrid, Granada y Las Palmas de Gran Canaria.
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Francisco Gil Segura, 63 años, jubilado de médico Traumatólogo. Alumno de 2º Curso del Programa Universitario para Mayores del APFA de la Universidad de Granada.
Hobby: Cultivo y cuidado de BONSAIS.

Paco, un hombre sereno, activo y amable, le acompañan sus muletas que no le impiden desplazarse a las clases o cualquier actividad, él nos cuenta su pasión.
Bonsái significa árbol o grupo de plantas o árboles que crecen en un recipiente (cuenco).
No se trata de árboles enanos, sino que su tamaño se reduce debido al cultivo en maceta y la poda.
Aunque el cultivo de las hojas se ve limitado a veces, sin embargo, las flores y los frutos conservan las mismas dimensiones que los de un ejemplar que crece en el suelo. Por otra parte, el término bonsái hace referencia tanto a un árbol pequeño, como a un arte, a un estilo de vida que expresa una voluntad de armonía entre cielo y tierra, hombre y naturaleza.
Árbol, recipiente y tierra deben complementarse entre sí en dimensiones, forma, color y textura. El tamaño de un bonsái puede oscilar entre no más de 2,5 cm y 1,2 m aproximadamente.
La relación entre la altura, anchura y profundidad global de un bonsái es extraordinariamente relevante, a la vez que la densidad del follaje y el grosor y conicidad del tronco deben complementarse mutuamente.
Paco Gil, se inició en el arte del bonsái hace 12 años, cuando consiguió el suficiente y adecuado espacio en su casa (una terraza de 40 m) para cultivar varios ejemplares. Su primer bonsái fue un Arce japonés, regalo de un paciente que había operado de una cadera.
El arte del bonsái le ha aportado paz y armonía junto con numerosos y gratificantes momentos. El otro lado a tener en cuenta es que cuidamos a un ser vivo y precisan de una serie de exigencias diarias de luz, agua, alimento, temperatura, etc. Me comenta, que en parte le ha esclavizado, porque no puede dejar de mantenerlos ni un solo día del año, un inconveniente para cualquier viaje o salida, por corta que sea, precisa una buena planificación y una persona que haga las labores diarias de mantenimiento.
Él aconseja que, como hobby lo recomendaría a quien tenga el suficiente y adecuado espacio para esta actividad y la paciencia que requiere este arte, ya que pueden pasar años desde que plantamos semillas o esquejes hasta que estos comienzan a tener la forma de un bonsái joven. También se puede uno iniciar en este arte con el cuidado de bonsáis jóvenes ya formados. Se requieren años de aprendizaje hasta conseguir dominar este arte, con unas cualidades como: sentido común, paciencia y cierta sensibilidad artística para darle al árbol la forma, para que imite a la naturaleza.
Los interesados en el aprendizaje del cultivo de bonsáis o en conocer este arte, puede contactar con las asociaciones existentes a tal fin y que suelen reunirse en viveros donde los venden. cuidan y hacen cursos de iniciación en este arte.
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Rosa María Feito Castro. 72 años, cuando dejó su negocio de empresaria de Moda, se incorporó como estudiante a la Universidad de Mayores de Oviedo (PUMUO).
Hobby: Bailar tangos.

Ella, se siente tan integrada en el programa universitario de mayores que lo considera como su segunda casa. Aquí tenemos una mujer inquieta, espontánea y su corazón abierto que nos cuenta su verdadera pasión que le ha colmado parte de su vida, todo empezó cuando viajó a Buenos Aires. Allá, la joven Rosa, volvió a soñar, volvió a mirar con otros ojos de futuro y la fascinación circuló por sus venas, maravillada al contemplar el baile de los Tangos.
Su ilusión no se retiró al volver a Oviedo, se incrementó al comprarse sus primeros zapatos de baile, para disfruta en la plaza de Trascorrales (Oviedo) de los encueros de tangos.
El tango es un estilo de baile muy apasionado y sensual que crea un vínculo entre sus bailarines. Para bailar el tango, como en cualquier estilo, tienes que sentirlo, entender su música y dejarte llevar por su armonía y movimientos.
Se formó en el difícil arte del baile en la academia y en la actualidad practica con su profesor Alberto dos veces al mes para mantener el nivel. Me comenta: Los competitivo que resulta el tango, todos los años con su grupo actúan en el Teatro Filarmónica de Oviedo, también asiste en España a encuentros internacionales de tango, la pandemia los ha clausurado.
El tango, se ha convertido en una forma de identidad para la cultura argentina, con un efecto internacional, apela a los sentidos y crea un vínculo entre los danzantes. Perdidos en el movimiento armónico y tacto suave, los bailarines de tango se enamoran en la pista de baile de sus parejas.
Rosa, me resalta que hay protocolos, que no permiten bailar con cualquier persona sino con la pareja habitual.
La Directora del Formación Continua y PUMUO, María Ángeles Fernández González, no descarta incluirlo como un Taller para próximos cursos, por los beneficios en salud física y mental que el baile reporta a las personas mayores.
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Carlos Pascual Carrasco. 63 años, estudiante de Peritia et Doctrina de la Universidad de Mayores de las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), vocal de la Asociación Peritia et Doctrina pasó 38 años en la enseñanza.
Hobby: El mundo de las Nuevas Tecnologías.

Si definiera a nuestro compañero universitario canario Carlos, me atrevería decir que es un hombre todo terreno, multidisciplinar, con una capacidad y flexibilidad para adaptarse a los nuevos tiempos.
Lo que está bien claro que nuestra vida laboral anterior no regresa y hemos damos el paso para adaptarnos a la vida del jubilado, cada uno elige un camino según su propia personalidad tallada a largo de los años. Carlos, necesitaba seguir aprendiendo y se matriculó en la Universidad de Mayores y abrió su abanico de aficiones: viajar, leer, saxofón, escribir, deportes…
Desde hace más de veinte años, le apasiona el mundo de las Nuevas Tecnologías, ha realizado cursos de MS-DOS, elaboración de páginas web con Front Page, Dreamweaber, Flash y muchas horas de autoaprendizaje, todo le sirvió de base para elaborar la página web del Colegio, la creación de un blog, un canal de youtube y llevar las Nuevas Tecnologías al Centro.
El primer año en la Universidad (ULPGC), creó la web de Peritia et Doctrina, un blog y un canal de youtube. Consiguió con motivación e insistencia que la mayoría de los compañeros participaran en el blog y en el canal de youtube.
Él, me confiesa que es súper gratificante la ilusión de los compañeros, cuando ven sus trabajos publicados en el blog o en el canal de youtube.
Las nuevas tecnologías le apasionan, porque él lleva una consigna durante toda su vida su experiencia la comparte con los demás, un gesto de altruismo para conseguir la felicidad de otras personas y al mismo tiempo una satisfacción personal.
Para finalizar, la primera ronda de compartir la riqueza del ser humano y más de los mayores, os invito a la aventura interior, al redescubrimiento de nosotros mismos.
Continuaremos en otras partes con interesantes historias de compañeros.
Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche: «Mayores de América y Europa, unidos en diálogos transoceánicos»
Es el tiempo, ha llegado el tiempo de unir, por la tecnológica digital, mundos equidistantes separados por la mar océana, por fronteras entre continentes y países. En esta ocasión, el lenguaje se convierte en el vínculo común, con su espontaneidad, riqueza y sin invisibles intermediarios traductores, funde lugares heterogéneos con un mismo sol que entra por la puerta de Argentina con los buenos días, se asienta en su cenit en México con las buenas tardes y cierra el portón en España con las buenas noches.
Un mismo instante compartido en distintos husos horarios. El mismo instante se extiende entre el fresco y el calor, en los distintos Hemisferios Norte y Sur. España y México caminan al invierno, Argentina avanza al verano.
Se enciende el ordenador y una bocanada de hermandad llega a la pantalla, compartida en un panel de celdas, rostros expectantes nos reciben en una imagen limpia, miradas que viajan a la velocidad de la luz: cabalgando sobre las olas del Atlántico hasta la otra orilla, Granada en España, atravesando selvas, ríos, pueblos y tierras desde Rio Cuarto en Argentina a Ciudad de México en México. La magia de las palabras se abre paso en un español con las distintas musicalidades de acentos enriquecidos por los matices de cada nacionalidad.
La Universidad no tiene fronteras y el conocimiento que es el saber sobre una materia, no se puede contener ni retener. Las personas que permanecemos a la segunda etapa de la vida, como me gusta definirlos, porque es una expresión que no ataca y no disgrega, ante expresiones degradada de viejos, ancianos… Me parece necesario resaltar que nuestro testimonio sólo vale si llegamos a transformar la experiencia de vida en expresión, esto es, en palabras.

Susana Rocha profesora de la Universidad de Rio Cuarto de Argentina, una mujer colmada de dinamismo, con su energía de docente que vuelca en el universo de los mayores, con 30 años de experiencia en los Programas Educativos de Adultos Mayores, luchadora para romper el divorcio que impone una sociedad moderna y competitiva al colectivo de personas jubiladas por la edad, capaz de desplegar su fuerza integradora y lúcida para emprender proyectos en su ciudad y transoceánicos.
Dos continentes nos separan físicamente, pero ella, ha sabido crear un cordón umbilical con la cultura y el arte entre personas mayores. Todo comenzó, en 2015, Susana Rocha con su equipo de la Universidad de Rio Cuarto (UNRC) junto a la profesora Elizaberta López del Taller de Arte y Creatividad del Aula de la Universidad, desplegaron el inolvidable proyecto de los Cuentos de Ida y Vuelta. Un sueño realizado en común, compañeros argentinos mayores escribieron sus historias para que universitarios mayores granadinos los ilustraran con sus pinceles.
En la actualidad y envueltos en plena pandemia mundial del COVID que afecta a la población más sensible de los Mayores, Susana Rocha y un equipo de la Universidad UNRC, ponen en marcha un proyecto amplio y generoso de miras “Los Ateneos virtuales”, donde participan docentes y alumnos mayores de tres países y en tres Universidades. Rio Cuarto, Ciudad de México y Granada.

A la pregunta: ¿Qué objetivo tienen los Ateneos Virtuales?, me responde Susana Rocha sobre el proyecto social educativo que ponen en marcha: Las personas mayores conforman un colectivo que constituye un contexto vulnerable por la extensión de la vida humana en estas últimas décadas, y que requiere de alternativas en pos de una mejor calidad de vida y un mayor empoderamiento en la sociedad. Las personas mayores solicitan de espacios donde poder expresar sus temores, sus opiniones.
Los contactos mantenidos con docentes que trabajan con personas mayores en la UGR, Granada, España y la UACM, México, nos hacen reconocer problemáticas comunes por las que atraviesa el sector de mayores y nos impulsan a imaginar alternativas transculturales en pos de repensar otros modos de transitar el transcurrir de la vida.
Con una organización impecable y a las horas acordadas en cada país, el 15 de diciembre 2020, desde Rio Cuarto en Argentina se activó el Ateneo virtual, con el siguiente lema: Adultos Mayores protagonizando diálogos transfronteras: miradas sobre el transcurrir de la vida.
Los verdaderos protagonistas en esta ocasión del encuentro lo formaban personas mayores que desde su experiencia vital respondían a la pregunta ¿Qué significa para Uds. “el transcurrir de la vida”? y otros temas de interés. Se disponía de un tiempo máximo de intervención y se retrasmitía en directo por un canal de video You Tube, en donde los espectadores podían realizar preguntas o comentarios en el chat a los intervinientes.

Comenzó su exposición, Luis Hugo Busso, un joven para su edad por su pensamiento y espíritu, nació en Argentina en 1926, se define como un pensador que dedicó su vida laboral a la Filosofía, militante activo político que participó en el movimiento Cooperativista. Dejó su testimonio con un recorrido por su vida, transmitió la idea fuerza “Que la vida humana es la razón central”.
A continuación, tomaron la palabra los representantes españoles, estudiantes del Aula Permanente de Formación Abierta (APFA)de la UGR, Clara Rico Henares y Rafael Reche Silva, tras la presentación por la profesora Elizaberta López.

Clara Rico, con un lenguaje claro, expuso como el Aula de Mayores APFA, está formado por estudiantes desde los 50 años y contribuye al envejecimiento activo de los mayores. Ella forma parte del equipo investigador “Por una Senda Clara”, donde el curso pasado se centró en la figura del poeta español Federico García Lorca. Su disertación se ajustó a los viajes del poeta por América.

Rafael Reche, abordó la importancia de la visibilidad en la sociedad del colectivo de mayores, con el potencial humano que supone la experiencia, la sabiduría acumulada por los años y el aprendizaje en las vicisitudes de la vida. Resaltó la importancia de la Universidad para mayores supone como elemento formador educativo, integrador y de conocimiento, para los jóvenes estudiantes maduros que son inquietos, y no se conforman con un parón en seco después de abandonar la vida laboral. Expuso la utilidad y eficacia de las Asociaciones de estudiantes mayores, con una capacidad de movilización a través de las redes sociales ante el vértigo y temor que ocasionó la supresión por el poder político del sostén económico de las Universidades Públicas de Mayores de Andalucía que implicaba su cierre.

Para finalizar, presentada por la profesora Claudia Galindo Castro, intervino desde la Ciudad de México, Ángeles Díaz Rubio, le gusta que le llamen Cuqui Toledo, que con sus 83 años vive retirada en una Residencia de Mayores, es conocida “Como la abuela de la narrativa de México”. Ella, psicóloga y le cambio su vida, cuando aplicó la terapia narrativa, para aprender tanto de los éxitos como de los fracasos, define a la vida como viaje, donde la vida es movimiento. Su sabiduría la quiere compartir con los demás. Con su verbo fácil continuó respondiendo a las preguntas de la joven presentadora Anahí Clemente.
Me queda una reflexión para concluir, alabar estos encuentros intergeneracionales transoceánicos, agradeciendo a todos aquellos que lo hacen realidad.
La tierra es infinita, curva como el vientre de una embarazada, densa y azul, una tierra viva de orillas impalpables, yo sueño y en mi sueño encuentro un mundo mejor más humano, más solidario.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

María Luisa Reyes, ‘profesora de música de 0 a 100 años’
Con la llegada del nuevo año 2021, continuamos con el ciclo de entrevistas a los docentes que imparten sus conocimientos en el Aula Universitaria de Mayores (APFA) de la Universidad de Granada (UGR).
La luz desciende a grandes pasos en el invierno, la nieve cubre de blanco las cumbres de Sierra Nevada, el paisaje urbano repliega sus alas, muestra las ramas desnudas de los árboles al aire que no reposa, se hiela la mirada, la voz cegada por la mascarilla. Late un silencio forzado que flota en los espacios donde domina la pandemia. El año 2021 camina en sus primeros pasos, inmerso aún en un paréntesis invisible donde se ha pausado el ritmo de la vida cotidiana. La música se mece en el fuego de la incertidumbre, callados los conciertos, cerrados los teatros, la ópera y los pubs. Enmudece el sonido musical.
Es el momento apropiado de traer una nota, que vibre, crezca y despierte los recuerdos y avive la esperanza. La música que nos abre la comunicación, capaz de reconciliar a los hombres y mujeres con la naturaleza con nuestras propias raíces. La música transciende los limites, sobrevive, se revela como esencial en los momentos duros, trágicos y alegres de la vida. Tenemos la suerte de contar en este espacio con el testimonio de la profesora María Luisa Reyes López que imparte el Seminario de Música del Programa universitario de mayores del Aula APFA en Granada.
Ella, nos invita a conocerla un poco y adéntranos en “La música “. Manifiesto mi admiración sin reserva ante una mujer vital, apasionada de la música, con un talento creativo que se impone en multitud de proyectos, su talento se suma a la frescura de su imagen en una armonía ágil y cálida que mantiene su atractivo natural y sensual, hay una convergencia agradable entre su sonrisa suave y su timidez innata. Ella, granadina con la esencia de la gente del Sur.

Se mantiene fiel a su pasión por la música, pero su personalidad inquieta y comprometida le lleva a desarrollar otros valores, a perseguir otros sueños, en busca de mejorar el mundo presente y futuro. Fascinada por la naturaleza, practica el senderismo, vive el ecologismo con entusiasmo y defiende la cultura de la paz desde una ONG que persigue: la no-violencia, justicia social y un profundo respeto por la Comunidad de vida planetaria y la Tierra.
Madre de un hijo e hija y recientemente abuela, con su hija comparte proyecto ilusionante el “Aula de Educación para niños y niñas” de la UGR (Proyecto Gorgoritos). Se siente orgullosa como coordinadora, lo considera como el proyecto más interesante de su carrera, un espacio donde se funde la música, la educación, la investigación y la transferencia del conocimiento.
La historia de su trayectoria profesional como docente, es ascendente, variada y amplia, realizaré una ligera pincela de la misma.
Doctora en Educación por la UGR. Profesora de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Granada. Carrera superior de piano en Granada y Madrid. Además, cursó la licenciatura de Geografía e Historia.
El interés por la música se inicia en la infancia, a través de su madre profesora de lenguaje musical. Completó su formación musical y pedagógica en cursos internacionales en ciudades europeas.
Como investigadora ha participado en proyectos de investigación relacionados con la formación del profesorado de Educación Musical, la escucha de la música en el contexto infantil, las tecnologías digitales…
Ha asistido a congresos de ámbito nacional e internacional: Coímbra, La Plata, Bolonia, Barcelona, La Habana, México….
Es autora de artículos publicados en revistas indexadas en el Social Science Citation Index, libros y capítulos de libros.
María Luisa, resume lo más destacable de su labor universitaria, consiste en entender la música como un espacio cultural comunicativo donde se ponen en juego saberes, ideologías, contextos y culturas.

Rafael Reche. El seminario de música es un clásico dentro de la programación del Aula Permanente (APFA) ¿Por qué cree que la música es un lenguaje internacional común, que atrae tanto a jóvenes como a mayores estudiantes?
María Luisa Reyes. En mi opinión el ser humano es musical por naturaleza y la música ha formado parte esencial de todas las culturas a lo largo de la historia de la humanidad. Además, la comunicación sonora ha sido crítica para la supervivencia y la reproducción de la especie humana y gracias a la capacidad comunicativa los seres humanos somos capaces de crear culturas y convivir en grupos sociales de diferentes tamaños.
No podemos obviar que la música es una forma universal de lenguaje y cultura y que como tal reúne los componentes esenciales del lenguaje.
R.R. ¿Qué tiene de especial el seminario de música, para que cada curso cuente con un elevado número de estudiantes?
M.L.R. La clave creo que está en la propia naturaleza de la música que hemos comentado antes. Pienso también que el enfoque que se le ha venido dando al Seminario es también responsable de la alta participación. En cada sesión se disfruta, se analiza unas músicas, unos estilos musicales que proporcionan placer a los participantes. Para asistir al seminario no se necesitan conocimientos musicales previos y si se dispone de algunos pueden ser aplicados a la escucha. Por otra parte, en la percepción y comprensión del hecho musical siempre se pueden incluir nuevas perspectivas y enfoques.
R.R. El campo de la música es muy variado. ¿Cuáles son los temas que aborda en las clases?
M.L.R. Con una metodología teórico-práctica donde se partirá de los intereses y necesidades de los estudiantes universitarios mayores. La asignatura promueve las vivencias musicales y la comprensión de sus elementos en cuanto a actividad humana. Con temas variados como: la escucha activa. La voz humana. El sonido y sus cualidades. El silencio. Elementos constitutivos de la música: ritmo, melodía, armonía…
La asignatura refleja mi visión de la música, como una experiencia no sólo sensorial, sino también intelectual y social comprendiendo los contextos que la producen y los significados que a ella se le otorgan. Además, vinculando el trabajo dentro del Seminario con la vida cultural de la ciudad, aunque las circunstancias del confinamiento están limitando este último aspecto. Para la propuesta he tomado la voz como eje conductor que me está permitiendo explorar diversos contextos, épocas y estilos de forma muy abierta. También recojo en el diseño de la programación los intereses del alumnado que participa en el seminario.

R.R. La música cumple una función de vital importancia en el desarrollo cognitivo del ser humano, potencia la inteligencia emocional ¿Cómo definiría el beneficio educativo y en salud, en su inclusión en los programas universitarios de mayores?
M.L.R. Está demostrado que el sonido y la música son capaces de producir en el ser humano efectos a nivel fisiológico, psicológico, intelectual y social. A nivel fisiológico la música puede provocar cambios en la presión de la sangre, en el ritmo cardíaco y el pulso, en la respiración, etc…A nivel psicológico la música genera efectos estimulantes, sedantes, enervantes… a la vez que puede despertar, evocar, provocar, fortalecer y desarrollar cualquier emoción o sentimiento humano. Desde el punto de vista cognitivo la música ayuda a desarrollar la atención, la memoria, el sentido del orden y del análisis, estimula la imaginación y la capacidad creadora poniendo en juego capacidades básicas para el aprendizaje. Además, a nivel social la música favorece la expresión de uno mismo permitiendo la construcción de la identidad personal y es un agente de socialización en todas las culturas.
Si estos beneficios se pueden obtener en las edades tempranas ¿Por qué no van a servir también para las edades más avanzadas?
Pienso que las entidades públicas como la Universidad debe proporcionar espacios para que la ciudadanía, independientemente de su edad, su trayectoria, su extracción social y su nivel económico y social pueda ejercer este derecho.
Mis estudiantes del APFA son un vivo ejemplo de compromiso con su propio desarrollo personal y social.
R.R. En el tiempo que lleva de docente con los estudiantes mayores, en su contacto directo con ellos ¿Cómo valora su experiencia?
M.L.R. El trabajo en el seminario está resultando por una parte un reto, ya que los estudiantes me merecen un enorme respeto por sus trayectorias y la gran experiencia que acumulan además la preparación de estas clases me obliga a investigar desde nuevas perspectivas y a combinar el conocimiento con la divulgación para hacer que las sesiones sean atractivas y cómodas para la diversidad de trayectorias de los y las estudiantes.
También es una gran satisfacción, fíjate, yo actualmente estoy trabajando en Educación musical (que ha sido la gran pasión de mi vida) con edades comprendidas entre los 0 a 100 años. ¡Es un gran privilegio!
R.R. Muchas gracias por su disposición a responder a las preguntas y así conocer mejor la asignatura de música y el sentir de los Profesores del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
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Rafael Reche: «El ayer de los Universitarios mayores por el mundo, (Parte II)»
Al miramos en una foto nos damos cuenta, lo rápido que se envejece en el retrato. El reloj de la vida tiene demasiada prisa, justo al jubilarnos disponemos del instante para paramos, rumiar el que fuiste y resucitar al joven que te ha llevado a ser hoy esa mujer o ese hombre.
La mirada interior se despliega y un mundo nuevo se abre, escribo historias de vida, de un ayer cercano y a veces guardado en un baúl del recuerdo, de personajes de carne y hueso, cada uno abrió su propio camino, esculpió su propio destino.
Los pasos errantes comenzaron cuando fluía el momento, fluía su ser, fluían todas las fuerzas en una, para cargar la maleta, con todo lo imprescindible, atravesar el puente colgante entre su vida y la siguiente. Aguatan de pie, la separación, con las lágrimas retenidas y las añoranzas cargadas a sus hombros para encontrar un lugar alejado de sus orígenes, de su propio lenguaje, de sus seres queridos. En los años 60 muchos jóvenes emigraron a otro país, a otras tierras, en busca de un sueño.
Al día siguiente, no hay vuelta atrás, hay un comienzo, con la sensación que siente un náufrago en una playa desconocida, sin el cordón umbilical que lo ataba, le toca sobrevivir, abrirse a todo lo nuevo, asimilar todo lo extraño, avanzar en una selva entretejida de normas y costumbres diferentes, remontar la corriente con las moneda, el idioma, el clima ingrato, las comidas que desgajan el sabor, con la sensación pegadiza de aquel te mira con otros ojos, que se clavan, que te definen como foráneo.
Ellos, compañeros universitarios mayores, desnudan parte de su interior de un ayer, en un testimonio de su amor a la vida.

Antonio Alcalde Castilla. Estudiante del Aula Permanente APFA, de la Universidad de Granada y perteneciente a la Asociación de estudiantes, ALUMA.
Antonio, un hombre pulido por el tiempo, con una vida que no le ha regalado nada, y que tampoco le pide nada, que ha aprendido a vivir sin privilegios, sufre en silencio el duelo de la pérdida reciente de su hijo por Covid y que ha cuidado con intensidad porque siempre fue un niño por su limitación de inteligencia.
Una tarde cualquiera de un día sin nombre, me lo encontraba por el barrio con su pitillo en la boca y paseando a su hijo, de quien no se separaba por su dependencia, solo se evadía en las clases de pintura, su caballete junto al mío, compartíamos bromas y me miraba con la cara socarrona cuando en mi lienzo dibujada un desnudo femenino. Sus modos y lenguaje del pueblo, mostraba un hombre natural y sencillo, un hombre bueno al que no le falta el sentido del humor.
Escribo a solas su historia, vuelo sobre los invisibles lugares e instantes caminados y la tinta negra abre sus alas, sobre la pantalla del ordenador, enfrente una persona que ha sufrido los avatares de la emigración y su lado duro. Mi compañera y amiga de la universidad APFA, poeta Maribel Martin en su obra “Dormir sobre cristales” da la solución ante las adversidades y aplicable a Antonio se trata de canalizar lo negativo que rodea la vida humana para convertirlo en fuerza creadora de vitalidad y optimismo.
Rondaban los años 60, tiempos malos para la agricultura y para la mayoría de los españoles. Antonio, el hijo primogénito de una familia de siete miembros, muchas bocas que alimentar para compartir un mismo pan, en una época de escasez.
Sus recursos provenían del trabajo de su padre en el campo, de sol a sol con un jornal de 100 pesetas (0,60€), cuando llegaba el verano dejaba en el pueblo a la familia y se trasladaba de temporero a Alemania, donde los sacrificios se compensaban con un mejor salario una hora 7 marcos (0,84€).
Una vez que Antonio cumplió los 18 años, partió al llegar el estío junto con su padre a Alemania. Estación a estación, transcurrió el largo viaje hasta llegar a la frontera. Hay que reconocer que a veces el destino juega malas pasadas y alimenta la historia y biografía de las personas. La fatalidad se presentó cuando su padre al mostrar el pasaporte, fue rechazado por encontrarse caducado. Antonio se encontró obligado a continuar solo a su destino en calidad de turista sin contrato. Una situación inimaginable, sin la protección de su padre en una tierra extraña, con un sello de hombre errante, 1.000 pesetas en la cartera (6€) como único capital para enfrentarse al día siguiente.

La escasa ropa de abrigo aliada con el hambre arrastraba a un frio pegadizo a su cuerpo.
Desconocía el idioma y la primera semana junto a un paisano de su pueblo trabajaron en una obra. El patrón nos le pagó el jornal aprovechando su situación irregular. Personas sin escrúpulos ante los esclavos sin cadenas, sin derechos, prisioneros de su propia pobreza.
Su situación se volvió critica cuando agotó el escaso dinero que trajo de España. El infortunio le golpeó, pero no lo paralizó, luchó para no regresar a su pueblo con las manos vacías. Los españoles emigrantes caritativos de la pensión donde se alojaba le ayudaron, en los momentos más críticos.
La doble soledad reinaba en las noches, sin el calor cercano de su familia y el desasosiego de encontrar trabajo, las lágrimas cubrían su rostro juvenil en la oscuridad de la humilde y ajena habitación, a sus 18 años se siente fuera de sí, desamparado, sin su envoltura de un joven que irrumpió en un mundo para hombres forjado y rudos.
En la tierra germana el invierno avanzaba a grandes pasos, lanzaba sus primeros cuchillos helados y los parajes se cubrían de blanca nieve.
Buscó el sol y lo había dejado olvidado en Andalucía. En estas condiciones trabajaba, a la intemperie, picando las calles en zanjas que no tenían fin. En cada jornada le marcaban los metros que tenía que avanzar, algunas con profundidad de 5 metros y sin medidas de protección en el trabajo. En el caso de no cumplir el cometido de la distancia requerida, le suponía el despido inmediato. Las rigideces de las condiciones laborales en Alemania eran inflexibles.
Un destello afectivo recibía de una familia alemana que les proporcionaban té caliente, para entrar en calor.
Antonio, en pocas palabras me resume como se sentía “La vida en la ciudad de Colonia, consistía en: trabajar, comer, trabajar y dormir”.
Pocos meses más tarde se incorporó su padre, está vez “sin papeles” sin un contrato regularizado.
El miedo retumbaba en sus conciencias, saltaban de pensión en pensión para impedir que les localizarán, compartían alojamiento con otros emigrantes turcos, yugoslavos, italianos… En ese juego de la Oca de saltar de casilla en casilla, volvieron a la de salida, a la primera pensión. Allí una noche cruda, les alertaron los ladridos de los perros y las luces frías de las sirenas de los coches de policía, las sombras de hombres uniformados rodearon el edificio. Atrapado y sin salida, la fuerza de la realidad se imponía, el eco de unos pasos y unas manos ciegas lo esposaron, cautivaron el aliento de esperanza que lo llevó a Alemania.
Veinte largos días penó en una cárcel, su delito, ser turista y trabajar sin contrato. En época medieval a los condenados les suministraban pan duro y agua; en Alemania progresaron a mitad del siglo XX, a raciones de lechuga y mantequilla. Aislado como un animal en una jaula, con un compañero en la celda contigua que veía a través de un espejo sacado entre las rejas.
El final se echa encima con su sentencia de liberación de la cruz que supuso sus dilatados once meses, expulsado, extenuado, extorsionado y exasperado. Antonio partió rumbo al lado de la luz del Mediterráneo, al aire libre de una Barcelona que se expandía.
Naufragó en un país más adelantado, pero de arrecifes indecisos para su inocencia e inexperiencia
En la ciudad Condal, trabajó en varios talleres de hierro, hasta que en 1973 ingresó en Correos, no tenía horario y una paga justa en comparación con otros empleos. Por su mente circulaba la idea de abandonar el repartir cartas. El consejo de su abuelo, de que continuará en un oficio estable se convirtió en la tabla de salvación de su vida y del futuro que le espera.

En la actualidad jubilado, realiza su sueño de pequeño pintar, una vez por semana asiste en el Taller de Arte y Creatividad, en las aulas de la Facultad de Bellas de Artes con los compañeros del Aula de Mayores (APFA).
Un hombre junto a su mujer que ha vivido entregado al amor a su hijo que desde que nació con limitación en su mente y problemas en movilidad, se han volcado en él, privándose de todo lo social, socio de ALUMA, pero no participó en comidas, viajes y actividades que lo alejaran de su niño de 35 años.
Antonio aún tiene lágrimas para llorar en los silencios para recordar a su hijo que partió a otro mundo con la primera ola del virus. Me comentaba con el corazón partido el día que lo enterraba que, por las restricciones sanitarias, otra vez la vida lo dejaba solo, sin la asistencia de su familia y amigos.
Cuando termino de escribir la historia de Antonio, me siento al lado de mi propia reflexión. ¿Cómo avanza de veloz la escritura del destino? Saldrá mañana el sol, por el horizonte y en todos partes, hay personas invisibles que huyen de su propia fatiga, que llevan encarnizada el hambre, que buscan el calor ante el frio de la guerra, refugio a la injusticia que les devora. Ellos, se precipitan: ante un muro, se adentran en un mar embravecido, en los bajos de un camión.
Aún conservo en mi interior los ojos del Subsahariano que en su cuerpo ligero saltó la primera valla de Ceuta, oculto baja su capa negra en una noche cerrada de verano, abrió los ojos en la otra orilla y me miró.
¡¡¡ FELIZ AÑO, 2021 !!! Continuaremos con otras historias….
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla

Rafael Reche: «Las Navidades de los universitarios mayores” (Parte I)»
La Navidad tiene su propio lenguaje, una lengua colmada de símbolos que nos ronda desde la más tierna infancia: árbol, belén, alumbrado, comidas familiares y de amigos, las campanadas, la cabalgata de los Reyes Magos…. que funden en un mismo entorno de fiesta: a niños, padres y abuelos, parientes y allegados, generaciones unidas con una misma raíz la Navidad.
Ahora, nos ha tocado de lleno, nuestra ración de tiempo, nuestra porción de paraíso en que vivíamos, ha sido en parte arrebatada por ladrones invisibles de vida, del bienestar ganado. Monstruos sin cabeza, amenazan nuestro cuerpo transparente, se desplazan, se pegan, anidan y nos convierte en vulnerables. Un virus que asedia, que nos aísla y divide.
El mundo a las puertas de las Navidades se ha transfigurado, en las calles, en las plazas, se camina más despacio con distancia de seguridad, el aire pesa cargado de incertidumbre, los rostros son un par de ojos, en las caras tatuado el anonimato, los amigos sitiados en su encierro perimetral. Alguien canta a mi lado un villancico, alguien me trae los mantecados, alguien junto a mí, escribe con su letra indecisa la carta de los Reyes de los Magos, alguien me salva, me mira y desmorona mi pesadumbre. Me levanto y miro que el mundo continuo con sus mares y sus montes, que la luz filtrada del invierno penetra en cada rincón de la geografía de nuestro país, y lanzo al aire estas preguntas a nuestros compañeros estudiantes mayores, repartidos por ciudades y pueblos de una España que me han cambiado sin avisar. Ellos comparten con nosotros sus alegrías e inquietudes, sus ilusiones y sus frustraciones, ellos personajes anónimos que nos abren sus corazones y nos hablan de la Navidad.
1.- ¿Cuánto de diferente son estas Navidades marcadas por el Covid?
2.- ¿Cómo lo vas a pasar?
3.- ¿Qué desearías para el año que viene?
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Emilio Nieto Izquierdo, a sus 73 años se define como “Un crio”, estudiante universitario mayor de la UVA en el Campus universitario de Palencia y pertenece a la Asociación Alumnos y Ex-alumnos de la Universidad de la Experiencia Palencia.
Un hombre peculiar que me sorprendió cuando lo conocí, su figura estilizada, barba entrecana y porte de caballero, mezcla de gentleman y quijote, con su toque de humor, lo hace una persona agradable y cercana.
¿Cuánto de diferente…? Y tanto que muy distintas… Llevo varias Navidades solo porque un día así lo decidí. Estas Navidades, como todo el año, serán distintas. Pero prometo hacer algo especial.
¿Cómo…? Me pondré “guapo”: Pantalón negro, camisa blanca, pajarita negra, sí, gomina incluida… Me prepararé una cena especial el día de Nochebuena.
Montaré mis cámaras y grabaré para los que más quiero, entre los que estás tú, y contaré mi propósito de estas Navidades.
Quiero decir un millón de veces: TE QUIERO.
Puedo decírselo a una sola persona, pero quizás mejor a muchas personas…
Ahí va: Te quiero. Una menos.
“Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado” (Mario Benedetti)
T E Q U I E R O.
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Leonor Algar Reyes. Estudiante del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada y asociada a ALUMA.
Leonor una mujer que no pasa desapercibida, dotada de una belleza atrayente a sus 66 años, una imagen que nos recuerda a Maryln Monroe, pero del siglo XXI, rubia y ojos verdosos, su interior cargada de bondad, su energía vital está en plena sintonía con la naturaleza, ella siempre positiva con una conversación agradable que transmite sosiego.
¿Cuánto de diferente…? Nada, absolutamente nada. Todo evoluciona continuamente. La vida es así, vida, evolución, cambio, aceptación y superación. Estamos aquí para eso. Seamos agradecidos y por edad, nos corresponde, SER MÁS SABIOS.
¿Cómo…? De maravillas, como todos los años de mi vida. Comprendiendo y admitiendo. Música, luz y esperanza.
¿Qué desearías…? Humildad para todos, para seguir aprendiendo. Y mucho, mucho AGRADECIMIENTO, por todo lo recibido.
Amen.
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Domingo Santana López. Universitario a sus 68 años, en la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Perita et Doctrina Programas Formativos de Mayores.
Hablar de Domingo es hablar de Canarias, un enamorado de su tierra y de su isla. Cuando conversa, suena el acento canario, dulce, pegadizo, musical, con sabor caribeño, que unido a su carácter abierto siembra simpatía. Poeta de décimas, tiene un verso para cada ocasión. Amante del deporte de futbolista en su juventud a corredor de fondo en su jubilación.
¿Cuánto de diferente…? La diferencia de estas Navidades con las anteriores, será la forma de celebrarla. Menos personas a la hora de la cena de Nochebuena y Fin de Año. No podremos juntar a toda la familia.
En el fondo, el amor y sentido de la responsabilidad, por nosotros mismos y por los demás, serán siempre los mismos, pero hay que adaptarse a las circunstancias presentes.
¿Cómo…? Hemos adornado la casa, como es tradicional, con el nacimiento, árbol de Navidad y algunos adornos más. Como siempre hacemos cada año. Para que no se pierda el espíritu de la Navidad.
Las pasaré en compañía de mi esposa, hija, yerno y dos nietos. Solo una parte de la familia porque no cabemos todos, como era habitual cada año.
¿Qué desearías…? Desearía que cesara esta pandemia. Que las vacunas sean efectivas para revertir esta situación, mejoremos en salud los que están mal y no caigamos los que todavía estamos bien. Para ello hay que extremar las medidas básicas.
Mi mayor deseo es, SALUD para todo el mundo. También que se reactive la economía que nos permita salir adelante con garantías.
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María Inmaculada García Vázquez. 66 años, Estudiante del Aula Permanente de Formación Abierta en la sede de Melilla.
El mar Mediterráneo y el continente africano, no marcan distancia para sentirnos unidos con nuestros queridos compañeros melillense. La universidad no tiene fronteras y compartimos, la riqueza del programa universitario y la hermandad entre asociaciones ALUMA en Granada y APFAMEL en Melilla.
¿Cuánto de diferente…? Pues serán Navidades tranquilas solo nos reuniremos mi madre y sus cuatro hijos son nietos y bisnietos en total nueve. Otras Navidades éramos 22 a 29 en la mesa.
¿Cómo…? Dando gracias a Dios por estar sanos. Recordando a aquellas familias que perdieron algún familiar.
¿Qué desearías…? Y para el próximo año, que la vacuna sea efectiva, y se pueda remontar en economía pues da miedo la cantidad de empresas que cierran, los ERE, los ERTE. Y como va a aumentar el paro.
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Alicia López Budia. Alumna de la Universidad de Mayores de Comillas. Madrid. Asociada en AUDEMAC de Comillas, desde su fundación
Ella nos escribe desde la capital, nos vinculan los mismos lazos, los universitarios mayores recorremos las mismas aulas, fluye en nosotros los mismos deseos e ilusiones, de Norte a Sur y de Este a Oeste de una España plural
¿Cuánto de diferente…? Me gustaría en esencia que esta Navidad fuera como cualquier otra del pasado. Lo que celebramos, no ha variado. Pero sé que, aunque tratemos de mantener el espíritu de esta Pascua, no va a ser fácil.
¿Cómo…? De aquellas Navidades de cuando era niña, con Belén, villancicos desafinados, peleas con los hermanos y muchos familiares reunidos, o aquellas otras ya con los hijos en torno a la mesa, llegamos a estas llenas de incertidumbre. Haremos un esfuerzo; los más pequeños tienen derecho a unos recuerdos de la Navidad que pasado el tiempo puedan saborear. Repetiremos gestos que ya son tradición familiar en la comida del día 25: mismo menú, regalo del “amigo invisible”, anécdotas antiguas y nuevas, protagonismo de los nietos, para terminar con… “pero mira como beben los peces en el río…”
Callaré que me he escapado a ver las luces de Madrid, que echo de menos a mi madre que nos dejó en julio de muerte natural y que mi aparente fortaleza a veces es de cristal.
¿Qué desearías…? Pediré para el año próximo salud, trabajo y cariño para los míos. Yo, volver a la universidad, reunirme con amigos, compañeros, profesores, ir con AUDEMAC al teatro, conciertos, exposiciones, viajes. Mantener la esperanza. Porque esto pasará y nosotros lo veremos.
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Agradecer a todos los compañeros que nos han abierto las puertas de sus casas y se han ofrecido a darnos un testimonio personal de como sienten y viven la Navidad. En la segunda parte que se publicará próximamente, se recogerá las opiniones de Granada y otros lugares universitarios de mayores de España.
FELIZ NAVIDAD, A los profesores y compañeros de las Universidades de Mayores, a los que formáis parte como socios de la familia que componen las Asociaciones Universitarias de Mayores, y al resto de lectores que nos siguen. Un abrazo y felices fiestas.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche «El ayer de los Universitarios mayores por el mundo” (Parte I)»
Al llegar diciembre, es el momento de abrir la puerta a la Navidad. El tiempo se escapa, el año toca a su fin es el periodo de nostalgia, del recuerdo cercano y lejano, el ayer está presente. Las horas y los días se nos precipita como un rio desbordado, la emigración de masas y personas sigue en nuestra retina.
Con la Navidad retornan a mi memoria la juventud cuando mis tíos, residían en una Alemania de nieve, frio y de humo de las fábricas, emigrantes en los años 60, en una época de pobreza y estrecheces que se extendían por toda España. La desesperación por la falta de futuro, les llevaron abandonar su pueblo gaditano, en un tren sin nombre atravesaron el largo paisaje de media Europa, sin mirar atrás, conscientes de su propia huida. Llegaron si hacer ruido a una tierra de sol apagado, con su cargamento de nostalgias, a bocajarro encontraron un idioma desconocido, personas de rasgos rubios, barbas recortadas, ojos azulados, un mundo girado, a otra velocidad, desnudo de afectividad, muy distinto a su color, su olor, su luz de Andalucía. Mi abuela María que vivía con nosotros, sufría en silencio, con los ojos húmedos, el alejamiento de su hijo Pepe en estas fechas navideñas.
Mis palabras traen el ayer de aquellos compañeros universitarios mayores que un día siendo niños o jóvenes renunciaron a su tierra, con una maleta con lo imprescindible, para inaugurar un nuevo tiempo, unos por amor, otros por necesidad de trabajar y algunos frutos de la rebeldía propia de la edad. Fugas descabezadas, fugas desesperadas, fugas apasionadas, fugas todas, que dejaron los ojos llenos de lágrimas y el vacío de la ausencia del vínculo que dejaron atrás.
Mi máximo respeto y admiración, a los estudiantes del Aula que han dejado su testimonio, para que tengamos una visión de su experiencia en el extranjero.

María Dolores Fernández Sampedro, una mujer tocada por el arte, alumna del Taller de Arte y Creatividad hasta que a sus 86 años la irrevocable enfermedad le ha alejado de los pinceles. Las normas de seguridad Covid me impide visitarla en la Residencia de mayores, pero su sobrina Carmen me facilita la entrevista. Una vida marcada por los años fuera de España, con su figura estilizada se mantiene fuerte como un roble, resiste a los avatares de las enfermedades ictus y el Covid. Siempre amable, cortes y servicial se ha ganado el cariño de los compañeros.

Como un reto personal, se marchó a Alemania, con 25 años, lo dejó todo, para conocer y aprender lo que más adoraba, la pintura. Ella empezó a pintar en Granada en la Escuela de Artes y Oficios de la mano del gran pintor granadino Gabriel Morcillo. Dejó atrás lo que más amaba por perseguir un sueño. La creación artística es aventura, la primera pincelada son un primer paso en lo desconocido y ella se adentró en Múnich, con su base de inglés y un poco de alemán, entró a trabajar de secretaria de dirección en la empresa BAYER y continuó hasta su jubilación. El trabajo, la fotografía y la pintura han llenado su vida y colmándola de felicidad. La pintura es corazón y ella una mujer con fuerza y pasión.

Su riqueza en conocimientos lo compartía con los demás, aún me resuena sus consejos en pintura como compañeros “Rafa, suaviza la línea”. Me comenta con satisfacción: “A día de hoy y a pesar de mi limitación física, consecuencia de dos ictus, tengo la ilusión de montar una pequeña exposición con mis cuadros en la residencia Orpea donde actualmente me encuentro y en la que seguramente podré contar con la ayuda de todo el personal que consiguen hacerme feliz día a día a pesar de los tiempos extraños que estamos viviendo. Muchísimas gracias mi querido amigo Rafael por darme la posibilidad de compartir con vosotros esta parte de mi vida”.
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Juan Jesús Tomás Salazar, estudiante del Aula Permanente APFA en Granada. Hay héroes anónimos, el héroe es un combatiente solitario contra todos los monstruos (hambre, desarraigo, marginación…). Juan Jesús es de las personas que se salen de la realidad habitual, un hombre de aspecto fuerte, capaz de afrontar las tareas rudas pero su vez cándido que transmite una simpatía, sencillez y humildad. Reconozco mi sorpresa y también alegría cuando en pleno siglo tecnológico me llegan seis hojas manuscritas escritas por él, a puño y letra, donde le da voz a una madre amorosa de sus hijos, una madre plegada al sufrimiento en la lejanía, una madre que se ahoga en su propio llanto.

Hay historias que conmueven, que derriban, que retienen la respiración, es simplemente la experiencia de su familia en el extranjero. Para no herir sensibilidades, hay episodios que he omitido. Desde niño vivió intensamente la emigración de sus padres. Comenzó con la prematura ruptura del vínculo familiar, cuando se marcharon a Suiza, asunto difícil de digerir para su corta edad. La pareja partió hacia Suiza, obligados por una situación límite de necesidad, vivían en la precariedad con cinco hijos que mantener, aunque se habían traslado a Elche a trabajar en el calzado, no resultaba suficiente.
Padres e hijos, miles de kilómetros los separan, los dos pueblos unos puntos minúsculos en el mapa, uno fronterizo con Alemania y otro en Granada, les unía el mismo sol, pero roto en dos fragmentos. Las leyes suizas no permitan a los hijos, sólo cuando los progenitores residan dos años en el país. En su pueblo, les acecha las sombras de una orfandad impuesta, él primogénito de cuatro hermanos. La realidad de un destino no escrito, les condicionó una nueva separación, sus hermanas pasaron acogidas con sus tíos, la menor con un año, Juan Jesús y su hermano ingresaron en un Hogar del Estado, en San Juan de Alicante.

Nada más pisar el centro le afeitaron la cabeza para evitar los piojos. Un mundo hostil se puso de manifiesto ante los ojos de un niño noble, en el ambiente diario regía una disciplina férrea, la comida escaseaba y el hambre le llevó a comer el regaliz obtenido de las raíces, el ingenio agudizado por la supervivencia le despertó el instinto cazador y recolectaba latas abandonabas por los primeros turistas, para reutilizarlas depositándolas en el mar para capturar pulpos, que secaban en los tejados. El calvario continuaba a sus 7 años, convivía entre grupos conflictivos y agresivos de huérfanos muchos abandonados por sus madres que rivalizan entre ellos. Los días caían lentamente y él, cada vez más endurecido dentro de un espacio de violencia endémica, terreno abonado por las penurias y las faltas de afecto cercano. En el reverso su madre desolada, llora desconsolada cada día, las ausencias de sus hijos, y rezaba con devoción, en un cántico de plegarias reflejo de su dolor y pena, sólo pedía el pronto final de la angustia, en su interior latía una llama de esperanza, reunir a la familia cuanto antes.

La suerte le salió a su encuentro cuando los padres cambiaron de trabajo a un pueblo de Alemania y el muro que los separaba cayó, el muro del hospicio se evaporó, el muro del vacío se colmó de felicidad al volver a congregar a toda la familia. Juan Jesús asumió el rol del mayor para cuidar de sus hermanos, asistía al colegio donde los alumnos eran alemanes y él único español que no conocía el idioma, una lengua de palabras complejas algunas de siete consonantes y dos vocales. Él, un niño que había madurado prematuramente para afrontar las dificultades, armado de todas las armas de adulto afrontó los retos impuestos. Un niño sin niñez, inteligente, fantástico y real. Finalizó los estudios del colegio, dominando el idioma y entró a trabajar en una empresa alemana, renuncia ir a la Universidad para ayudar económica a su familia. Regresó a España para el servicio militar, conoció durante un permiso en su pueblo a su mujer. Finalizado su periodo en el ejército retornó a Alemania para continuar con el trabajo para ahorrar y montar su propio negocio en España.

¿Cuánta soledad forzada? ¿Cuánto instinto de supervivencia? Actualmente, a sus 66 años, un hombre feliz, casado con una hija e hijo y tres nietos, ha hecho realidad su sueño de estudiar en la Universidad de Granada en el Aula APFA. Un amigo de sus amigos, dispuesto a compartir una jarra de cerveza.
Amigo lector, continuaré en otros artículos, con otros protagonistas, con otras vidas vividas, en un mundo en blanco y negro que fue real y cercano en el tiempo.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
Rafael Reche: «La solidaridad crece día a día en los universitarios mayores
9 diciembre, 2020 Rafael Reche Silva 0 Comments mayores solidarios
A estas horas hay personas solidarias en todas partes, hay puentes invisibles entre el bienestar y la necesidad, entre los agraciados y los indefensos.
Allá, del otro lado, donde se posa y se comparte el mismo sol dorado. Allá, en la otra orilla, donde los rayos del amor se derriban, la esperanza del futuro se despeña, se consume los restos del festín de la impaciencia. Ellos, seres que buscan una brizna de luz tras las cortinas, con una mirada que no mira y mira, al otro lado, a nuestro lado y que aguardan.
Acá, en el viejo mundo, en la llamada sociedad del bienestar, se alzan multitud de manos intangibles que se entregan para convertir la Tierra en un planeta mejor: más fresco y justo, sin sangre y sin odio.
Oigo llegar la prematura Navidad, en un tiempo que la llama incandescente del virus sigue quemando vidas, golpeando la economía y aquietando al vulnerable.
El tiempo de espera pasó y la solidaridad crece día a día en su ayuda. Me encuentro con un grupo de estudiantes del Aula Universitaria de Mayores (APFA), hombres y mujeres, jubilados, que alternan las clases y ayudan a los menos afortunados, aquellos que cabalgan en un mundo confuso: desarraigados, desamparados, olvidados, victimas, enfermos…
Ellos, los voluntarios; personas puras, de rostros ocultos que realizan su labor humanitaria en silencio. altruista y con humildad. Hoy quiero rendirle un sencillo homenaje con mis palabras. He recogido algunos testimonios de su labor y visibilizar la grandeza de cada proyecto.
Pepe Rodríguez con los conciertos para niños de ALUMA, José Mª Ruiz con lecturas para niños enfermos y presos y Rafael Tercero como médico jubilado con el seguimiento del COVID 19
Aquí no están todos, pero va una muestra:
José Rodríguez Sánchez. Comercial jubilado, Presidente de la Asociación de Alumnos del Aula Permanente ALUMA. Un hombre que fluye en energía, siempre dispuesto para colaborar en beneficio de la colectividad. Cuando estuvo de vocal de cultura de ALUMA impulsó el proyecto de ayudar a los niños y bebés desfavorecidos.
Por este motivo, él pone en marcha desde ALUMA, dos conciertos solidarios cada curso: uno para recaudar alimentos y pañales para bebes en la campaña de Navidad que entrega al Banco de Alimentos de Granada, y en la primavera el segundo concierto musical para recoger material escolar destinado a los niños de los campamentos saharauis de Argelia.
José María Ruiz Rodríguez. Maestro jubilado y alumno universitario del Aula APFA desde hace 10 años. Forma parte de la asociación “Entre libros” que ha obtenido el premio nacional de fomento de la lectura en el 2020.
La lectura abre ventanas al mundo, fomenta valores tradicionales y culturales. Él, desarrolla lecturas de cuentos a los niños hospitalizado en Pediatría y en las salas de esperas de las consultas del PTS de Granada. Me comenta con mucha satisfacción, la reacción de felicidad que observa en sus caras mientras escuchan las fábulas. Su labor altruista continua en la prisión de Albolote en varios módulos de presos, con amplio repertorio de temas: poesía, relatos cortos y lecturas compartidas escritas por ellos mismo.
Rafael Tercero Padial. Médico jubilado y estudiante del Aula, se ha incorporado a la llamada de solidaridad ante la segunda ola de la epidemia para prestar sus conocimiento y experiencia como rastreador de los contagios y vigilancia epidemiológica por COVID 19 en Granada y área metropolitana. Él, trabaja integrado en un grupo de médicos voluntarios de distintas especialidades en Granada dedica 8 horas al día a los demás sin remuneración.
Estudiantes solidarias: Loli Contreras con las jóvenes universitarias embarazadas e Inmaculada Serrano con la ayuda a mujeres en la igualdad y en contra de la violencia
Loli Contreras González. Enfermera jubilada, universitaria del Aula, Ella, mujer dinámica con un espíritu abierto, dedica su esfuerzo y experiencia en ayudar a las madres sin recursos en la maternidad de su bebe y cuidarlos en los primeros años de vida, está integrada en la asociación de “Red Madre” de Granada. Entre sus objetivos es que nunca las mujeres embrazadas se sientan solas. La asociación presta un servicio de 24 horas. Se siente feliz, al hablarme de como recientemente ayudaron a unas jóvenes universitarias embarazadas, gracias a Red Madre. Loli, se siente agradecida por el reconocimiento recibido por la Universidad de Granada a través de UGR Solidaria en un diploma que acredita su compromiso solidario en el voluntariado de la Universidad.
Inmaculada Serrano de la Presilla. Matrona jubilada, componente del Coro del Aula Permanente (APFA). Una persona entregada a los demás de carácter muy activo, realiza su labor humanitaria en distintos campos en especial en la violencia de género, con talleres diversos con los adolescentes y con mujeres adultas en los pueblos para trabajar la igualdad. También comprometida con los más pobre, presta apoyo de ropa, material de abrigo: mantas, sacos de dormir, para las zonas de Granada y su área metropolitana.
Los mayores y algunos abuelos volvemos la mirada del amor y de la generosidad a los más débiles, en especial a la infancia.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
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Rafael Reche: «Las agendas en blanco, en las actividades de las Asociaciones Universitarias de Mayores»
El asociacionismo de los estudiantes se abre paso en la edad madura, como la ola que avanza y crece en una sociedad globalizada del siglo XXI, en una sincronía al tiempo que vivimos y una capacidad de adaptación que sorprende a muchos.
Palabras como: mayor, viejo, tercera edad son términos que encarnan un estereotipo de persona marcada por el deterioro, desgaste, oxidación, físico y mental, que realmente en la mayoría de los casos están muy alejados de la realidad de ese espíritu de los jóvenes maduros estudiantes universitarios de más de 50 años, que renacen a la nueva vida que les toca vivir, que se resisten a la pasividad, son reticente a ser invisibles, les invaden la nostalgia del yo que fue, que aún conserva el brillo de la mirada, atrás queda la vida laboral, la intensidad del hogar y de los hijos.

La vida son dos mitades de una misma esfera, hemos pasado a la segunda etapa de la vida, tenemos que hacer el otro yo cuando nos jubilamos, los hijos abandonan la casa, o el infortunio de la existencia conduce a una soledad impuesta por viudez o divorcio.
Aún en la plenitud de la lucidez, surge el paso del abandono del mundo vivido, desterrado del ajetreo diario, horarios, prisas, de idas y venidas. Doblamos la esquina y el tiempo se nos muestra visiblemente congelado. Estos hombres y mujeres inquietos del siglo de las tecnologías rompen la inercia impuesta y proyectan su yo en la comunidad. Un medio de liberación: las Asociaciones Universitarias de Mayores, que nacen y se multiplican.
Cada uno es distinto, cada uno es poseído por su propia idiosicrancia, pero todos inclinados a buscar el otro rostro amigo que no existe en el islote del propio aislamiento.

La asociación de alumnos mayores de Aula Permanente ALUMA de la Universidad de Granada, en el 2020 cumple 25 años de su fundación, las más veterana de los cientos de asociaciones universitarias que se esparcen por ciudades y pueblos de la geografía de España. Año tras año, han ido creciendo en familiaridad, un lugar de encuentro, de calor humano, rostros desde los 50 a los 90 años. Cada uno distinto, cada uno en su edad de oro y todos despiertos ante la erótica del conocimiento y otra vez el joven se pone en pie, sale y va a clase, las materias abren el escaparate de un mundo en continua transformación que amedrenta y fascina, al observador inercial en que nos hemos convertido. El saber no es distinto del soñar.

Las asociaciones universitarias nacen al compás de las Aulas Universitarias, para convertirse en patronas de la vida social y cultural, de los estudiantes universitarios mayores, en el tiempo libre. Un nuevo estilo de vida, más libre y espontáneo, en un programa de actividades creativo, cultural, de turismo y ocio, donde tienen cabida el artista que prende de uno mismo, en los concursos de pintura, literarios, fotografía …, se vive en la calle, multiplicado por las visitas a museos, monumentos, paseos urbanos…, las asociaciones invitan a viajar, un viaje que debemos hacer con nuestras propias piernas, para olvidarnos de lo rutinario y encontrarnos lo maravilloso, en la singularidades de cada ciudad de cada cultura: la Rusia imperial, la elegancia de París, la monumental Italia, los verdes prados de Asturias, el contraste de Canarias, el sabor rústico de los pueblos blancos andaluces… al término del cual nos encontramos con nosotros mismos.

De norte a sur y de este a oeste, cantan agrupados en las asociaciones los estudiantes mayores, un himno de futuro, de amistad y hermandad. Ellos, las costean con sus testimoniales cuotas, su mantenimiento, una sociedad sin ánimo de lucro.

¡Oh mundo real!¡Cuantas hojas en blanco quedan en nuestra agenda! Hoy abrimos la ventana al exterior y vemos la otra realidad, que se despeña día a día, con la llegada de la segunda ola del virus que extiende su llanura de caos e inquietud. De pronto las actividades de las asociaciones se detienen, cuando el miedo se desgaja en más miedo, se esparce e impiden respirar con libertad, abrazarse y reír en grupo. ¡La Agenda en blanco! El hoy no es el ayer. No pasa nada, pronto la lluvia peregrina cesará, el sol volverá a brillar y el asociacionismo como la yerba fresca brotará de nuevo con nuevo brío.
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Miguel Guirao Piñeyro
Ideal El nuevo baile
Ideal Digital 5 nov 2020
LOS UNIVERSITARIOS MAYORES DE GRANADA CONVERTIDOS EN ARTISTAS.
Autor de la entrevista: Rafael Reche Silva, Alumno del Aula APFA y miembro de la Asociación de estudiantes mayores ALUMA.
Abrimos un viaje apasionante a través de las asignaturas, talleres y seminarios que componen el rico y variado Programa Universitario de Mayores del Aula Permanente de Formación Abierta del UGR, elaborado por el equipo directivo capitaneado por la Directora María del Carmen García Garnica, heredera del legado dejado hace 27 años por su primer Director Miguel Guírao y la actual Rectora de la UGR. Pilar Aranda
Una ventana abierta al ARTE se abre para los universitarios mayores del Aula Permanente del APFA de la Universidad de Granada. Ellos son los verdaderos protagonistas, hoy, jubilados de sus trabajos, alejados temporalmente de sus tareas: en el hogar, cuidado de los mayores y nietos, de pasear al perro o de la partida en el bar, buscan en la pintura la magia de iniciar la reconquista de sí mismo, en la creación de sus propias obras pictóricas. El arte no tiene edad. Al gran maestro Picasso le llevo toda la vida dibujar como un niño.
Una ventana abierta al Arte a traves del AULA Entrevista a Elizaberta López Pérez, profesora del Taller de Arte y Creatividad del Aula de Mayores (APFA).
Si tuviera que definir con una sola palabra a la profesora Elizaberta escogería “Vitalidad”. En su expresión corporal transciende su energía que contagia su positividad, aliada con una mirada ávida, sonrisa despierta y su pelo negro rizado en constante rebeldía, define una personalidad inagotable de entusiasmo, inconformista que respira arte y creatividad.
Los alumnos tenemos la gran suerte de contar con una excelente docente en la persona de Elizaberta López y su equipo de profesoras.
De su nivel de preparación nos habla su amplio currículo que extractamos:
Arteterapeuta por la Universidad de Murcia, Doctora por la Universidad de Granada, en el ámbito de las Bellas Artes. La experiencia investigadora y profesional la desarrolla tanto hacia la arteterapia, con una larga trayectoria, como en el ámbito clínico, docente y social, siendo profesora del Departamento de Escultura, así como coordinadora y docente del Área Plástica del Aula Permanente de Formación Abierta. Actualmente ejerce de Vicedecana de Ordenación Académica y Planificación Docente de Grado en Bellas Artes, y de estudiantes con necesidades especiales.
- P. ¿Qué ha significado el Aula de Mayores APFA, en su trayectoria docente?
Elizaberta. Como docente del APFA desde el año 2000 y coordinadora unos años después, he de decir que mi experiencia ha sido desde el primer momento tan enriquecedora y vital que ha conformado mi manera actual de desarrollar la docencia.
Recibo y despido, año tras año, a las generaciones de estudiantes del Grado en Bellas Artes que acuden a nuestro centro. Sigo, como no puede ser de otra manera, con una forma que aprendí siendo docente del APFA: ser profesora con todo lo que soy: mis conocimientos sobre arte, mis vivencias como artista multidisciplinar (artes plásticas, escénicas, música, etc.), pero sobre todo mi conciencia de saberme un ser humano delante de otro/s ser/es humano/s.
- Dentro del Programa Universitario de Mayores del Aula, el Arte y la Creatividad es una materia referente en cada curso. ¿Porqué del nombre de Arte y Creatividad?, ¿Qué atractivo impulsa a los universitarios mayores a elegirla?
- El nombre de la asignatura no lo puse yo. A nadie le es ajeno que la creatividad remite no solo a la dedicación específica de desarrollar proyectos artísticos, sino que es algo que pertenece a la vida, que implica a todas las personas y hace posible la existencia. En estos momentos de pandemia y de caos, del que el coronavirus parece solo un síntoma más, parece ser urgente aferrarnos a esta capacidad creadora para sobrevivir, para compensar las ausencias de esta realidad desoladora que estamos viviendo. Es algo que no escapa a quienes acuden al Aula APFA.
- Algunos estudiantes mayores sienten el miedo a coger por primera vez un pincel, al sentido del ridículo de no ser capaz. ¿Qué les aconsejaría a los que sienten interés por el arte y no se atreven?
- E. Les diría, que vengan al Taller de Arte y Creatividad, que sonrían y que se unan felizmente, sin ninguna preocupación, al caudal irrefrenable de belleza, reflexión, pensamiento, diálogo, generosidad, complicidad que significa nuestra asignatura. Es más, le diría que no lo piensen como asignatura, sino como experiencia vital, porque el arte es experiencia y no hay nada previo a este hacer. Que no teman al ridículo, pues no hay ridículo ni error en el arte, solo evolución y proceso, solo investigación, evolución. No necesitamos más que un pincel, (a veces, ni eso), un poco de pintura y un lugar donde dejar la primera huella. Lo demás viene por añadidura.
- ¿Qué cualidades destacarías de los estudiantes mayores ante el reto de crear una obra?
- Habría que distinguir entre quien viene por primera vez al taller y quien lleva algún tiempo. Los estudiantes mayores son gente con experiencia de vida, acostumbrada a afrontar muchos retos. Sin embargo, cuando abordan por primera vez una obra en el taller, sobre todo cuando el contacto con los procesos artísticos en su vida ha sido muy escaso, vuelven a los diez u once años, con una especie de temor al fracaso que quizás se ha quedado anclado en su recuerdo infantil. El Taller de Arte y creatividad y las dinámicas de trabajo que se proponen acaban de una vez por todas, y en muy poco tiempo, con este vértigo y cada estudiante se descubre a sí mismo/a con una energía creadora desbordante que les entusiasma y les alimenta para futuros abordajes. Así, cada nueva propuesta es asumida como una verdadera aventura apasionante, que en ocasiones les quita el sueño, pero les da razones para seguir viniendo y compartiendo, año tras año, lo que ya forma parte de su vida.
- ¿Qué beneficios destacaría que aporta el Arte y la Creatividad en los Mayores? ¿Sus trabajos artísticos tienen alguna proyección en la sociedad?
- El Taller de Arte y Creatividad se convierte en un motor de vitalidad, de energía y empoderamiento que se deja ver en las iniciativas que tienen y han tenido proyección a nivel local, nacional e internacional, en las que ellos y ellas mismas son protagonistas. Es decir, lejos de lo que pueda parecer, son los/as estudiantes quiénes, a partir de las propuestas docentes, hacen posible una expansión a veces impensable en los primeros momentos del curso. Cada uno/a de ellos/as siente el proyecto como suyo y lo hace crecer. Por eso, encuentran en el Taller un lugar desde donde seguir siendo sujetos activos de la sociedad, desafiando el estereotipo tradicional de “persona mayor” para presentarnos otro modo de envejecer desde la sabiduría, la salud, la energía y la capacidad emprendedora.
- En el tiempo que lleva de docente con los estudiantes mayores, en su contacto directo con ellos, tendrá anécdotas dignas de mención. ¿Nos podría contar alguna que le llamó la atención?
- E. Contaré un hecho divertido: hace años, una estudiante maravillosa, María Luisa, me llama porque no conseguía el color que necesitaba; sus pinturas acrílicas, apenas mezcladas, aparecían como una masa abundante e irisada sobre la paleta. Le digo que insistiera un poco con el pincel hasta que la mezcla tuviera un color más homogéneo y me marcho a visitar otros caballetes. De lejos la veía de espaldas, afanada sobre su trabajo, pero sin distinguir bien qué era lo que hacía. Cuando vuelvo me encuentro que María Luisa había batido tanto la pintura que había conseguido montarla a punto de nieve, como si fuera merengue. No se me olvida su risa y la de todo el grupo, pero, sobre todo, no se me olvida ella, ni Pepa, ni Paco, ni Paula, ni nadie.
- Muchas gracias por su atención, muy agradecido por su disposición a responder a las preguntas y permitir conocer el sentir de los Profesores del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada. Para finalizar, responda a la pregunta que le hubiera gustado que le hiciera, pero que se ha quedado en el tintero.
- E. Pues que cuál creo que es lo fundamental para un/a docente, bajo mi perspectiva, tiene que amar a sus estudiantes y solo desde ese amor será capaz de guiarles hacia sus propios saberes y descubrimientos y pondrá en ello todo su empeño y su vida.
Granada a 9 de octubre 2020.
Elizaberta López con el autor y alumnos del AULA APFA en una exposición de. pintura
Facultad de Bellas Artes de la UGR.
Alumnos mayores pintando en el Taller de arte y creatividad
Rafael Reche Silva
Jornadas Interuniversitarias de Granada, 24-27 febrero 2020
En septiembre visité la isla de Gran Canarias y puede conocer el sentido de la amistad y hospitalidad de unos compañeros que lo dieron todo y nos enseñaron la realidad viviente de su isla, la esencia y el encanto de su forma de ser.
En esta semana, un grupo de estos estudiantes canarios de la Asociación de universitarios mayores, Peritia et Doctrina de la Universidad de las Palmas de Gran Canarias nos han visitado en Granada, donde hemos tenido la oportunidad de convivir intensamente en unas jornadas universitarias de encuentro, entre las Asociaciones Peritas et Doctrina y ALUMA, para continuar reforzando los lazos de hermandad. Un encuentro que da sentido al espíritu de las asociaciones de mayores, que nos funden en un abrazo que elimina distancias y abre nuevos espacios de relaciones personales entre canarios y granadinos. Las imágenes de la acogida en Granada hablan por sí sola y quedan en mi recuerdo las palabras escritas.
Gran Canarias, un lugar, donde el mar ronda por las orillas, la tierra del fuego extingo reposa sobre el océano, la yerba salvaje y el pino cubren el negro paisaje volcánico, en su vientre un águila despliega sus alas, abajo descansa la geométrica desprendida de los profundos barrancos, impávidas rocas que desafían a la gravedad, cuevas horadadas en su ombligo, refugio de los primitivos aborígenes, arriba el sol desaparece por instante, tragado por un gratinado de nubes grises es el cielo panza de burra. Diré su secreto: de día es un cumulo de formas en una balanza que equilibra el verdor con la aridez, vida que renace sobre la lava que huye, que asoma su encanto sobre las cumbres de sus picos, desde las alturas se respira el aire fresco y se ve brillar, altos y serios los roques de piedra, inmóviles al paso del tiempo, allá donde la vista no alcanza, se despliega el manto ondulado de arenas doradas, ardientes en pleno día, son las dunas de Maspalomas y quedan las noches, el desplome de la luz deja el cielo incendiado de un reguero de estrellas en la negrura afilada del firmamento, la vida fluye en línea del paseo marítimo, escoltada por el mar y la luna encendida sobre la costa, las olas rompen con brío sobre el arrecife y se desmoronan en un manto de blancura liquida, su rumor fragmenta el silencio y la soledad del momento. RAFAEL RECHE SILVA. GRANADA 2020.
Comida de Navidad 13 diciembre de 2019
CRÓNICA DE LA COMIDA DE NAVIDAD DE LA ASOCIACIÓN ALUMA.
Autor: Rafael Reche Silva, Alumno de APFA y Secretario de ALUMA.
Como viene siendo tradicional en el mes de diciembre y previo a las festividades de la Navidad, la Asociación de Alumnos del Aula Permanente ALUMA, celebró la comida de sus socios y acompañantes, en un singular espacio que hoy por hoy conserva el encanto de los patios granadinos: el sonido remoto del agua que manaba de la fuente, las macetas dan la vida en forma de color y no podía faltar sobre el clausurado techo acristalado, en cielo gris del caído otoño. Ubicado en el corazón de la ciudad, el Hotel Vincci Albayzín pasa casi desapercibido ante la belleza del entorno, la Fuente de las Granadas, la Basílica de las Angustias y el paseo arbolado de la Carrera de la Virgen.
Sentados en mesas redondas, la luz filtrada del mediodía envolvía un ambiente donde se abría paso la hermandad entre estudiantes universitarios mayores (140 asistentes) de la Universidad de Granada, compartían amistad, conversaciones y risas. Entre, los nuevos alumnos como en los más veteranos fluía, vibraba, en la misma sintonía el compañerismo nacido en las Aula y que se extendía de una forma fluida y distendida entre platos y brindis.
En el acto contamos con la estimada compañía de nuestra Directora del APFA Mª Carmen García Garnica, el Subdirector del APFA. Juan Antonio Maldonado, los profesores José María Roa y del Coro Pedro Pérez Hinojosa, así como los miembros de la Junta Directiva de la asociación OFECUM. Sentimos la ausencia justificada de la Subdelegada de Gobierno Dña. Inmaculada López Calahorro.
En los postres el Sr. Presidente de ALUMA José Rodríguez Sánchez, dio paso al sorteo de regalos para los asistentes, gentileza de las empresas y colaboradores.
Para finalizar la entrañable comida se activó el local de música y baile, donde a ritmo de pasodoble, bachata y pop, los jóvenes mayores mostraron sus habilidades en la pista.
La asociación ALUMA agradece la gran acogida que este año, ha tenido la comida donde se ha completado todo el aforo del comedor y la valoración final ha sido en general muy satisfactoria.
Granada a 13 diciembre 2019.
Tertulia Poético-Literaria 22 octubre 2019
TARDE LLUVIOSA Y MÁGICA
Llegué al Espacio V Centenario con la antelación suficiente para tomar en el Ágora ( antiguo bar de la entrañable Facultad de mi juventud ) un café de máquina antes de asistir a la Tertulia Poético-Literaria, que hoy tenía un formato especial, ” Un poeta en la voz de tres rapsodas y una guitarra flamenca “.
El poeta, nuestro admirado y querido maestro Luis de la Rosa Fernández, Premio Nacional de Poesía de la Asociación de Editores, presentó su último libro de poemas, cuyos versos iban a declamar los rapsodas intervinientes y colorear la inefable voz de la guitarra de José Manuel Cano, que comenzó haciendo volar sus virtuosas manos sobre música de Ángel Barrios y continuó con la de otros autores entre el deleite y los aplausos del auditorio.
Francisco de Paula Muñoz, el primer rapsoda en intervenir, derramó los versos de Luis en su poderosa, profunda voz, bañada en pausas hondas de elocuente silencio, que llenaron el aire emocionado del aula.
Charo Calle Serrano, tan hermosa su aterciopelada voz, que cada vez que la oigo, cierro por momentos los ojos para ser sólo oídos acariciados por la imagen imposible de la mujer amada,
leyó el amor como sólo puede hacerlo la voz cálida, entrañable, de una mujer.
Antonio Pérez Casanova hizo vibrar en su voz de tenor los versos Luis, con el sereno y meditado sentimiento que va empapando el alma con la palabra dicha y presentida.
¡ Qué tres rapsodas ! ¡ Qué guitarra ! ¡ Qué maravillosa poesía !
Después, éste que escribe, aprendiz de poeta sin paraguas, se fue hecho una sopa este veintidós de Octubre, a otra de sus aficiones, y mientras miraba, escanciando copas, un insulso partido de fútbol, seguía flotando sobre el vaho de hermosas voces, desencuentros amorosos, guitarras doloridas…
Antonio Vera
Jornada de Convivencia 18 octubre de 2019
UN DÍA DE CONVIVENCIA EN EL CAMPO.
Del verde al amarillo centellea la luz otoñal entre los esbeltos chopos, pinos y encinas. En el Parque Natural de la Sierra de Huétor, el día de convivencia entre universitarios mayores se derrama en fragmentos pequeños que se unen al final en una jornada inolvidable, donde más jóvenes y menos, se encuentran en un paraje hecho sin prisa, lo visible y lo palpable esta fuera en la naturaleza misma, ver, oír, tocar y oler la tierra, el viento meciendo las hojas, el olor a hierba fresca, la dulzura del trinar de los pájaros que cantan sin saber que canta a un día que comienza que se desliza como una melodía, es la música de lo natural en un bosque todavía con árboles donde los despojos del calor estival reposan en las fuentes y manantiales. Aquí me siento dueño de mis palabras, aquí he vuelto a percibir mi infancia en la inocencia salvaje del tiempo que los niños jugábamos en la calle, rescatar del reino del olvido los juegos de pelota, la soga tira, los cánticos a coro, el circulo de manos enlazadas y voces unidas, aquí he retornado a reír sin complejos, a recordar las veladas miradas a la niña que te gustaba, pero la timidez te coartaba solo el indeciso momento de la rueda te permita sacarla al centro. El fuego se convierte en humo blanco que asciende entre los espacios amarillos de las hojas y el aroma a paella recién hecha llega en su plenitud e intensidad, se despierta el apetito, el sonido seco del tapón cambia nuestra atención, el vino rojo de Granada viste nuestras copas. El medio día dorado está en su cenit. ¡No intentes detener al joven que llevas contigo! Habla con él y comparte. RAFAEL RECHE SILVA, GRANADA OCT 2019.
En el siguiente enlace se puede ver la crónica de nuestro socio José Medina sobre la visita realizada a Motilla del Azuer: http://granadaluzcoloryliteratura.blogspot.com.es/
CRONICA DE LAS JORNADAS INTERUNIVERISTARIAS AUMA DE OVIEDO Y ALUMA DE GRANADA
Colaboración de nuestro socio Rafael Reche, a propósito de la visita efectuada a Benalúa de las Villas y Colomera 5 diciembre 2017.
Olivos y Almazara en Benalua de las Villas. Granada
Cuando miro el bosque verde de olivos, la vida se aquieta y me sobreviene el recuerdo. Puedo oír el eco del silencio entre las alineadas filas, que avanzan hasta perderse en el horizonte. El aire susurra esa nostalgia de la juventud en los campos de Jaén, regresa el vínculo que me perpetúa al olor fresco del aceite, de la aceituna recién molida. Me quito los años pasados y vuelvo a mirar y gozar de los montes colmados de reposados y centenarios olivos, sus verdes ramas, cara al cielo de Granada. Olivas, encadenadas y libres, en la gélida mañana del temprano invierno, en tu piel tensa y morada un paraíso clausurado, de delicias y sabores de la fruta madura que nos anuncia el inminente rescate.
Relumbra el sol del mediodía, entre el mar de olivos, inmóvil en medio como un barco varado surge la Almazara. Se abre un universo donde convergen hombres y maquinas, pasado y futuro, tradición y tecnología, entrelazados entre verdores, en una tierra viva, arada por los años. Hoy, motores y ciencia, buscan la pureza en cada gota del líquido verde. Naturaleza y mano del hombre fundidos en la creatividad y ciencia para elaborar el mejor aceite del mundo. Nace y reposa el fruto del olivo en el Aceite Virgen Extra. RAFAEL RECHE. GRANADA 2017.
Colaboración de nuestra socia Antonia Alcaraz, sobre la visita al Camarate 10 noviembre de 2017
Colaboración de nuestro socio sobre el Día de Convivencia 27 octubre 2017
Nueva colaboración de nuestro socio Rafael Reche Silva,
10 octubre 2017
Colaboración del socio Juan Francisco Aceña Caballero.
LA MEJOR TERAPIA PARA LOS MAYORES
Nota de Rafael Reche, socio y Vicepresidente de ALUMA. Alumno del Taller de Arte y Creatividad.
Imagenes que pintan la exposición
Colaboración de nuestro compañero Rafael Reche sobre el Carnaval de Cadiz.
5 marzo de 2017
Nueva colaboración de nuestro socio Pepe Lorenzo. 1 marzo 2017
Colaboración de nuestro compañero Francisco Ramos, alumno del Aula Permanente y socio de ALUMA. 19 enero 2017.
Artículo de José F. Lorenzo Rojas, socio de ALUMA sobre la visita realiza el curso pasado a las Minas de Almadén
VISITA CULTURAL A LAS MINAS DE ALMADÉN
Colaboración de José Francisco Lorenzo 20 mayo 2016
ÓRGIVA EN EL DICCIONARIO GEÓGRAFICO DE TOMÁS LÓPEZ
Artículo de nuestro socio Ricardo Altamirano sobre el Jarrón de la Gacelas 03/03/2016
Nuevo artículo de Ricardo Altamirano.
EL BRASERO DE PICÓN Y LA BADILA
Poema de Ágeles García González en el Día de Andalucía02/03/2016
Colaboración de nuestro amigo José F. Lorenzo Rojas,
sobre “La importancia de la moda” 28/02/2016
Colaboración de nuestro socio y amigo José luis Delgado 23/02/2016
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Colaboración de nuestro socio José Francisco Lorenzo Rojas, sobre su tío y gran escultor granadino, Aurelio López Azaustre.
Pincha el enlace para acceder al artículo.
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Colaboración de nuestro socio Rafael Reche Silva, sobre la Romería de San Cecilio en el Sacromonte.
La primera vez que voy a la romería del Sacromonte
Nueva colaboración de Rafael Reche.
Paseo por la Sierra de Alfaguara
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Nueva colaboración de Antonio Lorenzo 16 mayo 2016.
LiterariasUniversidad de Granada
Poemas de nuestro amigo y socio AntonioLorenzo “Corbatillas” con motivo del Día de los Enamorados.
Nueva colaboración de Antonio Lorenzo con motivo del Día de Andalucía.
Poema en el Día de la Mujer
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Poema de nuestro amigo Santiago Ceballos.
Soneto al Mirador de la Chucha
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Relato de nuestro amigo Ignacio del Val
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Poema de José Rodriguez en honor de la mujer.
Este poema lo aporté a la Tertulia Poéticoliteraria de Aluma el curso pasado, hoy lo quiero publicar en el blog en honor de todas las mujeres. 8 marzo 2016.